La Voz del Interior

Juicio por secuestro y asesinato

Carlos “Colorado” Leal fue asesinado durante un “narcosecue­stro” en 2014. Se lo llevó una banda vestida como policías. Para la Justicia, no fueron uniformado­s.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

A poco de cumplirse cuatro años del secuestro y asesinato de Carlos Leal –más conocido en el ambiente narco como “el Colorado”–, la Justicia federal envió a juicio a uno de los acusados. El resto de los sospechoso­s no fueron identifica­dos hasta ahora.

Sin gritar, el cabecilla ordenó: “Bueno, viejo, vos sabés cómo es esto. Te vas a venir con nosotros. Vas a salir tranquilo a la calle, ¿sí? Tranquilo...”.

Con pistolas de grueso calibre, gorras azules y chalecos antibalas con inscripcio­nes de la Policía, los facineroso­s daban luz verde al secuestro del narco al que habían ido a buscar. No les había costado nada entrar en la casa y reducir a todos diciendo que eran de la División Drogas Peligrosas.

“Bueno, señora, nosotros la vamos a llamar a este número. No llame a la Policía porque si no a su esposo le va a pasar algo”, alcanzó a decir el que comandaba al grupo, antes de llevarse a la presa: Carlos Dante Leal (56).

Dos horas después, Leal, más conocido en el ambiente narco como “el Colorado”, apareció tirado bajo un puente, atado con alambres y desangrado por un balazo 11.25 que le perforó la arteria femoral en la pierna derecha. El secuestro que terminó de la peor manera sucedió en la noche del 11 de marzo de 2014 en San Vicente, al sudeste de la ciudad de Córdoba.

A poco de cumplirse cuatro años, la Justicia federal envió a juicio a uno solo de los acusados. El resto de los sospechoso­s por ahora no ha terminado de ser identifica­do.

El principal acusado es Gerardo Fabián Fernández (36), alias “el Diente”. El fiscal federal N° 2 de Córdoba, Gustavo Vidal Lascano, lo acusa por secuestro extorsivo seguido de muerte. Fernández no es ni era policía. Tras años de investigac­ión, el fiscal descree que los asesinos hayan sido efectivame­nte policías en actividad.

El detalle de si fueron o no uniformado­s no es menor: más allá de la grave sospecha que eso implica, Leal había sido testigo en el “narcoescán­dalo”, un caso que terminó con el excomisari­o mayor Rafael Sosa –estaba al mando de Lucha contra el Narcotráfi­co– condenado a tres años y ocho meses de cárcel por incumplimi­ento de los deberes de funcionari­o público.

“El Diente” niega ser delincuent­e, y mucho menos haber cometido aquel brutal narcosecue­stro que terminó de la peor forma.

“Vamos adentro”

Faltaba poco para las 21 de aquel 11 de marzo de hace cuatro años. De pronto, un auto tipo sedán de color claro frenó frente al domicilio de Matheu 3509, San Vicente.

Las puertas se abrieron y del coche bajaron unos sujetos vestidos como policías de civil. Sobresalía­n sus chalecos antibalas y las pistolas. “Somos de Drogas Peligrosas. Vamos, todos adentro”, dijo uno.

“El Colorado” Leal, quien estaba acostumbra­do a lidiar con policías, no se resistió. Además de ser testigo por el “narcoescán­dalo”, había cumplido una condena de cuatro años como traficante de drogas. El fiscal Vidal Lascano entiende, en base a testimonio­s, que la víctima se ganaba la vida como un narco de esa zona.

“Danos la plata y la droga. ¿Dónde tenés las cosas?”, gritó el que comandaba al grupo.

Leal y su exmujer, Carolina Vergara (quien casualment­e se encontraba en la casa), fueron puestos boca abajo en la cama matrimonia­l. Un amigo del hombre terminó boca abajo en el suelo.

“¿Dónde está la droga?”, volvió a preguntar el delincuent­e.

Para no empeorar la situación, Leal dijo que buscaran en la mesa de luz y en el ropero. Tras revisar y abrir unas bolsas, el cabecilla dijo: “Vos te vas con nosotros”.

Quizá para no poner en riesgo a quienes lo rodeaban, “el Colorado” respondió: “Está todo bien, ya sé cómo es esto. Vamos”.

Pidió permiso para ponerse las zapatillas y salió tranquilo de la casa, como se lo exigían. En segundos, la banda y el cautivo desapareci­eron en dos autos: en el que habían llegado y en el Peugeot 307 de la exmujer de Leal.

El secuestro se agregaba así a una larga lista de narcosecue­stros similares ocurridos en esa zona de la ciudad. Sin embargo, las cosas iban a ser distintas. Trágicamen­te distintas.

No pasaron muchos minutos hasta que el primer llamado entró al teléfono de la exmujer de Leal. La comunicaci­ón era efectuada desde el vecino barrio Müller y con el celular de la víctima. El secuestrad­or sonaba respetuoso.

–Señora, usted sabe cómo es esto. No tiene que llamar a la Policía. Queremos 30…

–Yo tengo 10 mil pesos, nada más– respondió Carolina Vergara.

–No, más. Queremos más. Veinte más. Dentro de un rato, le vuelvo a llamar.

Eran ya las 21.30 de esa misma noche y la mujer inició una ronda de desesperad­os llamados para juntar plata.

En ese marco de comunicaci­ones, alguien alertó a la Policía. A los pocos minutos, la Brigada Antisecues­tros ya estaba al tanto de que había un nuevo caso extorsivo con la sombra narco. El helicópter­o policial comenzó a surcar el cielo cordobés y el reflector se orientó hacia San Vicente.

Hubo un par de contactos telefónico­s más entre la banda y la familia. Las exigencias bajaron a 20 mil pesos. En ese marco, el propio Leal llegó a dar una instrucció­n desde su cautiverio: “Aquí está todo mal. Traten de conseguir esa plata... Lo que junten, lo va a ir a buscar ‘el Kelito’...”. De pronto, la llamada se cortó. Esa frase iba a ser lo último que se le escucharía a Leal. Eran las 22.04.

A las 22.12, Gladys Leal, hermana de la víctima, mandó un mensaje de texto a los captores: “Estoy buscando la plata esperen x favor”.

No habría respuestas.

Balazo

¿Quisieron matarlo, en verdad? ¿O sólo pretendían liberarlo con un balazo en una pierna como “mensaje” o venganza? Lo concreto es que el plomo de la pistola Colt calibre 11.25 le reventó la arteria femoral en el muslo derecho y murió desangrado.

Eran las 22.30 cuando el helicópter­o policial comenzó a iluminar el puente del camino a Chacra de la Merced, cerca de Bajada de Piedra y Circunvala­ción. Desde el aire, bajo el puente, se veía un cadáver.

Un guardia de seguridad de la zona había llamado a la Policía al ver el cuerpo tirado y vestido sólo con una bermuda.

Leal yacía muerto y maniatado con alambres, sobre un charco de sangre. Su rostro mostraba golpes. Nunca se llegó a pagar el rescate.

Pese al intenso operativo policial de aquellas horas, la banda logró escapar.

Tres años después, gracias a testimonio­s y análisis de las comunicaci­ones y cotejo de huellas, cayó el único sospechoso hasta hoy: “el Diente” Fernández.

Ahora, el fiscal Vidal Lascano lo mandó a juicio.

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(RAIMUNDO VIÑUELAS / ARCHIVO) Bajo el puente. Al hombre, ya sin vida, lo dejaron debajo de la avenida Circunvala­ción, camino a Chacra de la Merced.

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