Un plan reformista con apoyos inestables
PESE A LA VICTORIA LEGISLATIVA DE OCTUBRE, CAMBIEMOS DEPENDERÁ HASTA EL FINAL DE SU MANDATO DE PARTE DEL PERONISMO.
Asólo cuatro días de que el gobierno de Mauricio Macri cumplió sus dos primeros años en el poder, el comienzo de la segunda etapa quedará grabado como el momento en que Cambiemos trastabilló en el Congreso con una reforma previsional que, en esencia, modifica a la baja la fórmula con la que se calcula la actualización de los haberes de los jubilados.
Por si alguien lo había perdido de vista: luego de la oleada de globos que dejaron los triunfos contundentes de agosto y de octubre, la coalición gobernante exhibió con crudeza que, si bien se fortaleció en las urnas, dependerá hasta el final de este mandato de una parte del peronismo para poder avanzar en el plan de “reformismo permanente” con el que sueña Macri.
Ese apoyo siempre será zigzagueante. Y más esquivo, probablemente, cuando el calendario vuelva a poner lo electoral por encima de la gestión. No falta tanto para eso.
El desfile de una parte de los mandatarios provinciales opositores que hoy está reflejado en las páginas de nuestro Primer plano –habrá más el lunes, a horas de una nueva sesión en Diputados– es una muestra de esta laboriosa manera de gobernar que enfrenta el macrismo.
El apoyo que comprometieron los gobernadores a través de sus parlamentarios, cuando firmaron el Consenso Fiscal, hizo agua el jueves. Más allá de la discusión sobre si hubo cuórum o no, lo concreto es que Cambiemos no tenía asegurada la aprobación de la ley.
Un fracaso definitivo en el recinto hubiera sido un golpe más duro aún que el revés legislativo que podría subsanarse el lunes, para cuando está convocada una nueva sesión especial.
Con una compensación adicional para acompañar el empalme de una fórmula a la otra, en el Gobierno confían en que varios de los peronistas no K –ahora sí– levantarán la mano.
Una polémica reforma previsional marcó el inicio de la segunda etapa de Macri.
Quedan dos años.