La Voz del Interior

Tévez, un muchacho de barrio en busca de gloria

El rosarino debutó en Instituto el viernes. Es el mayor de seis hermanos de una familia humilde. La historia del crack que casi deja todo por un balazo y que sufrió por la falta de comida.

- Agustín Caretó acareto@lavozdelin­terior.com.ar

Cuando Mauricio Tévez habla del mejor centro que tiró en su vida no se refiere a alguno que haya hecho en el Monumental o en la Bombonera. Tampoco a alguno de los que lanzó el viernes en Alta Córdoba. Para el flamante refuerzo de Instituto, el mejor “centro” es siempre a principio de mes, cuando puede compartir parte de su sueldo con sus padres, quienes hicieron literalmen­te lo imposible para que hoy pueda ser futbolista profesiona­l.

“Mauri”, como le gusta que le digan, es el mayor de seis hermanos de una familia humilde y trabajador­a de Rosario. Por eso los ojos se le llenan de lágrimas cuando repasa el camino que atravesó hasta llegar a vivir de esto. “Apenas me sumé a Newell’s, recuerdo que iba a entrenarme en colectivo. Después mi viejo, por mala suerte o cosas de la vida, perdió el trabajo. Era albañil. Y no me podía ayudar con los pasajes en bondi porque vivía lejos del predio, me tenía que tomar dos. En ese momento se habló con el club y me fui a vivir a la pensión. Estando ahí yo tenía comida todos los días, pero llegaba el fin de semana a mi casa y veía que mis viejos o mis hermanos no tenían nada para comer”, reseña.

Y agrega: “Eso me ponía muy mal, me quería volver a mi casa. Pero tuve a mis abuelos, a mis vie- jos y a mis amigos que me empujaron a seguir en un momento difícil. Siempre que lo cuento se me aflojan las piernas”.

La familia siempre presente La historia es tan fuerte que parece que Tevez se va a quebrar. El delantero está al borde de las lágrimas. Pero toma aire, respira hondo y sigue: “Siempre veía eso, que no llegábamos con el pedazo de pan. Entonces me volvía de la pensión a mi casa, me escapaba. Estaba dos o tres semanas sin entrenar. Yo veía a mi viejo que no comía para que comiéramos nosotros. Y si bien yo podía picar algo en la pensión, no era lo mismo comer yo solo que poder hacerlo con ellos”.

La familia es la palabra que repite una y otra vez. Fue la que lo sostuvo y lo ayudó a salir adelante siempre. Incluso cuando la insegurida­d le mostró su peor cara en el barrio 7 de Setiembre en Rosario, años atrás. Unos motociclis­tas lo balearon en una pierna mientras estaba en la puerta de una casa con unos amigos. Era jugador de inferiores de Newell’s y, por eso, estuvo un mes sin poder entrenar.

Pero su papá, Juan José, y su mamá lo ayudaron a salir adelante rápidament­e: “Nunca fui solo a jugar, me acompañaba­n siempre. Es más, el viernes se juntaron todos en Rosario a cenar y a ver el partido contra Villa Dálmine. Imagino que el próximo partido ya podrán venir a verme en Córdoba. Esta vez sólo estuvieron mi mujer y mi hijo”.

“Me tocó vivir momentos difíciles que gracias a Dios ya pasaron. Hoy, desde mi humilde lugar, trato de darles lo mejor tanto a ellos como a mi esposa y a mi niño. Es el mejor centro que voy a tirar en la vida. Y lo voy a tirar siempre que pueda para que ellos puedan estar más cómodos”, le contó el rosarino a Mundo D.

–¿Y qué harías si no fueras futbolista?

–Estaría trabajando de albañil con mi viejo. No me doy maña, pero cuando no hay un pedazo de pan se aprende cualquier cosa. Varias veces pensé en largar todo. Cuando uno es chico es cabeza dura y se quiere ir de la pensión si las cosas no salen. Pero tanto esfuerzo dio sus frutos.

Días de gloria

Tras lo que fue su aparición en Newell’s con un golazo ante Boca en la Bombonera, las cosas no salieron del todo bien para Tévez en la Lepra. Por eso aceptó el desafío de bajar una categoría para ganarse un lugar en el Instituto que dirige Darío Franco y volver a tener ritmo de juego.

“Vine a buscar un poco de continuida­d, que hace bastante no la tenía. Voy a dejar siempre lo mejor para el grupo, para el club. Siempre voy a estar peleando por mi lugar”, explicó el futbolista de 21 años, quien llegó a préstamo al albirrojo. Si la Gloria asciende, el club de Alta Córdoba tendrá la posibilida­d de comprarle el pase.

“Tenía en la pensión de Newell’s compañeros de Córdoba que me hablaron muy bien de Instituto. Sabía que venía a un club grande. Me sorprendió la calidad de personas que hay, no porque pensara que acá había mala gente, sino que encontré más de lo que esperaba”, agregó.

Con el mate en la mano y acompañado por el otro refuerzo, Javier Mendoza, Tévez se ilusiona al contar que uno de sus hermanos vendrá a Córdoba pronto para probarse en Instituto. “Gustavo y Héctor ahora están jugando en Chile. Pero hay otro que también juega y es la ‘oveja negra’ de la familia... Se llama Fabián, es categoría 2001 y es un ‘5’ raspador”, resalta.

Se despide con una sonrisa y “huye” rápido para ir a ver su pequeño hijo de cuatro meses: “Va a ser ‘9’ o arquero, es bastante gordito Francesco y ya tiene una pelota”. Palabra de Tévez, el hombre que vino en busca de gloria. Y el viernes, en Jujuy, tendrá la chance de empezar a encontrarl­a.

YO VEÍA A MI VIEJO QUE NO COMÍA PARA QUE COMIÉRAMOS NOSOTROS. ESO ME PONÍA MUY MAL.

 ??  ?? Sueños de gloria. Tévez quiere ganarse un lugar en el equipo de Franco y en el corazón de los hinchas de Instituto.
Sueños de gloria. Tévez quiere ganarse un lugar en el equipo de Franco y en el corazón de los hinchas de Instituto.

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