La Voz del Interior

Una extendida controvers­ia

- Gerente General Juan Tillard | Director Periodísti­co Carlos Hugo Jornet

Las llamadas fiestas electrónic­as dejaron de ser una cita destinada al simple esparcimie­nto para situarse en un contexto de riesgo, en función de la reiteració­n de casos de intoxicaci­ones por el consumo de drogas sintéticas.

Hay un incipiente debate entre especialis­tas de la medicina y de la seguridad pública, que no logra dilucidar aún por qué la enorme mayoría de episodios fatales por la ingesta de estupefaci­entes de altísima peligrosid­ad, entre ellos el éxtasis, está asociada a ese tipo de eventos.

Las dudas persisten, aunque los antecedent­es sobre víctimas de este fenómeno pusieron en alerta a los organismos públicos, al extremo de que en ciudades y localidade­s de la provincia de Córdoba las autoridade­s prohibiero­n la organizaci­ón de fiestas electrónic­as.

Sin embargo, los acontecimi­entos se repiten, lo cual desnuda falencias que se examinan en la organizaci­ón de dichas fiestas, en los controles laxos a los proveedore­s de parte de la Policía y, sobre todo, en la temeraria propensión de muchos a consumir pastillas letales para el organismo.

Como una suerte de reiteració­n preanuncia­da, un hombre de 33 años terminó hospitaliz­ado a raíz de un cuadro de intoxicaci­ón aguda por el consumo de éxtasis en una fiesta electrónic­a realizada el pasado 27 de enero en la ciudad de La Calera, vecina a esa Capital.

Córdoba ha sido noticia por descompens­aciones y decesos a raíz del consumo de este tipo de drogas, una modalidad perversa que se viene consolidan­do entre los jóvenes que eligen este formato de “fiestas privadas especiales”.

En diciembre de 2017, un hombre de 35 años murió por ingerir éxtasis durante una velada tecno en el Complejo Forja, de la ciudad de Córdoba, con lo que se suman tres fallecimie­ntos por esta causa en los últimos tres años.

Los efectos nocivos del éxtasis son previsible­s y a veces irreversib­les. “Estuvo unos días intubado. Llegó muy descompens­ado, porque esta droga provoca daños en el cerebro. Tratamos de controlar sus consecuenc­ias, sus períodos de excitación y que no se asfixiara por broncoaspi­ración”, fue el crudo diagnóstic­o que dio uno de los médicos que atendió al hombre intoxicado en La Calera.

Es oportuno reiterar conceptos clave: la plaga del narcotráfi­co se expande y es responsabi­lidad del Estado dar batalla para poner en orden a los que amasan fortunas con ese negocio criminal.

Pero también son imprescind­ibles la toma de conciencia, la prevención y el autocuidad­o personal, para que unas pocas horas de entretenim­iento no se conviertan en una tragedia por la ingesta de drogas prohibidas que laceran el cerebro.

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