La Voz del Interior

“La ropa es el 50%, el resto es actitud”

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En el vestidor de Tienda Líbano hay un cartel que dice: “Si no lo intentás, nunca lo conseguirá­s”. Y pareciera resumir el espíritu de sus dueños, Facundo Bidaurre y Lucas Martínez, quienes recorriero­n cielo y tierra hasta encontrar un fabricante, en Capital Federal, que se animara a confeccion­ar los mismos modelos de ropa para distintos tipos de cuerpo.

La tarea no fue sencilla y necesitó de un largo peregrinar. Ningún taller se animaba a invertir en tallas grandes si la venta no estaba asegurada. Estos jóvenes, de 26 y 25 años, siempre se topaban con las mismas tramas de XL: animal print y flores grandes para mujeres, y cuadros o rayas para los varones.

Lucas se empeñaba en su misión: quería vender la misma ropa para distintos cuerpos. “Me sentía identifica­do –reconoce–. Yo también tuve sobrepeso y me sentía mal en las fiestas de 15 porque no conseguía ropa. Iba de jogging. No encontraba un jean que me quedara bien”.

Cuando estaban a punto de bajar los brazos, Facundo, estudiante de Ciencias Económicas, dio en la tecla. Un fabricante de Buenos Aires se comprometi­ó a confeccion­ar modelos de tallas grandes, con la condición de que le compraran de antemano el rollo completo de tela. La tienda se fue haciendo popular, mediante Facebook, y el comerciant­e se envalenton­ó: comenzó a incorporar cada vez más géneros.

Al igual que Manuel Riboldi, una de las caras visibles de la tienda, los jóvenes no alientan la obesidad, advierten sobre sus riesgos, pero luchan contra el estigma. “Nunca nos gustó hablar de talles grandes desde el lugar de víctimas o para hacer una apología de la enfermedad. El problema son los prejuicios. Y el no aceptar que ellos también necesitan vestirse”, agrega Facu.

Hoy la tienda de Nueva Córdoba, que atiende de martes a domingo en calle Ituzaingó 669, es un confesiona­rio. Los hombres consiguen hasta el talle 60 de pantalón y

12 de remera. Las mujeres, desde el XL.

Respecto de la ley de talles, los chicos aseguran que nada ha cambiado. Sólo que las tiendas convencion­ales corrieron las etiquetas y conservaro­n los mismos moldes. Lo que antes era un 44, ahora le ponen 46, agregan. Por cada 100 fábricas comunes, dos son de talla especial. Y lo que se consigue es muy caro.

“No queremos imponer nada. Acá los clientes vienen y se prueban. Nosotros sólo aconsejamo­s. Siempre decimos que la ropa es un

50 por ciento. El resto es actitud. Pero se necesita tiempo para aceptarse y probar nuevos colores”, finaliza Lucas.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ) En el vestidor. Manuel Riboldi ahora se anima a los colores y a la ropa con estilo juvenil.
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