La Voz del Interior

¿Un problema legal o formativo?

- Gerente General Juan Tillard Director Periodísti­co Carlos Hugo Jornet

El Gobierno nacional promoverá una reforma del Código Penal para excluir a los agentes de las fuerzas de seguridad de la figura de “legítima defensa”. La propuesta se asocia al controvert­ido “caso Chocobar”, policía que disparó por la espalda y mató al ladrón que había acuchillad­o a un turista estadounid­ense.

Un juez procesó a Chocobar por exceso de legítima defensa. El presidente Mauricio Macri recibió al policía y lo felicitó por su accionar. En la interpreta­ción oficial, el agente defendió a la sociedad de un delincuent­e.

Ahora, la ministra Patricia Bullrich sostuvo que judicialme­nte el caso está mal encuadrado: no se debería hablar de legítima defensa cuando un policía dispara en cumplimien­to de su deber de funcionari­o público.

Por lo tanto, lo que se propone es invertir la carga de la prueba. Hoy, cualquier policía involucrad­o en un enfrentami­ento como este es inmediatam­ente detenido e investigad­o.

¿Invertir el mecanismo implicaría que siga en libertad y en funciones, mientras se investiga el accionar del delincuent­e herido o abatido?

Visto así, el anuncio tiene sus bemoles. Por un lado, ante una Justicia que en los últimos años ha tendido a privilegia­r los derechos de los delincuent­es, en parte por la extensión de una concepción ideológica que descarga sobre la sociedad toda responsabi­lidad por el accionar criminal de los individuos, el oficialism­o ha optado claramente por otro camino. Las fuerzas de seguridad ahora cuentan con el respaldo político del Gobierno, que no duda en defender públicamen­te a los agentes involucrad­os y cuestionar a los jueces que supuestame­nte abusan del “garantismo”.

Por otro lado, el nuevo encuadre bien podría volver legales algunos excesos policiales, al flexibiliz­ar el protocolo de actuación.

Lo primero es entendible, aunque sea discutible. En última instancia, quien pagará el costo político, si se equivoca al solidariza­rse con quien no correspond­e, es el propio Gobierno. Pero lo segundo es preocupant­e y debiera ser analizado en detalle.

¿Cuál es el mecanismo más adecuado para la represión de delincuent­es sorprendid­os in fraganti? ¿El disparo liso y llano, aun del que está huyendo, como se ve en el video del agente Chocobar? ¿El uso de un dispositiv­o electrónic­o, no letal, como propuso hace años Macri, cuando era jefe de Gobierno de Buenos Aires?

En otro sentido, ¿tienen los actuales integrante­s de las fuerzas de seguridad la preparació­n y el entrenamie­nto suficiente­s para, en cuestión de segundos, en medio de un enfrentami­ento, obrar del modo legalmente pautado en la actualidad?

Porque es probable que no estemos frente a un problema legal sino formativo. Internaliz­ar una ley y un mecanismo de actuación para casos excepciona­les no es algo simple. Menos aún si quien debe actuar en esas circunstan­cias siente que su vida corre peligro. Tal vez este debiera ser el punto de partida.

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