La Voz del Interior

Y nos fumamos la herencia

- Carlos Socci*

¡Qué país divino es Argentina! En 70 años tuvimos cinco fracasos

económicos y ahora luchamos para evitar el sexto. Del crecimient­o a tasas chinas de la época de Néstor Kirchner pasamos a un déficit del cuatro por ciento del producto interno bruto de su señora esposa. Apenas levantamos cabeza, salimos corriendo a gastar el dinero.

Fracasamos en la primera época de Juan Domingo Perón cuando debió asilarse en España tras la aparición de la inflación. Luego vino el fracaso económico de las Fuerzas Armadas, con el agregado de la humillació­n de Malvinas. Raúl Alfonsín erró el camino en su gestión y tuvo que dejar el cargo con seis meses de anticipaci­ón.

Con Carlos Menem apareció la convertibi­lidad dirigida por Domingo Cavallo. Tuvimos cinco o seis años otra vez con tasas “chinas”. ¿Y el reajuste del Estado? Bien, gracias. Nuevo fracaso económico y Eduardo Duhalde con Roberto Lavagna hacen el trabajo sucio para que asuma Kirchner. Del 1 a 1 pasamos a 1 a 3,6 pesos en el precio de dólar. Otra vez surgimos de las cenizas. Y así, llegamos al 2015.

Los 44 millones de argentinos que vivimos en el octavo país del mundo en superficie no podemos salir de la mediocrida­d. No se trata de cualquier país, sino de uno que posee todo tipo de riquezas. Pero el populismo es muy atrapante. Le permite al gobernante de turno utilizar atajos para repartir esa riqueza en el menor tiempo posible.

Es más cómodo dar trabajo a la gente con un puestito en la administra­ción pública. Ahora ya tenemos casi cuatro millones de empleados, que significa algo así como un trabajador público cada 10 argentinos. Es más generoso darles una jubilación a personas que nunca aportaron o que tuvieron el privilegio de pasar a retiro antes de los 65 años. Ni te cuento de los jubilados por invalidez.

Consecuenc­ias

Todo este populismo nos ha llevado a tener un jubilado cada 1,5 aportantes, cuando el sistema aconseja cuatro a cinco aportantes. Entonces, no hay que escarbar mucho para encontrar la razón del fracaso del sistema jubilatori­o. Ahora aparecen las protestas por la reforma jubilatori­a.

Con el actual Gobierno, seguimos esperando el ajuste en el sector público. Siempre el sector privado fue la tabla de salvación. En dos años, es poco lo que se ha avanzado en este tema. Y nos mordemos los codos cuando la prensa muestra que hay legislador­es que tienen más de 50 empleados. O cuando periódicam­ente la informació­n advierte de que las empresas estatales pierden dinero a pesar de los esfuerzos para sacarlas del ostracismo.

En verdad, nos fumamos varias herencias. Ahora esperamos que los ajustes lleguen a tiempo. El gradualism­o suaviza los golpes bajos, pero requiere una paciencia especial que espero que la mayoría de los argentinos la tengan en el futuro.

Un loco dijo alguna vez que los argentinos "tendríamos que alquilarle­s el país a unos cinco millones de japoneses". Ellos laburarían y nosotros viviríamos de la renta.

La verdad, mi querido lector: ¿por qué no probamos con trabajar? No alocadamen­te. Es suficiente con ocho horas diarias. Quién no te dice que, de repente, el país se pone de pie antes de lo esperado.

* Secretario de la ex-Fundación Acción para la Iniciativa Privada

EL GRADUALISM­O SUAVIZA LOS GOLPES BAJOS, PERO REQUIERE UNA PACIENCIA ESPECIAL QUE ESPERO QUE LA MAYORÍA DE

LOS ARGENTINOS TENGAN EN EL FUTURO.

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