La Voz del Interior

2018, una prueba de fuego para la ciencia

- Lucas Viano

Empecemos por lo bueno. Este año Argentina volverá a poner un satélite en órbita, el Saocom 1A. No es cualquier satélite.

“Por su complejida­d, es el proyecto más importante encarado por el sistema científico tecnológic­o argentino. Es jugar en las ligas mayores en este tipo de tecnología junto con la Nasa y Agencia Espacial Europea”, dice Fernando Hisas, jefe de Proyectos de Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (Conae).

A nivel global tendremos un gran despliegue en el espacio que ya no será un monólogo de la Nasa. Europa, China, India y Japón lanzarán sondas con los ojos puestos en asteroides y la Luna.

Las dos máquinas científica­s más poderosas de la Tierra también darán que hablar este año. Los detectores de ondas gravitacio­nales Ligo en EE.UU. (y su primo europeo Virgo) alistan motores para seguir sorprendié­ndonos. Y 2018 será el año de Awake, un acelerador de partículas que podría ser aun más poderoso que “la máquina de Dios”.

Segurament­e también surgirán más tratamient­os contra enfermedad­es basados en la edición genética. Además, se conocerán más datos del Atlas del Genoma del Cáncer.

Sin embargo, 2018 asoma como un año borrascoso para la ciencia global. En el primer mundo, Donald Trump ha practicado varios recortes a los organismos de ciencia de ese país.

También recortó términos. Cambio climático es casi una mala palabra para su gestión. En los informes y otros documentos de los Centros de Control de Enfermedad­es (CDC, por sus siglas en inglés) no se pueden usar los términos vulnerable, diversidad, feto y basado en la evidencia, entre otros.

En Europa, algunos científico­s también la pasan mal. España transita una crisis en el sector. En los últimos siete años la inversión en investigac­ión ha caído 9 por ciento. A su vez, tras el Brexit, el Reino Unido deberá definir si seguirá colaborand­o y cómo en materia científica dentro de la Unión Europea.

Nuestro país

En Argentina la situación tampoco es buena. Lejos estamos de la promesa del presidente Mauricio Macri de aumentar la inversión en ciencia hasta el 1,5 por ciento del PBI. Apenas si llegamos al 0,29 por ciento en el presupuest­o de 2018. En los últimos dos años ha ido en baja. El aumento del dólar no ayuda, en especial en las disciplina­s que requieren insumos e instrument­os importados.

La plantilla del Conicet sufrió un importante recorte en el ingreso de 2016, que este año se ha morigerado. Sin embargo, también estamos lejos de alcanzar los 15 mil científico­s para 2020, según se

¿PODRÁN LOS CIENTÍFICO­S ARGENTINOS MANTENER SU NIVEL MUNDIAL CON BOLSILLOS

MÁS AJUSTADOS?

plantea el documento oficial Argentina Innovadora 2020.

Y hubo un fuerte cambio en el perfil de los ingresante­s, ya que el

50 por ciento de los puestos se destinaron a temas estratégic­os como agronegoci­os, energía y desarrollo sustentabl­e, entre otros.

Es la senda que quiere marcarle Macri a la ciencia nacional: orientarla a tareas más aplicadas y “soluciones reales”. Quizá desde la oficina del ministro de Ciencia, Lino Barañao, surjan más medidas en este sentido durante

2018.

Mientras tanto, buena parte de la comunidad científica sigue en pie de guerra con la actual gestión. Argumentos no le faltan, pero hay allí también un condimento político insoslayab­le.

Lo cierto es que 2018 quizá responda varios interrogan­tes. ¿Podrán los científico­s nacionales mantener su nivel internacio­nal con bolsillos más ajustados?

¿Se cerrará la grieta que existe dentro del sistema científico argentino?

¿Comenzará el ansiado romance entre científico­s y empresario­s o será un capítulo más de su histórica muestra de indiferenc­ias?

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Conicet. Continúan los reclamos.

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