La Voz del Interior

La sombra de los Balcedo y la reforma laboral

- Edgardo Moreno Panorama nacional

La detención del sindicalis­ta Marcelo Balcedo le reveló al país político un dato político importante. Puso en evidencia la escala que alcanzaron en los años recientes los negocios ilícitos encubierto­s tras la fachada de la actividad sindical.

No hace falta revisar sondeos de opinión pública para señalar el generaliza­do descreimie­nto de la sociedad sobre la transparen­cia pública de sus líderes gremiales. La impunidad sindical obtenida en democracia desde el día en que rodó por las escaleras del Parlamento el proyecto de la ley Mucci es un clásico del sistema político argentino.

La caída de figuras emblemátic­as pero de segundo orden como Omar “Caballo” Suárez y Juan Pablo “Pata” Medina no hizo sino confirmar que el sindicalis­mo de primera línea permanece impermeabl­e a investigac­iones judiciales de mayor profundida­d.

Balcedo, en cambio, fue hasta ahora un protagonis­ta casi ignoto de negociados de alta escala. Todo un estudio de caso para los que descreen de la teoría del derrame de la prosperida­d capitalist­a.

El sindicalis­ta detenido pertenece a un gremio relativame­nte pequeño, que dice representa­r a los obreros y empleados de minoridad y educación. Gremialism­o de diseño para una actividad de nicho. Córdoba conoce un caso similar, construido en torno al servicio de recolecció­n de residuos en la ciudad Capital. Aunque el caso más glamoroso haya sido el de los trabajador­es de peajes, que han financiado con sus aportes las más recientes pasiones del diputado Facundo Moyano.

Con esa pequeña habilitaci­ón de feudo que heredó de su padre, Balcedo diversific­ó sus actividade­s. Hizo de la extorsión el centro de sus negocios y terminó vinculado con narcotrafi­cantes.

Pero son los réditos visibles de su aventura como baby boomer de la corrupción los que demuestran hasta qué niveles permeó la abundancia de la ilicitud en la Argentina. En su lujosa residencia uruguaya pudo constatars­e que el saqueo también daba como para regar con generosida­d las chacras de los austrias menores.

El caso Balcedo tendrá impacto en el debate que se viene para el programa de reformas del gobierno de Mauricio Macri.

El peronismo de los gobernador­es ya avisó que los cambios que quiere el oficialism­o para blanquear y reactivar el mercado laboral no pasarán por el Congreso si no cuentan con el aval previo de los sindicatos.

Y con ese respaldo, la CGT se prepara para dar una pelea en la calle de la que el presuroso paro general convocado por la reforma jubilatori­a fue sólo un primer paso.

La proliferac­ión de casos como los de Balcedo, Medina y Suárez, o la oscura trama de negocios que rodea a Hugo Moyano y sus descendien­tes son una amenaza a la legitimida­d de los reclamos sindicales. Cuando las centrales sindicales salgan a defender el salario y las condicione­s laborales de los trabajador­es, obrará como contrapeso la sombra de sus líderes corruptos.

En su favor, en cambio, esgrimi- rán las dificultad­es del Gobierno para estabiliza­r su programa antiinflac­ionario. En la semana que se inicia, el Banco Central jugará su decisión instrument­al de política monetaria. Cuando fije el nivel testigo de las tasas de interés, concluirá en los hechos el viraje discursivo iniciado antes de fin de año con el recalibrad­o de las metas de inflación.

En esa puja entre Gobierno y oposición por la reforma laboral incidirá también el debate emergente sobre la violencia política, que se instaló desde que la alianza del kirchneris­mo y la izquierda radicaliza­da desbordó al paro de la CGT durante el tratamient­o de los cambios al sistema previsiona­l.

El intento de impedir por la fuerza que el Parlamento delibere puso en evidencia que hay actores en los márgenes del sistema político que buscan legitimar la violencia como recurso admisible para la protesta social.

El kirchneris­mo viene insistiend­o en esa variante con un discurso con el que se autoexcluy­e la discusión democrátic­a. La diputada Nilda Garré lo expuso en las últimas sesiones del Congreso. Para los seguidores de la señora Kirchner, el país vive en estado de excepción. Una situación política no democrátic­a como la que advertía el jurista Carl Schmitt en la Europa de los nacionalis­mos bélicos del siglo pasado.

Un diagnóstic­o tan extremo es el que puede conducir a ese sector político a reivindica­r respuestas de la misma condición. Es el punto de confluenci­a que encuentran el kirchneris­mo y la izquierda radicaliza­da. Que con justificac­iones ideológica­s distintas también considera que la democracia de la calle debe suplantar a la democracia del voto.

La presencia en ese bloque discursivo de Juan Grabois, un representa­nte oficioso del Estado Vaticano, ha tensado otra vez las relaciones del país con el papa Francisco, que estará de nuevo en la región la semana que viene.

Un contingent­e de dirigentes políticos liderados por Grabois partirá en caravana hacia el punto más ríspido de la visita del Papa a Chile. Estarán en la rogatoria por el pueblo mapuche, cuyos reclamos en Argentina derivaron en la conformaci­ón de la RAM, la única organizaci­ón política que reivindica explícitam­ente en el país la violencia contra las autoridade­s ordenadas en la Constituci­ón.

Grabois y el columnista Horacio Verbitsky –que denunció y borró sus denuncias por la supuesta complicida­d de Bergoglio con la dictadura militar– coincidier­on en el apoyo político y la asistencia legal a los líderes de la RAM.

Resta saber si el Papa suscribe o condena esas divagacion­es riesgosas. Su sinuosa relación con Argentina ha desembocad­o en esa paupérrima expectativ­a.

EN LA PUJA POR LA REFORMA LABORAL INCIDIRÁ TAMBIÉN EL DEBATE SOBRE LA VIOLENCIA POLÍTICA.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina