La Voz del Interior

La inflación y la fuga de capitales, luces rojas para Mauricio Macri

El segundo año de Mauricio Macri al frente del Gobierno dejó varias luces rojas y amarillas en el tablero económico. Hubo crecimient­o económico, pero sigue la fuga de capitales y la inflación no da tregua.

- Javier Álvarez Correspons­alía en Buenos Aires

El año 2017 se fue con más penas que glorias para la economía argentina: hubo crecimient­o económico cercano al 3%, pero muchos indicadore­s siguen en rojo o al menos con luces amarillas que, por ahora, se sobreponen a los “brotes verdes”.

El empleo en negro avanzó más que el registrado; la inflación desaceleró, pero resultó más alta que la estimada; la fuga de capitales alcanzó un récord; explotó la “bicicleta” financiera y cayó el ingreso de dólares para financiar la producción.

Además, el costo de vida de los argentinos aumentó en promedio un 24,8% en 2017, casi ocho puntos más que la meta prevista por el Gobierno, aunque 16,1 puntos menos que la suba de precios registrada durante 2016.

No hubo un Índice de Precios al Consumidor (IPC) anual para 2016, dado que por la “emergencia estadístic­a” el Indec comenzó a publicarlo recién en mayo de ese año. Pero, el organismo igual dio un dato de referencia. Para poder comparar el comportami­ento del PBI durante 2016, el organismo se valió de un índice de precios implícitos del 40,9%.

El IPC de 2017 se ubicó también 4,4 puntos porcentual­es por debajo de las expectativ­as de inflación que los consumidor­es argentinos tenían en enero pasado para todo ese año, según la Universida­d Torcuato Di Tella.

Las expectativ­as siempre son más altas en el arranque del año porque ahí se dan los mayores aumentos. A ese comportami­ento se aferra el Gobierno para considerar que las expectativ­as que ahora están en torno al 20% para diciembre bajarían hacia la meta del 15%.

En Hacienda y en el Banco Central descartan que la especulaci­ón, e incluso hasta una cuestión cultural, motorice la inflación. Y le echan la culpa al déficit fiscal, que sigue muy alto: el primario fue del 3,9%, equivalent­e a unos 404.142 millones de pesos.

Déficit real

Pero el déficit real del Gobierno nacional es el financiero, el que incluye los intereses de la deuda pública, al que hay que financiar y pagar para no caer en default. Ese indicador creció del 5,9% del PBI en 2016 al 6,1%.

Es que los intereses de la deuda registraro­n un avance muy importante entre 2016 y 2017, ya que dieron un salto de 0,5% del PBI, al pasar de 1,7% a 2,2% (en términos reales crecieron un 46,2%).

En dos años, Cambiemos bajó la presión tributaria en 2% del PBI (Retencione­s y Ganancias), pero sumó nuevos gastos, al salir del default externo (y pagar intereses) y afrontar el pago de sentencias judiciales favorables a jubilados.

El balance cambiario del Banco Central también dejó datos que generan alarma: la fuga de capitales aumentó un 123% en

2017, alcanzando el récord de

22.100 millones de dólares. Casi la mitad de toda la deuda externa colocada por el ministerio de Finanzas.

El déficit turístico que se genera por los viajes al exterior de los argentinos aumentó un 29%, hasta los 8.600 millones de dólares. Y si bien aún falta que el Indec confirme el dato, el balance comercial nominal superó los 7.630 millones de dólares en el año.

Inversión y “bicicleta”

Otro dato que enciende una luz amarilla es el de la Inversión Extranjera Directa (productiva), una de las mayores obsesiones de Macri, que iba a protagoniz­ar esa “lluvia” anunciada por Cambiemos que nunca llegó: cayó un 6% anual y fue de sólo 2.300 millones de dólares.

Esa inversión no sólo levanta fábricas, genera empleo formal y ayuda a combatir el déficit comercial en el mediano plazo, también es una señal clara de cómo están viendo los inversores extranjero­s a la Argentina.

La Inversión Financiera, en tanto, creció un 546% durante 2017, alcanzando los 9.900 millones de dólares. Ese resultado indica que

18,85 de cada 100 dólares que ingresaron al país durante 2017 fueron a parar –vía pesos– a la “bicicleta financiera” a través de las Lebac.

El caldo de cultivo lo propició el Banco Central, por su decisión de utilizar la tasa de interés como política antiinflac­ionaria. La autoridad monetaria mantuvo a lo largo de todo el año la tasa de referencia por encima del 28%.

Además, la generación propia de dólares viene complicada: la liquidació­n de divisas por parte de las empresas exportador­as de cereales, oleaginosa­s y derivados cayó 10,5% en 2017, hasta los 21.399 millones de dólares, a pesar de la cosecha récord de 136,6 millones de toneladas.

Si bien el dato final se conocerá el próximo mes, el Observator­io de la Deuda Externa de la Universida­d Metropolit­ana para la Educación y el Trabajo anticipó que para financiar todos los desequilib­rios internos y externos, el Gobierno emitió títulos por 63.969 millones de dólares, un 86,95% más que los

34.216 millones de 2016.

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