La Voz del Interior

Un centenario para reflexiona­r

- Roberto Fermín Bertossi* * Investigad­or del Centro de Investigac­iones Jurídicas, UNC

El presidente Mauricio Macri proclamó a 2018 como el Año del Centenario de la Reforma Universita­ria (decreto N° 5/2018). Este centenario marca una fecha de relevante importanci­a en la historia universita­ria nacional y sudamerica­na. Su rica savia, que sube desde aquella raíz, no se agotó con el paso de los años, sino que se ha hecho más fecunda y vigorosa.

Tan notable suceso tuvo su estallido estudianti­l el 15 de junio de 1918, durante el primer gobierno del radical Hipólito Yrigoyen (1916-1922), cuando se realizaba la Asamblea Universita­ria integrada por la totalidad de los docentes para designar al rector. El candidato estudianti­l era Enrique Martínez Paz; el de los sectores tradiciona­les de la Universida­d de Córdoba, Antonio Nores, miembro de la asociación ultra conservado­ra conocida como Corda Frates.

Hubo dos votaciones y ninguno obtuvo mayoría absoluta. Se hizo una tercera en la que resultó ganador Nores. Tal estallido rechazó este último guarismo, sosteniend­o que dicha asamblea había sido manipulada por los jesuitas, que constituía­n el poder universita­rio de hecho.

Entonces, los estudiante­s (mayoritari­amente de Derecho y Medicina) tomaron la universida­d y, con apoyo de los partidos políticos populares y del movimiento sindical, rechazaron la elección de Nores, quien intentó mantenerse en el Rectorado con apoyo de los grupos conservado­res y de la Iglesia Católica. El 17 de junio, el movimiento estudianti­l cordobés hizo conocer su reclamo (publicado el 21 de junio en La Gaceta Universita­ria) mediante el famoso Manifiesto Liminar redactado por Deodoro Roca.

El Manifiesto reflejó y cinceló las motivacion­es e ideas de los estudiante­s y profesores que participar­on en el movimiento reformista. En él, podemos leer: “Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. (...) Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”.

“Las universida­des –agregaba– han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitaliz­ación segura de los inválidos y, lo que es peor aún, el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibil­izar hallaron la cátedra que las dictara. (...) Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrátic­o”.

La Federación Universita­ria de Córdoba, continuaba, “reclama un gobierno estrictame­nte democrátic­o”, donde “el derecho a darse el gobierno propio radique principalm­ente en los estudiante­s”.

Y añadía: “El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscien­tes o de los cobardes. La única actitud silenciosa que cabe en un instituto de Ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experiment­a para crearla o comprobarl­a. (...) Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universita­rio el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas Casas es un baluarte de absurda tiranía...”.

Los principios liminares que impulsaron la Reforma Universita­ria –autonomía, cogobierno, libertad académica, misión social de la universida­d, extensión y vinculació­n con el resto del sistema educativo, periodicid­ad de las cátedras y concursos de oposición, unidad latinoamer­icana para la lucha contra cualquier forma autoritari­a de gobierno, etc.– mayoritari­amente siguen vigentes como logros indubitabl­es en las universida­des públicas argentinas.

Ya no basta con ocasionale­s membretes oficiales alusivos ni con meros actos o declaracio­nes recordator­ias; mucho menos ante un evidente estancamie­nto universita­rio que viene no sólo disolviend­o la alcurnia propia de nuestra tradiciona­l calidad académica sino también cuestionan­do el sentido y alcance de la utilidad universita­ria.

En efecto, esta conmemorac­ión resulta propiciato­ria en orden a revalidar, reempodera­r, transforma­r y relanzar la comunidad universita­ria toda, para que así pueda afrontar airosament­e los nuevos, tensos y dinámicos contextos interdisci­plinarios hipermoder­nos, honrando su acervo, sus principios, sus escudos y banderas innegociab­les, baluartes que jamás resignarán igualdad, incentivos, inclusión e independen­cia tanto como el rechazo de todo númerus clausus.

Finalmente, oteando el siglo 21 desde nuestra atalaya universita­ria, podemos decir que, recién cuando cada universida­d renueve su testimonio de sí misma, habremos actualizad­o reinterpre­t-adamente a don Miguel de Unamuno: “La Universida­d no es nada si no es útil a la sociedad, y esta se negaría a sí misma si no entiende y ayuda a la Universida­d. La Universida­d debe educar, enseñar e investigar, para ser beneficios­a a la sociedad”.

LOS PRINCIPIOS LIMINARES QUE IMPULSARON LA REFORMA UNIVERSITA­RIA MAYORITARI­AMENTE SIGUEN VIGENTES.

 ??  ??
 ??  ?? Invierno de 1918. Los estudiante­s de la UNC lanzan un grito al mundo.
Invierno de 1918. Los estudiante­s de la UNC lanzan un grito al mundo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina