Violaciones a la intimidad que fueron históricas
El 10 de septiembre de 1981, la revista Gente sorprendió al país con una portada sobrecogedora: el principal líder del radicalismo, Ricardo Balbín, agonizaba en la terapia intensiva de una clínica de la ciudad de La Plata. La escena, reproducida en otra fotografía a doble página en el interior de la publicación, permitía ver el detalle del vientre y torso desnudos del excandidato a presidente, conectado a sondas y tubos. Cuando el número llegó a los quioscos, Balbín llevaba 24 horas muerto.
La imagen del político fue tomada por un fotógrafo de manera subrepticia, ya que ingresó a ese sector del centro médico sin autorización. La publicación resultó escandalosa en un tiempo en el que no existían redes sociales, internet ni grupos privados de WhatsApp, es decir, un tiempo no habituado al exhibicionismo gore actual.
El juicio que la familia Balbín inició contra Editorial Atlántida por daños y perjuicios culminó con la más célebre sentencia argentina sobre un caso de violación a la intimidad: la Corte Suprema de la Nación, el 11 de septiembre de 1984, resolvió que los hombres públicos nunca pierden su derecho a una esfera privada, y condenó a la publicación por haber excedido el límite del derecho a la información.
Más allá de los límites
Esa doctrina que sentó el más alto tribunal argentino se mantiene hasta el presente, aunque no ha evitado que se repitieran casos similares. El 10 de enero de 2012, el diario porteño Crónica publicó en tapa la fotografía del cadáver desnudo de la modelo y periodista Jazmín de Grazia, quien falleció en el baño de su casa. Fueron procesadas siete personas vinculadas a medios periodísticos y dos mujeres policías que habrían vendido o entregado las fotos, aunque finalmente sólo siguieron procesados cuatro integrantes del matutino a la espera del juicio oral.
Diez años antes, en 2002, el conductor televisivo Jorge Rial emitió una cámara oculta realizada al ganador de la primera edición argentina de Gran Hermano, Marcelo Corazza, con el único fin de mostrar sus preferencias sexuales. El caso no llegó a juicio, pero, por este daño e invasión a la intimidad, el conductor debió disculparse públicamente.
Dos años después, el programa Punto Doc que emitía el canal América mostró una cámara oculta grabada en el consultorio del cirujano plástico Alberto Ferriols, marido de la vedette Beatriz Salomón, en la cual se veía al médico teniendo relaciones con una travesti. Esa emisión provocó el divorcio de la pareja y afectó negativamente las carreras profesionales de ambos. En enero de 2017, Salomón ganó el juicio que les inició a la productora, al canal y a los periodistas Jorge Rial, Luis Ventu- ra, Daniel Tognetti y Miriam Lewin, que fueron condenados a pagarle una cifra millonaria.
Vidas no siempre privadas
Cada año se repiten nuevos episodios que ponen en tensión la libertad de prensa y el derecho de todas las personas a un marco de intimidad. Si bien existen situaciones en las cuales el avance sobre la intimidad puede estar justificado por una cuestión de interés público, las anteriores refieren a casos en los que el avance fue violatorio de la esfera individual.
Por eso fue muy discutido el caso iniciado a partir de dos tapas que la revista Noticias dedicó en los años 1994 y 1995 para contar que el presidente Carlos Menem tenía un hijo extramatrimonial, a partir de la relación mantenida con la formoseña Marta Meza. Menem inició una demanda que la Corte Suprema convirtió, en 2001, en una condena contra la editorial y contra los periodistas.
En 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos instó al Estado argentino a dar por caída esa condena porque consideró que lo informado tenía relevancia pública. Menem, públicamente, sólo reconocía tener otros dos hijos y habría sostenido su relación con su expareja y su hijo extramatrimonial mientras era presidente, en ocasiones hasta en la misma Casa Rosada. El fallo de la corte internacional todavía no fue cumplido.