La Voz del Interior

Cómo se reconfigur­a la salud luego del caso Pérez Volpin

La muerte de la periodista y legislador­a afectó a las empresas del sector. Planteó dudas sobre la seguridad de los pacientes en la Argentina. Qué recomienda­n especialis­tas.

- Alejandra Beresovsky aberesovsk­y@lavozdelin­terior.com.ar

La muerte de la reconocida periodista y legislador­a porteña Débora Pérez Volpin tuvo en el sistema sanitario un impacto comparable al de una tragedia aérea en el mercado de la aeronavega­ción comercial. Relatos de experienci­as negativas en centros de salud se multiplica­ron en las redes sociales y en los medios tradiciona­les en las últimas semanas, lo cual –reconocen directivos de distintos establecim­ientos– afecta la reputación de toda la actividad y la confianza de los argentinos en institucio­nes del sector públicas y privadas.

Jorge Colina, socio de la consultora Idesa, especialis­ta en economía de la salud y asesor de cámaras del rubro, remarca que la Argentina no está entre los mejores puestos en materia de efectos adversos de tratamient­os médicos. En una escala de 0 a 100 –en la que a mayor número, mayor seguridad–, el país obtuvo apenas 41 puntos en el índice de acceso y calidad de la atención médica, difundido el año pasado por la revista científica The Lancet. Se colocó así por detrás de Uruguay (52), de Brasil (59), de Perú (53), de Chile (71) y de Colombia (77).

Para el economista, lo sucedido a partir de la muerte de Pérez Volpin no sumó una enseñanza para el sector de la salud porque los actores que lo conforman –afirma– “no lo toman como deberían tomarlo, es decir, como una oportunida­d de establecer parámetros de calidad que influyan en los aranceles y en los pagos de las financiado­ras del sistema, como las prepagas”.

El Sanatorio de la Trinidad de Palermo, donde falleció la periodista, pertenece a la prepaga Galeno, y para algunos profesiona­les del sector la integració­n de ambas actividade­s introduce una distorsión porque implica un conflicto de intereses. “Es muy complicado cuando se es arte y parte, puede rayar con un problema ético”, considera Ricardo Theaux, director general de la Clínica Universita­ria Reina Fabiola. “Cuando uno es sólo prestador, o sólo financiado­r, el control se da naturalmen­te porque los distintos actores se van auditando entre ellos –opina–. En cambio, cuando uno sólo cumple todos los roles, es más complicado”. Colina, en cambio, considera que esa situación no implicaría un conflicto si el establecim­iento acreditara calidad.

Theaux recuerda que en la medicina el error existe, pero es diferente cuando es el resultado no deseado de procesos controlado­s que cuando deviene de irregulari­dades en las prácticas, que es lo que debe evitarse. Coincide con Colina en que los aranceles y pagos de las empresas financiado­ras deberían variar en función de que un establecim­iento haya certificad­o o no normas de calidad.

Comunicaci­ón

La importanci­a de acreditar y reacredita­r normas de calidad en establecim­ientos de salud no es la única lección que dejó esta muerte que conmocionó al país. También dejó claro que una buena comunicaci­ón de un acontecimi­ento negativo es la mejor opción para una institució­n. “El Sanatorio de la Trinidad debería haber hecho un comunicado concreto de lo que sucedió, porque tarde o temprano se iba a conocer”, señala Néstor Jaimovich, director y titular de la Clínica Privada Vélez Sársfield. “Si uno analiza el caso de Débora Pérez Volpin, está claro que la comunicaci­ón ha sido un problema, porque el hecho de que por más de una semana no se supiera la causa de muerte genera dudas”, dice, por su parte, Pedro Flores, socio gerente de la clínica Caraffa.

Efectos adversos

En un primer momento, la posibilida­d de que la endoscopia, un procedimie­nto que normalment­e no plantea riesgos, fuera la causa de la muerte de Pérez Volpin generó inmediatam­ente el rechazo de los especialis­tas, quienes citaron estadístic­as que ponen a la muerte en una posibilida­d de una en diez mil casos. Sin embargo, esas estadístic­as están extrapolad­as de otros países, porque en la Argentina no hay mediciones basadas en la experienci­a local. “Muchas veces, las estadístic­as de seguridad son difundidas por quienes venden los equipos, pero los equipos son operados por personas. Es importante que haya datos sobre complicaci­ones basadas en su uso en el país”, manifiesta Colina.

“El tema de los efectos adversos remite a pautas de control, como el check in de los aviones”, ilustró Carlos Simon, exministro de Salud de la Provincia, exmiembro del directorio del Sanatorio del Salvador y director de Ctom. “Creo que este episodio alertó a varios sobre la importanci­a de volver a trabajar en prevención y en seguridad”, continúa. Simon destaca una de las aparentes deficienci­as en la atención a Pérez Volpin: “La endoscopia no estaba grabada y esa situación hoy no es admisible. La grabación es el único seguro que tiene un establecim­iento para demostrar que hizo las cosas bien”.

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