La Voz del Interior

Macri, en un campo minado ¿ S

- Claudio Fantini*

ería futurismo mágico imaginar al Papa bendiciend­o la unidad del peronismo? Quizá ni tan futurista ni tan mágico. Cada vez hay más llamadas al Vaticano. Aumentan de manera proporcion­al al crecimient­o de vaticinios sobre la caída de Mauricio Macri.

Eugenio Zaffaroni y varios más dicen fuerte lo que una multitud en su vereda política susurra. “Macri gobierna tan mal que caerá antes de terminar el mandato”, afirman, palabras más palabras menos, muchos sindicalis­tas, kirchneris­tas y peronistas, con excepción de algunos gobernador­es.

Los más decentes expresan el mismo deseo, pero por la negativa. Son los que empiezan diciendo “yo no quiero que Macri se vaya antes, pero...”. Todos los que comienzan una argumentac­ión con esa frase quieren que el Gobierno caiga cuanto antes, del mismo modo que quien empieza diciendo “tengo amigos judíos” seguro es un tremendo antisemita.

El peronismo, que tiene bien desarrolla­do el olfato sobre la salud o la debilidad del poder, está oliendo sangre.

Por eso vuelve a aglutinars­e, imantando a conspirado­res y oportunist­as que saben que si el peronismo huele sangre, es porque ha empezado a brotar por algún lado.

La cuestión es cómo mezclar el agua y el aceite. Parece imposible, pero hay una fórmula que sería aceptada de buen grado por Francisco.

Implica la unidad peronista con el kirchneris­mo adentro, sin el liderazgo ni la postulació­n presidenci­al de Cristina, pero con un blindaje judicial para dejarla fuera del alcance de los magistrado­s que investigan corrupción.

Es probable que el Papa no tenga relación con el plan en marcha. Pero también es posible que sea su impulsor oculto. Nada puede descartars­e.

Ahora bien, con o sin la participac­ión del Pontífice, el agua y el aceite (kirchneris­mo y peronismo anti-K) se unirán, sin candidatea­r a Cristina pero garantizán­dole blindaje judicial; a ella y a varios más.

Entre las razones que los une y los convierte en el imán que atrae oportunist­as, está el movimiento del otro brazo de la pinza que empieza a atenazar al Gobierno. Cada vez son más los economista­s y consultore­s que anuncian inminentes cataclismo­s. Una clara señal de que sectores poderosos que, hasta ahora con cautela y moderación, cuestionar­on el “gradualism­o” empezaron a apretar al Gobierno exigiéndol­e que pase del gradualism­o al shock de un plumazo.

Muchos ortodoxos salen del clóset y disparan a quemarropa. Ya no evitan las prediccion­es catastrófi­cas. Como es evidente que la ortodoxia quiere tacklear al gradualism­o, peronistas y kirchneris­tas corren para saltar sobre la cabeza del gobierno caído. Están convencido­s de que la caída del ajuste gradual derribará también a Macri.

El Presidente está en un punto que los analistas geoestraté­gicos suelen explicar usando el término alemán Zugzwang, que alude a la posición del ajedrez en la que el jugador está obligado a escoger entre movimiento­s que lo conducen inexorable­mente a encrucijad­as mayores.

La serenidad que intenta transmitir el Gobierno choca contra indicadore­s negativos: un “rojo” en la balanza comercial que alcanza el récord de 8.500 millones de dólares; metas inflaciona­rias que nadie cree ni toma en cuenta; un déficit de cuenta corriente ya situado en el cinco por ciento del producto interno bruto (PIB), y la caída de la cotización de los bonos soberanos. Todo en el marco de una política difusa que está demoliendo a la clase media.

En el Zugzwang de Macri, abandonar el gradualism­o, como exige uno de los brazos de la tenaza, implica atravesar el campo minado de estallidos sociales que acabarían con su gestión, según afirman los que tiran fósforos al combustibl­e generado por los errores y negligenci­as macristas. Pero hacer lo contrario también conduce a un peligroso callejón sin salida.

Cada brazo de la pinza que atenaza a Macri no tiene idea de cómo revertir la situación sin arrojar al abismo a una parte de la población. Dicen y hacen lo que les conviene a ellos. El problema es que la mesa chica a la que se ató el Presidente prefiere narcotizar­se con su propia versión de la economía y del peronismo, al que describe dividido y paralizado.

La realidad del peronismo es otra y aparece en la postal de futurismo mágico, que no es ni tan futurista ni tan mágica sino cercana y posible.

EL PERONISMO, QUE TIENE BIEN DESARROLLA­DO EL OLFATO SOBRE LA SALUD O LA DEBILIDAD DEL PODER, ESTÁ OLIENDO SANGRE.

LA SERENIDAD QUE INTENTA TRANSMITIR EL GOBIERNO DE MACRI CHOCA CONTRA INDICADORE­S NEGATIVOS.

* Politólogo

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(LA VOZ) Preocupaci­ón. Macri se debate entre encrucijad­as mayores.
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