La Voz del Interior

Benavides quiere darse el mejor regalo

Kevin cumple hoy 29 años y sueña con ganar el Dakar. Ayer fue segundo en la etapa y quedó a un paso de la cima en la general. La historia del salteño que puede ser leyenda.

- Agustín Caretó acareto@lavozdelin­terior.com.ar

Enviado especial a San Juan (Perú)

Apenas 3 años tenía el salteño Kevin Benavides cuando, por primera vez, se subió a una moto. Papa Noel le trajo una QR50 y por eso aprendió a manejarla antes que a una bici. Pasaron los años y el piloto hoy celebra sus 29 años, mientras cumple un sueño: compite para el equipo principal de Honda y, tras la gran etapa que hizo ayer en el tramo que unió Pisco con San Juan de Marcona, quedó segundo en la general. Y ningún especialis­ta se anima a tacharlo de la lista de candidatos para alzarse con el título, aunque con sólo subirse al podio ya entrará en la historia.

Tras su cuarto puesto en el debut “dakariano” en 2016, el año pasado Kevin se quedó afuera por una lesión a último momento. Y ahora va por la revancha y con el aliciente de que también compite su hermano menor, Luciano (con una KTM).

“Norbi (Norberto, su papá) también corría y era bueno, ganó muchísimas carreras y obvio que eran otros tiempos, pero la pasión sale de ahí. Ellos nacieron con el chip de las motos”, cuenta orgullosa Isis Grifasi, madre de los motociclis­tas.

Pero todas las miradas ahora apuntan a Kevin, que en 2016 se convirtió en el primer argentino que ganó una etapa de motos en el Dakar.

Ahora su meta es ser el más rápido en las catorce etapas, regalarle a la Argentina su primera victoria en esta modalidad y festejar ante el público cordobés en el Centro Cívico. Sería histórico.

La historia de Luciano, de 22 años, por ahora es distinta. Es un piloto salido del enduro y el motocross, y busca enfocar su entusiasmo de debutante para hacer una buena carrera. No más que eso, ya que todavía le falta experienci­a en la navegación. Tras los primeros tres días de carrera, está 17°.

De todos modos, y más allá del amor que los une, ambos saben que representa­n a marcas rivales y su hermandad queda afuera al momento de competir. “Siempre nos decimos: ‘Ya te voy a encontrar en el desierto sin agua’”, bromea Kevin, quien conoce de la solidarida­d dakariana, pero entiende que para ganar hay que superar incluso a su hermano. Y hasta el momento va por un camino para transforma­rse en una leyenda del motociclis­mo argentino.

Por el batacazo

KTM viene ganando desde hace 17 años el Dakar y los japoneses de Honda no pueden sacarse la espina de quitarle el trono. Y su gran esperanza es Kevin, quien habló en exclusiva con Mundo D.

“Hoy (por ayer) fue una muy buena etapa, me sentí muy bien en la moto, salí a apretar y tuve una pequeña caída porque las dunas estaban muy blandas y me fui para adelante, pero no fue nada”, explicó el salteño.

“Después me quedé enganchado, fui con muy buen ritmo, abrí yo los últimos 20 kilómetros, mi compañero de equipo hizo una equivocaci­ón y llegué primero al final”, agregó Kevin, quien luego dijo: “También estoy muy contento por Luciano, que viene bien”.

Porque más allá de la competenci­a entre ambas marcas, hay una cuestión de sangre que ni Honda ni KTM pueden separar. Y si bien tienen seis años de diferencia, su madre contó que ambos nacieron en una clínica privada en calle Urquiza al 150, en Salta. Los dos a la misma hora (13.30) y con el mismo peso (3,200 kilos). Y el destino quiso que ambos hoy tengan un mismo sueño: triunfar en el Dakar.

La rampa cordobesa los espera.

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Subido a la moto. Hoy cumple 29 años este piloto experiment­ado.

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