La Voz del Interior

El búmeran que alimenta a la insegurida­d

- Juan Federico Encrucijad­as jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Gustavo Raúl Roldán (42) y Sergio Omar Tobares (30) son dos nombres que entre los policías hacía rato que sonaban conocidos.

En sus planillas prontuaria­les aparecen todo tipo de delitos, desde robos calificado­s hasta un secuestro extorsivo.

El jueves a la noche, ambos murieron en medio de un intenso tiroteo que se produjo en el cruce de dos de las arterias más transitada­s de la ciudad de Córdoba.

Otros dos cómplices alcanzaron a escapar. Fueron decenas de balazos: un policía terminó con cuatro tiros en sus piernas, un niño fue atravesado en un brazo por otro proyectil y una mujer embarazada aún no entiende cómo la bala nueve milímetros quedó alojada en el respaldar de su butaca, a menos de un centímetro de su cabeza.

El operativo se había iniciado para encontrar un handy policial que otra vez había caído en las manos equivocada­s.

Al finalizar la locura de los tiros, heridos y muertos, los agentes encontraro­n dos pistolas nueve milímetros en poder de los ladrones: una, ya se sabe, había sido robada a un policía tiempo atrás.

Delincuent­es armados con pertrechos policiales. Un círculo que parece infinito y que termina por alimentar desde las esferas oficiales a aquellos que viven al margen de la ley.

Y que regresa como un búmeran: los policías quedan a merced de aquellos que fueron armados con armas de grueso calibre gracias a sus compañeros corruptos.

Para peor, estos delincuent­es hasta obtienen de filas policiales otros aparatos tecnológic­os, como los handys con frecuencia policial, que dejan aún en condicione­s más vulnerable­s a aquellos agentes que están parados de un solo lado de la ley.

Una historia en la que la propia Policía termina por engendrar a sus héroes y, al mismo tiempo, también a sus villanos.

Ladrones dispuestos a todo, que demuestran un desprecio por la vida, que tampoco es un dato accesorio: en sólo 24 horas, tres policías terminaron baleados en la ciudad de Córdoba al enfrentars­e a tiros a delincuent­es que parecen operar en los extremos.

Vale recordarlo, aunque sea cansador: en mayo de 2015, la Policía de Córdoba descubrió que alguien (o varios) había robado de la propia Jefatura al menos 72 pistolas nueve milímetros

AÚN SE DESCONOCE EL DESTINO DE BUENA PARTE DE LAS 72 PISTOLAS QUE FUERON ROBADAS DE LA JEFATURA.

flamantes.

El caso se tapó puertas adentro durante meses, hasta que por fin la Justicia se enteró a fines de aquel año.

Hasta hoy sólo se recuperó, de casualidad, casi la mitad del armamento robado. Hay cuatro policías imputados y en libertad, pero lo cierto es que poco y nada se sabe sobre cómo se produjo el robo, quiénes fueron los uniformado­s infieles, qué delincuent­es se apoderaron de estas armas y para qué las utilizan desde entonces.

Es el antecedent­e más bochornoso de una seguidilla mucho más profunda y dolorosa: policías que negocian con aquellos que deberían perseguir.

Por eso, conviene subrayarlo de nuevo: el jueves a la noche, un comisario rozó la muerte, dos delincuent­es quedaron sin vida, un niño fue baleado y una embarazada aún se pregunta el motivo por el que sigue viva, todo a causa de un operativo para recuperar un handy que nunca debió desaparece­r de entre las manos policiales.

OTROS POLICÍAS QUEDAN A MERCED DE DELINCUENT­ES QUE FUERON ARMADOS POR COMPAÑEROS SUYOS CORRUPTOS.

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(RAIMUNDO VIÑUELAS / ARCHIVO) Hace un año. El miércoles 4 de enero de 2017, un policía fue baleado en un supermerca­do por delincuent­es que tenían una de las pistolas robadas de Jefatura.
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