“Everything Sucks!”: la nueva apuesta de Netf lix y su amor por el fetiche
La serie ambientada en 1996 recrea el espíritu y la memorabilia de aquellos años, en una evidente estrategia de recurrir al gancho melancólico como principal atractivo. ¿Alcanza con apelar a la nostalgia para ganar espectadores? Otros casos que también e
Everything Sucks! es una manifestación abiertamente nostálgica e idílica de lo mejor de los años ’90. Así, sin vueltas, se podría describir con precisión el espíritu detrás de la nueva creación algorítmica de Netflix. Y aunque la historia intente exceder el mero recorrido a través de atmósferas y situaciones típicas del imaginario noventoso, el fetiche por objetos, personajes y experiencias de aquel entonces se percibe inevitablemente como uno de sus atractivos más fuertes.
Situada en el pequeño pueblo de Boring (una localidad real que, paradójicamente, condensa en su nombre el hastío de toda la generación X –“aburrido”, en inglés–), en Oregon, la narración se inicia con el joven Luke O’Neill llegando tarde a su primer día de escuela secundaria. En efecto, se trata de una situación multiplicada al infinito en productos televisivos de ayer y hoy. Al igual que en Stranger Things ,el club audiovisual es el lugar en el que la magia argumental sucede. Allí, Luke conoce a Kate (la hija del director) y la trama encuentra su principal razón de ser. ¿O no?
La respuesta se pone en duda porque la tira nunca deja de hacer foco en el universo simbólico de la última década del siglo 20. Si el espectador tiene algún tipo de conexión histórica con aquellos años (como niño o adolescente), el impacto está garantizado. Canciones y videos de Oasis, de The Cardigans y de Alanis Morissette son apenas el cobertor de toda una variedad de detalles, desde juguetes hasta golosinas, pasando por ropa y peinados e incluyendo los inicios del metamedio en el que hoy nos movemos naturalmente: internet.
Lo de siempre
Emplazada en 1996, Everything Sucks! hace uso y abuso del contexto para contar una historia que, en principio, podría ser atemporal. Un grupo de amigos nerds que se ve atravesado por la aparición de una chica. Una confrontación (aunque fraternal) con uno de los grupos más “populares” de la Boring High School (el club de drama). Un nudo en el que ambos mundos se entremezclan y los personajes adquieren nuevas perspec- tivas. Y, por encima de eso, otra historia de amor, pero esta vez entre los adultos que sobrevuelan el día a día de estos adolescentes en pleno auge.
Aunque Everything Sucks! agregue algo de diversidad al cóctel y el despertar sexual sea, también, un momento para discutir el mandato de amor heterosexual, nada se aleja de un típico relato de iniciación en el que las emociones tienen un papel preponderante. El vínculo del protagonista con el medio audiovisual (como aspirante a cineasta y en relación con su padre, solo presente a través de videocasetes) enlaza definitivamente a la serie con Dawson’s Creek, clásico adolescente de fines de los ’90 que condensó una forma de contar la clásica historia de amor que nunca puede salir del todo bien. De allí surgió Katie Holmes. ¿Será el caso de Sydney Sweeney? Por lo pronto, la “mala” de Everything Sucks! ya ha sido confirmada como parte de la segunda temporada de El cuento de la criada, la gran serie de 2017.
La película que no es
Más allá de los lugares comunes y de la opción por la nostalgia que el crítico Simon Reynolds describe en detalle en Retromanía, Luke tiene un encargo que podría darle sentido a este esperado debut. O’Neill debe saldar cuentas haciendo lo que más quiere: una película. Allí es donde la serie esconde un argumento que podría alejarla de la simple evocación temporal, pero el amor por el fetiche es más fuerte.
Con puntos de contacto con Rebobinados de Michel Gondry, Luke se las arregla con lo que tiene para filmar una cinta de ciencia ficción. Sin embargo, a pesar de que ese hecho es vital para el desarrollo de su propia historia en el colegio, el filme siempre queda en segundo plano ante los vaivenes de su vínculo con Kate y sus amigos. Desaprovechar durante buena parte de la primera temporada la riqueza de ese nudo argumental quizás sea la gran falencia de la serie. Igual, cada episodio es una invitación irresistible a viajar un rato en el tiempo.