“Se necesitan más profesores que entiendan a los chicos”
Camila es desenvuelta y sonriente. Cuenta anécdotas mientras muestra los 12 diplomas y distinciones que recibió el año pasado. Hace poco que terminaron las clases y ya mira con nostalgia los buenos momentos vividos.
“El colegio de acá es chiquito y los profesores te agarran cariño, confianza, y vos también porque sabés que si tenés un problema podés hablarlo, te van a entender. Si un día estás mal, podés desahogarte”, cuenta.
–¿Qué creés que necesita una escuela para ser una buena escuela?
–Se necesitan profesores que entiendan a los chicos, que se preocupen por ellos, no que vayan a dar la clase y el que presta atención está bien y el que no, también. Está bueno que se preocupen por el alumno, por cómo está. Porque a lo mejor no te fue mal porque no estudiaste, sino que te fue mal porque estabas pasando un mal momento.
Viviana Bustamante, la coordinadora del Ipem, que funciona en un edificio que se ve impecable y acogedor, asegura que la escuela “es su vida”.
“Con los chicos tenemos que trabajar más allá de la calidad de educación que estamos dando; tenemos que estar acompañando porque es lo que los adolescentes más necesitan”, sostiene.
Al parecer, esa cercanía se logró y Camila da cuenta de eso y de los buenos momentos que pasó en el colegio, algo fundamental para su logro de no faltar ni siquiera un día en su trayectoria escolar.
“Me gustaba ir al colegio a pasar tiempo con mis amigos, los recreos, desayunábamos todos juntos. Éramos un grupo chico muy unido. En sexto, teníamos otra confianza con los profesores porque los conocíamos desde hace seis años. Estaba bueno, nos reíamos entre todos, eran más dinámicas las clases”, cuenta la estudiante destacada.
–¿Qué te enseñó la escuela? –Lo que más rescato, más allá de lo que te enseñan en cada una de las materias, es el respeto, que te ayudan a ver la vida de otra forma, a cómo afrontar los problemas que podés llegar a tener el día de mañana. La escuela es como una segunda familia.