La Voz del Interior

El lugar en el mundo de Eugenio Zanetti

El escenógraf­o premiado con el Oscar nos muestra su hotel en San Javier, Valle de Traslasier­ra.

- Héctor Brondo hbrondo@lavozdelin­terior.com.ar

El viaje en auto entre la casa de los Zanetti de avenida Colón y La Cañada, en la ciudad de Córdoba, y San Javier, al sur del Valle de Traslasier­ra, en el oeste de la provincia, demoraba unas siete horas, más o menos. La familia, incluido el pequeño Eugenio, hacía la travesía en un Fiat Balilla, modelo 1936.

La berlina italiana tenía una caja de cuatro marchas; en recta y con viento a favor, era capaz de desarrolla­r una velocidad de 80 kilómetros por hora.

El chofer y los pasajeros celebraban la llegada al Hotel Yacanto como un triunfo, pero sin revelar la emoción en forma estentórea. Es que, a mediados de la década de 1950, atravesar la montaña por caminos de cornisa, estrechos y enripiados implicaba riesgos que muchos preferían no asumir. No era el caso de los Zanetti. En aquel tiempo, Eugenio era un gurrumín de ojos vivaces que descubría maravillas en el cielo cuando estallaba en estrellas; casi nadie se percataba de ese instante.

El canto de las chicharras que hacía detonar el silencio del cañadón en mil pedazos precedía ese momento fugaz, fascinante.

Así fue que, en un verano, aquel niño se prometió regresar, cuando fuera grande, a ese lugar donde sentía que todos los lugares del universo se hacían uno.

Todo igual que siempre

“La gran virtud de San Javier es su extrema sencillez, lo más difícil de conservar en estos momentos en el universo”, destaca Eugenio Zanetti de ese pueblo serrano, a

220 kilómetros al oeste de la ciudad de Córdoba y a 20 de Villa Dolores.

“Negro absoluto y estrellado: así es su cielo de noche. De día sigue estando tan vivo como siempre, con continuas formacione­s de nubes, con tormentas que se arman desde el sur, desde el oeste”. Así describe la bóveda celeste en ese punto de la comarca el ganador del Oscar al Mejor diseño de producción y dirección de arte, en

1996, por su trabajo en la película Restauraci­ón. “Lo acabo de pintar en un cuadro”, completa.

“Como cuando era niño, cada vez que estoy en San Javier me gusta respirar profundo, llenarme las entrañas con ese aire puro y escuchar el silencio que es intenso hasta el atardecer, cuando aparecen en escena las chicharras y lo quiebran”, apunta.

“Hay lugares con bellezas, pero en San Javier todo es bello. Es un lugar donde todos los lugares se vuelven uno”, resume.

Esos registros en tiempo de inocencia influyeron en él a la hora de decidir dónde construir una casa y llenarla de recuerdos y sueños.

“La vida, como el cine, el teatro o la literatura, contempla tres actos; yo estoy en el tercero, en el de la resolución del conflicto, instancia que tiene relación con el primer acto, con el de la iniciación del conflicto cuando era un niño”, explica.

“Es lo que me llevó a retornar, a construir una casa en San Javier, a traer mis cuadros”, apunta.

Con esa intención, Zanetti y su socio y amigo Sebastián Sabas concibiero­n una casa para recibir a los amigos de todo el mundo. Sin embargo, dice el también escenógraf­o y pintor: “Cuando pasamos los 600 metros dije a Seba que me parecía grande para vivienda y se transformó en hotel”.

Se refiere a Estancia de la Cruz. Aunque por fuera la posada luce sencilla, adentro se asemeja al set de una película fantástica.

En la suite principal, se lucen puertas marroquíes que fueron fabricadas para la película The haunting (La maldición).

El enigmático portal de entrada está hecho con la única cancela sobrevivie­nte de una mezquita de Fez, destruida en el siglo XVIII.

También tiene lámparas con cabeza de carnero de Las increíbles aventuras de Pecos Bill ,un macetero de Línea mortal y otros objetos hollywoode­nses.

“En este lugar puse muchas cosas que había diseñado y que nadie quería conservar cuando terminaban las películas; las fui comprando, como las puertas marroquíes que estuvieron guardadas unos 15 años en contenedor­es, en Estados Unidos”, explica.

Eugenio Zanetti dice que San Javier se parece a la Villa Carlos Paz de su infancia. También, que las Altas Cumbres como telón de su refugio le recuerdan el entorno montañés de su cobijo de Pasadena, en California. “Aunque desde las colinas de Los Ángeles, hacia el poniente, se ve el mar, y desde las del cerro Champaquí, la planicie enorme que se estira hasta San Luis”, concluye.

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(GENTILEZA EUGENIO ZANETTI) Descanso. Su propio hotel, el lugar al que el artista de reconocimi­ento internacio­nal elige volver periódicam­ente.
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(GENTILEZA EUGENIO ZANETTI) Fuente de inspiració­n. En San Javier, trabajando.

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