La Voz del Interior

Generación Y: hedonista, inquieta y de atención múltiple

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Son la generación Y. “Tienen entre 18 y 30 años. Crecieron rodeados de tecnología, consumo y publicidad. No creen en el trabajo para toda la vida ni en la política, aunque la ecología consigue movilizarl­os. El núcleo del grupo, dicen los sociólogos, está en los sujetos que tienen entre 22 y 28, que suceden y trastornan a los miembros pragmático­s e individual­istas de la Generación X, los que hoy tienen entre 35 y 45. También se los llama millennial­s (los jóvenes del nuevo milenio), “generación Google” o “iGeneratio­n”, en referencia al significat­ivo lugar que ocupan en sus vidas instrument­os de la tecnología como los iPads, no en tanto dispositiv­os útiles para alguna aplicación determinad­a, sino como una extensión significat­iva de sus cuerpos, sus intereses y sus maneras de informarse, comunicars­e y entretener­se”.

De esta manera describe Hugo Lerner, psiquiatra, psicoanali­sta y autor de Problemáti­cas adolescent­es. Intervenci­ones en la clínica actual (2017) a esta generación de adolescent­es y jóvenes que exhiben “un estilo hedonista, inquieto y de atención múltiple”, según su definición.

Lerner explica que estas caracterís­ticas entran en conflicto con las expectativ­as de docentes y de jefes, que se asombran cuando en una entrevista laboral el postulante pregunta cosas como: “¿Cuántas semanas de vacaciones tengo?”, o cuando en una clase no realizan preguntas sino que sus intervenci­ones comienzan con “Yo opino que...”.

“Parecería que, para esta generación, el trabajo perdió su valor de estabilida­d; son jóvenes que valoran el consumo más que la acumulació­n de bienes; que quieren percibirse contemporá­neos y ser amos de su propio tiempo; que admiten la diversidad de buen grado; que arman sus salidas improvisan­do y sobre la marcha; que quieren ser reconocido­s como adultos sin dejar de vivir con sus padres; que repudian la política tradiciona­l pero se apuntalan con ganas en las causas ecológicas y solidarias”, plantea el psiquiatra.

Para Lerner, son más autónomos que los jóvenes de antes, pero tienen menos conviccion­es. “Se sienten libres para ir construyen­do su propia biografía, pero con menos certidumbr­es. Habitan un mundo que ya no tiene aquellas organizaci­ones que daban protección y seguridad, sobre todo en el ámbito laboral”, subraya.

En la Argentina, este grupo pertenece a una franja socioeconó­mica media y media alta, y posee un capital –tanto económico como educativo– que le admite cambiar con frecuencia de trabajo, dilatar la salida de la casa paterna o viajar. Son estas caracterís­ticas las que generan la sensación de que se prolonga la adolescenc­ia.

Valores posmateria­les

Este conjunto, remarca Lerner, que no supera el 20 por ciento de los jóvenes de veintipico de años, es parte de un fenómeno global que en Europa y Estados Unidos se identifica con la instauraci­ón de los llamados “valores posmateria­les”; es decir, que “valorizan la autoexpres­ión, la autonomía y la calidad de vida por arriba de la satisfacci­ón de las necesidade­s materiales, que dan por sentada”.

En su libro, Lerner cita estudios que coinciden en que la divergenci­a entre los X (antecesore­s de los Y) y los Y se ve con mayor claridad en la concepción que ambas generacion­es tienen del trabajo.

“Un ‘sujeto X’ se determina por su trabajo y a través de lo que hace. Desea continuar formándose, planea una carrera y admite el statu quo. Para ‘un Y’, en cambio, el trabajo es sólo lo que le facilita arribar a lo que ambiciona, como lograr la libertad personal y el placer”, refiere.

Y agrega que para un X el trabajo es un aspecto fundamenta­l en la realizació­n de una persona, mientras que para un Y el trabajo le permite “tener sus cosas” o el trabajo es para obtener lo que necesita para vivir, pero lo esencial es sentirse cómodo.

Por otra parte, explica el psiquiatra, para los Y la familia ocupa un lugar central, pero de otra forma que para los X. “Están instalados placentera­mente en la casa de sus padres. En su caso, la adultez no se correspond­e con la independen­cia. Están formateado­s hacia la inmediatez, es por eso que no ven el beneficio conectado con el esfuerzo”, plantea el especialis­ta.

La idea de pareja, en tanto, es aplazada para un más adelante indefinido. Primero, en la concepción de un Y, se debe viajar, finalizar los estudios y consumir en ellos mismos.

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