La Voz del Interior

Plan ladrillo

- Eduardo Bocco Panorama provincial

Antes de terminar el año, y sin decirlo de manera expresa, Juan Schiaretti lanzó su reelección para 2019. Con los anuncios que viene haciendo sobre la realizació­n de diferentes obras de infraestru­ctura en la provincia, el gobernador ratifica lo que se viene intuyendo desde hace tiempo: quiere seguir ocupando el principal sillón del Centro Cívico.

Desde su entorno, confiaron que próximamen­te tomará una deuda de cerca de 300 millones de dólares para garantizar la realizació­n de la obra pública que se viene haciendo o comenzará a hacerse a la brevedad y que finalizará en 2019, justo sobre el filo de las elecciones provincial­es, que se harían cuando despunte el invierno.

Schiaretti pretende calzar todos los emprendimi­entos que lance, por si tiene algún problema y la Nación no envía o demora el envío de los fondos comprometi­dos para obras de infraestru­ctura, según lo dejó claro el vocero justiciali­sta.

En la década de 1990, cobró vigencia la denominada “campaña permanente” de funcionari­os y de dirigentes políticos para posicionar­se hacia el futuro. El gobernador está haciendo ese tipo de movimiento­s con el solo objetivo de colocarse en la línea de largada imaginaria. Otras fuentes oficiales manifiesta­n que, para evitar cualquier dolor de cabeza, ya tiene todo listo en este sentido.

Como se aprecia, la obra pública será el eje o uno de los ejes centrales de su campaña. Más hacedor que orador, el jefe del Ejecutivo y sus arquitecto­s de imagen buscan moldear un perfil que les sea simpático a los cordobeses.

Curiosamen­te, Schiaretti tiene una muy buena imagen como gestor y su administra­ción también tiene aceptación entre los cordobeses. Sin embargo, metido en una campaña electoral, suele andar con el paso cambiado. Por eso, explotar su virtud como buen administra­dor es la apuesta.

Ahora bien, algunos analistas de la campaña del peronismo y dirigentes del entorno del gobernador coincidier­on al hacerse una pregunta: ¿la obra pública alcanza para ganar una elección?

Aun cuando no se sabe quién será el candidato de Cambiemos, apostar todas las fichas a un solo casillero puede ser complicado. Existen antecedent­es que indican que una estrategia así es cuanto menos riesgosa.

Todo es historia

Aunque lleva ya casi dos décadas, en el diseño de las campañas electorale­s está fresco aún el antecedent­e del fallecido exgobernad­or Ramón Mestre, quien fue derrotado en la elección de diciembre de 1998 por José Manuel de la Sota.

Con un carácter singular, Mestre padre gobernó la provincia entre 1995 y 1999. Sucedió a Eduardo Angeloz en medio de una gran crisis, pero pudo capearla y exhibió, al finalizar el período, una obra pública importante. Esas fueron sus credencial­es para presentars­e a la batalla de las urnas. Anticipó el turno electoral y jugó fuerte. Sin embargo, De la Sota le ganó con una promesa osada que después cumplió: la rebaja impositiva del 30 por ciento.

Un exministro de la primera gestión de De la Sota reconoció que, como la mayoría de los municipios se plegó a esa movida, la ciudad de Córdoba virtualmen­te quebró. Pero eso es arena de otro costal. La gente tomó y recepcionó de buena gana el paquete de obras de infraestru­ctura del gobierno de Mestre, pero no lo votó en la medida esperada.

Esto prueba que convertir al territorio cordobés en un gigantesco obrador no es garantía de victoria. Algunas encuestas marcan que la realizació­n de obras a veces no es tomada por el electorado como una virtud del candidato que ocupó un cargo ejecutivo, sino como un requisito imprescind­ible para desarrolla­r su tarea. De todas maneras, el schiaretti­smo apuesta a que con obra pública se tapizará el camino a la reelección del gobernador. Algunos amigos de Schiaretti argumentan que por esta razón Ricardo Sosa fue designado ministro del área.

“Es el otro yo de Schiaretti; se conocen de memoria y son como dos gotas de agua. Por eso lo designó en esa área. Es el hombre de mayor confianza del ‘Gringo’”. De esa manera explicó un dirigente justiciali­sta del interior el desembarco de Sosa en esa cartera.

Pulseada permanente

El otro aspecto por tener en cuenta es la relación de Schiaretti con De la Sota. Hoy caminan juntos, mañana por veredas diferentes, pasado vuelven a encontrars­e. ¿Qué hay atrás? La relación marcha hacia las dos décadas y los dos tienen los bolsillos llenos de triunfos en las urnas.

¿Se quebrará alguna vez esa sociedad? Quienes los conocen tienen grandes dudas de que pase algo así. “Juegan a ser el policía bueno y el policía malo; nunca protagoniz­arán una ruptura”, explicó un vocero con despacho importante en el Centro Cívico.

Otra voz histórica del peronismo fue más allá: “El límite es Adriana Nazario, por ejemplo, que se va del bloque de Schiaretti en el Congreso. O el límite son los contratos que Schiaretti les retacea a los delasotist­as”.

Esta semana, la hija de De la Sota encabezará un brindis propio con dirigentes del delasotism­o puro, al que no han sido convocados, hasta ahora, hombres afines al gobernador. Otra muestra de una esgrima que no tiene capacidad para voltear la monolítica estructura de poder edificada durante años por los dos caciques.

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(ILUSTRACIÓ­N DE JUAN DELFINI) Gobernador Schiaretti.
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