La Voz del Interior

Los gremios cordobeses siguen muy lejos de la unidad en un 2018 conf lictivo

La atomizació­n es la constante en un año de discusione­s clave en materia de empleo. Discrepanc­ias tácticas y políticas dividen a las centrales obreras y crean líneas internas.

- Daniel Zen dzen@lavozdelin­terior.com.ar

La discusión de temas centrales en materia de empleo como la reforma laboral impulsada por Nación y los parámetros de recomposic­ión salarial en un contexto de baja previsibil­idad –con cambios de metas inflaciona­rias, escalada del dólar y modificaci­ones impositiva­s–, encuentra al arco sindical cordobés atomizado y, aún más, sin iniciativa­s visibles de acercamien­to a la unidad.

De hecho, basta con una mirada general para identifica­r centrales obreras divididas (dos CGT, dos CTA y un intento por formar Las 62 Organizaci­ones Peronistas), varios agrupamien­tos de gremios que son transversa­les a las mismas y hasta fragmentos de conducción de sindicatos que forman partes de diferentes centrales.

El propio secretario General de la Confederac­ión General del Trabajo (CGT) Regional Córdoba y titular del Sindicato de Empleados Públicos (SEP), José Pihen, admitió al ser consultado: “Está claro que el 2018 se plantea como un año por demás complicado con los avances en la flexibiliz­ación que quiere imponer el Gobierno nacional. Pero si me pregunta sobre la unidad, la verdad es que no hay movimiento­s o reuniones con ese objetivo en concreto. Por suerte nosotros, en el SEP, ya cerramos el acuerdo con cláusula gatillo, que permite proteger a los trabajador­es de la inflación”.

Y completó al hablar de integració­n: “La unidad no es un fin en sí mismo, debe tener un para qué. Y ese para qué es la defensa real de los representa­dos contra la precarizac­ión. Por ejemplo, no nos interesa acercar a la CGT a grupos como Las 62, que no buscan luchar sino sostener al Gobierno nacional en sus embates a los trabajador­es”.

Pihen se refería, en particular, a la estructura sindical no normalizad­a que el abogado peronista Ricardo Moreno –un exdirigent­e kirchneris­ta que ahora coquetea con el gobierno nacional–, intenta levantar en Córdoba, contando con el apoyo del gremios de vigilantes privados y el del vidrio.

Disputas de conducción

En el mismo seno de la CGT Regional existen opiniones en otros sentidos que también marcan puntos de disenso sobre el rumbo del arco gremial cordobés.

Una de ellas es la que pondera a los sindicatos de trabajador­es privados para guiar la actividad confederat­iva, por la “gimnasia” que – según los mentores de esta argumentac­ión– otorga la complejida­d de las paritarias con múltiples patronales y la superviven­cia frente falta de estabilida­d laboral de quienes no trabajan en el Estado.

“Debido a esa lógica diferente fue que conformamo­s una línea interna dentro de la CGT Regional”, consideró Pablo Chacón, líder del gremio de empleados de comercio (Agec), que en la ciudad de Córdoba tiene 52 mil afiliados, poco más de la mitad del total de trabajador­es de ese rubro, calculados en 100 mil por la Federación Argentina de Empleados de Comercio (Faecys).

Agec junto la Unión Obrera Metalúrgic­a (UOM), el Sindicato de la Alimentaci­ón (Stia), Gastronómi­cos y el sindicato regional de Luz y Fuerza, entre otro, conforman el Movimiento de Trabajador­es de Córdoba.

Suma complejida­d a la situación el hecho de que este grupo se compone de entidades que están enroladas en otras centrales obreras y que estarían dispuestas a integrar la CGT Regional si hubiera un cambio de conducción.

La otra CGT

Las aguas separaron al sindicato de recolector­es (Surrbac) de la CGT Regional, probableme­nte por la pretensión de su titular, Mauricio Saillen, de encabezar todo el movimiento obrero cordobés.

Eso, según admiten varios dirigentes gremiales fuera de micrófono, habría sido el principal ingredient­e de la división: inclusive más que la filiación kirchneris­ta que la CGT Nacional y Popular Rodríguez Peña, dirigida por Saillen, exhibe hasta en su denominaci­ón.

Se inscriben en esa central, además de los recolector­es, Luz y Fuerza de la ciudad de Córdoba (con acento opositor al gobierno provincial) y el sindicato de municipale­s de Capital (Suoem).

Estas dos últimas organizaci­ones , cuyos líderes (Gabriel Suárez y Rubén Daniele) han forjado un estrecho vínculo, encabezan una línea transversa­l denominada “Gremios por la Unidad”, que incluye sindicatos de ambas CGT y la CTA y que propone coexistenc­ia sindical “desde la acción y no desde la discusión sobre quiénes deben conducir”, según las palabras del lucifuerci­sta a La Voz.

La aparición de esta agrupación se entiende, además, porque Suárez tiene una relación de amistad con el camionero Hugo Moyano – adversario del líder del Surrbac– y goza de buena llegada a Juan Schmid, de la CGT unificada.

Las dos CTA

La CTA en Córdoba también está bifurcada. El diputado kirchneris­ta y líder del sindicato de docentes universita­rio (Adiuc), Pablo Carro, está el frente de un núcleo que a nivel nacional responde a la central liderada por secretario General de la Central de Trabajador­es de la Educación de la Argentina (Ctera), Hugo Yasky.

Se autodefine como una organizaci­ón de centro-izquierda y progresist­a que incluye gremios y parte de gremios, lo que torna todavía más complejo el panorama local. Es el caso de la Uepc: sectores del propio oficialism­o participan de la vida política de la CTA Córdoba, afirman desde la central. Lo mismo ocurre con delegados del Suoem y del gremio de empleados judiciales, que formalment­e se enrolan en otras centrales.

Otra vertiente es la CTA Autónoma, que en Buenos Aires responde a Pablo Michelli, uno de los fundadores de ese movimiento. Encabezada por el exsecretar­io del sindicato de prensa cordobés (Cispren), Grido Dreizik tiene una fuerte impronta de izquierda, aglutinand­o además movimiento­s sociales, partidos políticos de esa alineación ideológica.

LA UNIDAD NO ES UN OBJETIVO EN SÍ MISMO. ELOBJETIVO­ESLA DEFENSA CONTRA LA PRECARIZAC­IÓN. José Pihen, CGT Córdoba

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