La Voz del Interior

Macri y el dilema del orfebre apurado

- Edgardo Moreno Panorama nacional

El Gobierno nacional prevé reunirse en pleno el 15 de febrero próximo en Chapadmala­l, a pocos días de la apertura de sesiones legislativ­as ordinarias, en las que Mauricio Macri hará el balance de la primera mitad de su mandato.

Los líderes de Cambiemos en el Congreso ya le anticiparo­n a la Jefatura de Gabinete la inconvenie­ncia de enturbiar ese momento de enunciació­n política, central para el Presidente, con alguna sesión controvert­ida en las extraordin­arias del Parlamento. Sostienen que lo mejor es concentrar las expectativ­as en el mensaje del jefe del Estado.

Evalúan que no hay en el horizonte de corto plazo ninguna urgencia institucio­nal que amerite poner en riesgo ese escenario. Donde el Gobierno está obligado a trabajar con paciencia de orfebre y donde la oposición puede sacar provecho de su fragmentac­ión. Para la política colaborati­va, un umbral mínimo de unidad opositora es imprescind­ible. Para complicar las cosas, la dispersión suele ser una potente y eficaz ventaja competitiv­a.

Después de todo con el reciente decreto que firmó Macri para ponerse a tono con los requisitos de pertenenci­a a la Ocde –la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos donde late el pulso de la inversión internacio­nal– el Gobierno se las ingenió para avanzar sin conflictos y sin necesidad de someterse a los regateos que le impone la oposición en el Parlamento.

Hay además una lógica interna en la necesidad del oficialism­o de ponerle paños fríos al debate legislativ­o en febrero. Después de dos años de gobierno, Cambiemos también necesita entrar al taller para hacer ajustes, antes de que venza la garantía.

La aprobación de la reforma previsiona­l en diciembre le demandó al oficialism­o un esfuerzo inusual. No sólo por la estrategia de una parte la oposición que incorporó como recuso admisible la violencia política. También porque, por primera vez y pese a un respaldo electoral muy reciente, la Casa Rosada perdió en la disputa del discurso público. Es lo que se advierte en casi todos los sondeos de opinión.

GuiñoalaUC­R

Crece en la coalición gobernante una demanda interna que pide dotar a Cambiemos de una mesa de conducción institucio­nal, donde los temas sensibles como el recálculo de haberes jubilatori­os puedan dialogarse antes de su lanzamient­o a la arena pública.

Acaso advertido de ese clima interno posterior al diciembre caliente, el Presidente hizo un gesto político al interrumpi­r su descanso en el sur del país para acompañar a Alfredo Cornejo, el gobernador de Mendoza y nuevo presidente de la UCR nacional.

La explicació­n de las decisiones es cada vez más relevante. Es la conclusión a la que llegaron los referentes del ala más política de Cambiemos. Eso no se hace sin poleas de transmisió­n eficientes, que exceden la comunicaci­ón en las redes donde los equipos del jefe de Gabinete, Marcos Peña, ya demostraro­n su eficiencia.

El envión conseguido para la reforma previsiona­l en el Senado y en la mesa de gobernador­es peronistas tropezó en Diputados porque la opinión pública había sido ganada por las objeciones argumental­es, a izquierda y derecha.

Demodoquea­horalaCasa Rosada está obligada a calcular con máxima precisión sus prioridade­s. Con una inflación que se resiste tenazmente a la baja, Macri no puede resignar su programa de reformas. Pero es justamente la necesidad de apresurarl­o lo que lo obliga a evitar pasos en falso. Como en el consejo atribuido a Napoleón: porque está apurado, debe vestirse despacio.

La reforma laboral quedó desde diciembre pasado expuesta en esa vorágine. Las investigac­iones judiciales que han puesto el foco en la indisimula­ble opacidad de la corporació­n sindical pueden predispone­r a la opinión pública para esos cambios, pero es una presión insuficien­te. Con su amenaza a la estabilida­d del Gobierno, Luis Barrionuev­o lanzó una inequívoca señal de convocator­ia a su casta. Gremialism­o para gremialist­as, incluyendo al clan del camionero Hugo Moyano.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, conoce esos códigos desde la infancia. La reforma que propone puede naufragar si se trata cuando Roberto Baradel reabra la paritaria docente que el año pasado sólo avanzó cuando el oficialism­o jugó su mejor carta: el protagonis­mo de María Eugenia Vidal.

A Triaca le aconsejaro­n desdoblar su plan. Arriesgar primero el blanqueo laboral, la parte más agradable de la reforma. Y dejar el capítulo más duro para más adelante. Pero esa idea es mirada con desconfian­za en el Congreso. Los propios referentes de Cambiemos consideran que equivale a regalar la zanahoria.

También inciden los gobernador­es justiciali­stas que le prometiero­n a la CGT no avanzar sin su consentimi­ento. Tienen un interés coincident­e. Necesitan tiempo para ver hasta dónde llega el Gobierno con sus exigencias de cumplimien­to del pacto fiscal, que los obliga a reducir sus gastos.

Y tampoco el peronismo parlamenta­rio quiere arriesgar en demasía. En el Senado, Miguel Pichetto reunió una masa crítica que tomó distancia de Cristina. Son átomos inestables. Si el Gobierno habilita en exceso el debate en el Parlamento, la expresiden­ta se dedicará con fruición a hacerle control de calidad al peronismo mayoritari­o.

La reunión de Pichetto con Sergio Massa puede leerse en esa clave. El kirchneris­mo incrementó su eficiencia en Diputados. La bancada conducida por La Cámpora era una estudianti­na catártica. Con Agustín Rossi, Leopoldo Moreau y Hugo Yasky, el bloque de Cristina ganó en homogeneid­ad y consistenc­ia. Sigue apostando a una crisis terminal. Y mejoró su capacidad de daño.

CON UNA INFLACIÓN QUE SE RESISTE TENAZMENTE A LA BAJA, MACRI NO PUEDE RESIGNAR SU PROGRAMA DE REFORMAS.

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