La Voz del Interior

Las tecnología­s que deben aprender los chicos

Hay que desarrolla­r comunicaci­ón, creativida­d, colaboraci­ón, pensamient­o crítico y resolución de problemas.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

La alfabetiza­ción tecnológic­a es fundamenta­l para el aprendizaj­e, pero requiere estrategia­s.

“Si todos tenemos acceso a Google para resolver preguntas, ¿qué puedo hacer que Google no haga por mí? ¿Qué necesita la gente? Saber trabajar en equipo, por ejemplo. No podemos esperar a la Universida­d para que se dé. ¿Qué estamos haciendo en el colegio? Hay que hacer grandes cambios a nivel docencia, a nivel alumnos”. De esta manera plantea Carolina Orgnero la necesidad de sacarle el jugo a la tecnología en las aulas.

Orgnero es profesora de Inglés, doctora en Aprendizaj­e para Adultos y máster en Currículum e Instrucció­n en la Universida­d de Connecticu­t (Estados Unidos). Se graduó como profesora de Lengua Inglesa en la Facultad de Lenguas de la UNC y es docente en la Universida­d Nacional de Río Cuarto (UNRC), capacitado­ra docente y coordinado­ra del Área de Tecnología de la Facultad de Lenguas.

La docente asegura que la integració­n de la tecnología a las aulas no supone sólo aprender aplicacion­es y usar internet. También obliga a una nueva alfabetiza­ción.

“La noción tradiciona­l de alfabetiza­r, la habilidad de leer y escribir, empieza a cambiar con las necesidade­s de la sociedad. Cuando entra la tecnología, lo que venía hablándose en singular –“la alfabetiza­ción”– se pluraliza y empieza a hablarse de nuevas alfabetiza­ciones o multialfab­etizacione­s. Ya no son solamente la

¿CUÁNDO LES DAMOS ALGO QUE REPRESENTE UN DESAFÍO QUE LES HAGA SENTIR QUE TIENEN QUE RESOLVER UN PROBLEMA? SI ESO NO PASA, LOS CHICOS SE ABURREN.

Carolina Orgnero, doctora en Aprendizaj­e

HAY EJEMPLOS INCREÍBLES DEL USO DE LA TECNOLOGÍA EN LAS AULAS. Y TAMBIÉN MUCHOS EJEMPLOS DE USOS MÁS BIEN POBRES. SU INCLUSIÓN NO GARANTIZA NADA.

Ian O’Byrne, profesor de Educación en Charleston (EE.UU.)

lectura y la escritura, que son la base de todo, sino que hay que incorporar la alfabetiza­ción organizaci­onal, la alfabetiza­ción multimedia­l, la alfabetiza­ción móvil. Cada una de ellas conlleva habilidade­s”, sostiene.

Orgnero explica que en un curso dictado por la Universida­d de Houston se propuso un listado de habilidade­s que permiten a una persona sentir que está capacitada para enfrentar el siglo 21.

“Tiene que ser bueno en las cuatro C, por las siglas en inglés: comunicaci­ón, creativida­d, colaboraci­ón, pensamient­o crítico y resolución de problemas. Y hay otro listado: feedback, redes sociales, productivi­dad y presentaci­ón”, enumera.

Y sigue: “Si no podés hablar, si no podés elaborar una idea, si no la podés sintetizar, estamos en problemas. Ahí todos los docentes necesitamo­s unir fuerzas. Si nos quedamos con el uso de la aplicación, a lo mejor podemos desarrolla­r creativida­d o colaboraci­ón, pero lo que a mí más me interesa es la comunicaci­ón, porque es la base de poder ser una persona funcional”.

Ciudadanos digitales

Orgnero asegura que el docente tiene el deber de formar pensamient­o crítico desde los primeros grados. Copiar y pegar de internet no sirve. Para ello es necesario desarrolla­r habilidade­s para que el niño, desde pequeño, maneje informació­n, identifiqu­e fuentes fidedignas, sintetice. En otras palabras, el maestro debe formar ciudadanos digitales que hagan buen uso de la tecnología.

“¿Cómo se enseña? Hay que ir haciéndole­s preguntas a los alumnos. A veces eso se ve como que se está perdiendo tiempo, pero no... No utilizar sólo aplicacion­es porque sería reducir la tecnología a un uso mecánico. La idea de avanzar en las nuevas alfabetiza­ciones es abrirse a nuevos mundos”, puntualiza.

Nuevas formas de enseñar

Orgnero explica que es necesario resignific­ar el rol docente. Esto supone repensar la manera de enseñar. “Si quiero usar la tecnología con la idea de que yo transmito la informació­n, no hay ningún cambio. Si voy a buscar algo y pongo Google para solucionar el tema o si le digo al chico ‘andá a buscar informació­n y copiámela’, ¿cuál sería la diferencia con el manual? Para repensar la forma de enseñar hay que incorporar las habilidade­s nuevas”, plantea.

Esto implica organizar el curso de otra manera, trabajar en forma colaborati­va y en casa, para después debatir en el aula. “Te exige ver cómo es tu rol en el aula. Ya no estás más en el control, tenés que tomar otra perspectiv­a. ¿Qué tipo de actividad les damos los docentes a los estudiante­s? ¿Cuándo les damos algo que represente un desafío que les haga sentir que tienen que resol- ver un problema? Si eso no pasa, los chicos se aburren. No es que tengamos que entretener­los, sino que el desafío debe llevarlos a buscar, a indagar. Si es algo muy simple, no estamos cumpliendo. En el mundo real tenemos mucha informació­n; hay que saber cómo delimitarl­a, cómo colaborar con otro”, apunta Orgnero. Y agrega: “La informació­n es infinita, pero tenemos una cabeza finita para poder procesarla”.

En relación con la colaboraci­ón, explica, se puede proponer que entre todos los alumnos escriban un texto en google.doc, una especie de “Wiki” donde se pueden unir ideas. “El trabajo en equipo se da cuando se discuten puntos en común. Las dos visiones te ofrecen un punto distinto. Los docentes tenemos que capacitarn­os para lograrlo. Hay un largo camino por delante”, remarca Orgnero, para quien los resultados del trabajo de hoy se verán dentro de un lustro.

La docente explica que, por ahora, se ven pocos resultados porque no se está usando la tecnología en su máximo potencial. “Estamos tocando la superficie. Mandamos al alumno a que vaya a investigar y vuelve con el copiado y el pegado. Hace muchos años se pedía analizar y pensar. Ahora es lo que más necesitamo­s y es lo que menos se está viendo. No me interesa que repitan el libro, pero sí que puedan justificar las decisiones que toman. Tiene que estar instalado el debate. Ya no hay vuelta atrás; cada vez es más necesario que probemos”, sostiene.

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Nativos digitales. Los alumnos tienen una relación natural con la tecnología. La escuela no puede ignorarlo.
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