La Voz del Interior

Decepciona­do

Sébastien Loeb anhelaba con ganar su primer Dakar, pero ayer debió abandonar. Siente que era su última chance.

- Enviado especial a Arequipa (Perú) Agustín Caretó acareto@lavozdelin­terior.com.ar

Loeb, quien abandonó ayer, siente que nunca podrá ganar un Dakar.

Al francés Sébastien Loeb se le dibuja una sonrisa en el rostro cuando le preguntan por Córdoba. Al nueve veces campeón del WRC nuestras sierras le traen los mejores recuerdos de sus épocas arriba de un Citroën, ya sea en las montañas o en el interior de la mítica Cañada, donde dio un show espectacul­ar en 2013.

Arriba de un Peugeot, el piloto francés estaba disputando su tercer Rally Dakar, pero ayer quedó atrapado en una trampa de arena y debió abandonar en el exigente tramo que unió San Juan de Marcona con Arequipa, en Perú. El galo cayó en una especie de cráter de arena blanda y ni siquiera su compañero de equipo, Cyril Despres, pudo rescatarlo. Logró salir de esa posición tras perder varios minutos, pero los golpes que sufrió su navegante Daniel Elena lo obligaron a dejar la competenci­a.

Y su bronca fue indisimula­ble: Loeb sentía que esta era su última oportunida­d de ganar el Dakar y soñaba con hacerlo el 20 en Córdoba, donde se siente casi local: sus ocho triunfos en la fecha argentina del Mundial de Rally certifican que sabe cómo adaptarse a los territorio­s con aroma a peperina. Pero habrá que seguir esperando para ver de cerca al gran ídolo.

“Me hubiera encantado que mi carrera terminara en Córdoba, tengo muy buenos recuerdos de ese lugar. Creo que fui un par de veces (risas) por el tema del Rally y estaba muy feliz de volver allí”, le dijo el francés en exclusiva a Mundo D . Su sorpresivo abandono lo dejó con ganas de ir a nuestras sierras y a los cordobeses los privará de ver a uno de los mejores pilotos de todos los tiempos. Una lástima.

“Estaba ansioso por llegar a Córdoba. Aparte, me parece que si no ganaba ahora el Dakar, quizá nunca lo haga. Más adelante, tengo previsto competir con Peugeot en Rally-Cross y tendré otras obligacion­es”, contó Loeb, quien este año correrá tres pruebas del WRC con un Citroën C3. Pero como sólo estará en México, en Córcega y en Cataluña, esta era la única chance que los cordobeses tenían para ver en acción al gran campeón.

“Caímos en una especie de embudo de arena que no era visible. Fue un gran shock. Inmediatam­ente sentí un esternón agudo y dolor de coxis que no desapareci­ó. Tuvimos que terminar la etapa en cámara lenta por tanto que sufría. Por lo general, no dejo ir nada, pero realmente no tengo ganas de continuar así”, explicó Daniel Elena, copiloto del francés.

“Nos fue mal. Las dunas son demasiado blandas, no vimos el agujero y golpeamos duro. Ahí se terminó todo. Daniel está sufriendo por su dolor de espalda, pero está bien. Sin un camión de asistencia, no había forma de sacar el auto”, agregó luego Loeb. Con este panorama, el francés Stephane Peterhanse­l lidera con comodidad la general y se acerca un poquito más a su 14° título en el Dakar.

Se queda con las ganas

Para abordar su nuevo desafío de competir en esta categoría, Loeb adoptó en 2016 un perfil modesto que correspond­e al tem- peramento discreto y reservado que supimos conocerle en Córdoba.

Pero una vez embarcado en su Peugeot 2008 DKR, nadie se animó a bajarlo de la lista de candidatos: en su primera experienci­a ganó algunas etapas, pero pagó caro sus errores y culminó noveno.

El año pasado peleó palmo a palmo con su compañero de equipo Peterhanse­l por el título, pero no pudo ser por muy poco y culminó segundo. Incluso en las pistas donde construyó su leyenda en el WRC, en cercanías de Córdoba, los sueños de victoria se disiparon con una simple pinchadura, mientras que los dos minutos que lo separaban de “Peter” parecían accesibles.

Por eso, Sébastien sentía que era ahora o nunca. Porque no sólo vive como un ganador nato, sino que representa a una marca que sigue esa línea.

Cuando en la previa a la carrera les preguntaro­n a los pilotos de Peugeot sobre las cosas que no les permitía su escudería hacer durante un Dakar, su compañero Despres no dudó al responder. “Lo único que no nos permiten es perder”. Loeb lo miró, sonrió y asintió. Porque así vive esta pasión. Y por eso ayer masticó más bronca que arena al abandonar a pie su auto en medio del desierto peruano. ¿Tendrá revancha en el futuro?

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(AP) Frustrado. “Me parece que si no gané el Dakar en esta edición, quizá nunca lo haga”, dijo el francés, quien quería llegar a Córdoba, un lugar que añora.
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