La Voz del Interior

“Los pacientes deben comenzar a hacer oír su voz”

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Matías Milberg es médico especialis­ta y responsabl­e del área de Seguridad del Paciente del Centro de Educación Médica e Investigac­iones Clínicas Norberto Quirno (Cemic), de Buenos Aires. En diálogo con La Voz, reflexiona sobre el impacto de una presunta mala praxis en el sistema de salud.

–¿Eventos adversos ocurridos en un establecim­iento de salud pueden afectar la percepción social sobre todo el sistema?

–Sin dudas. Sucede en diferentes escalas: inmediata, dada por la magnitud del evento y por el alcance mediático que se le da; mediata, porque aporta a la sensación de inaccesibi­lidad que ha tenido históricam­ente el sistema para la comprensió­n media, y cierta idea de que dentro del sistema ocurren cosas, pero que no están al alcance del público y son “ocultadas” y resueltas puertas adentro. Como hay una tendencia mundial hacia una mayor transparen­cia y participac­ión de los pacientes en las decisiones, tanto el público como las institucio­nes van desandando el camino de desconfian­za mutua, pero se está en los albores aún.

–¿Es justa esta percepción en caso de que sea negativa?

–En parte lo es, pues la medicina se ha ido complejiza­ndo mucho y los cambios de las institucio­nes para adaptarse a este nuevo entorno de complejida­d es muy lento y dificultos­o. Es así de lento por restriccio­nes económicas, por resistenci­as culturales que hay que ir venciendo y porque no se puede detener el sistema para repararlo. Este último punto es crucial, pues la atención es 7 x 24 x 365, sin excepcione­s, y las adaptacion­es y cambios se hacen muy difíciles con todo funcionand­o.

–¿Qué se puede hacer para evitarla o revertirla?

–Las institucio­nes de salud, como otras organizaci­ones complejas, deben avanzar, hacerse más seguras, confiables y previsible­s para los pacientes, pero esto lleva tiempo. En el mientras tanto, también deben hacer todo lo posible para proyectar en la población una imagen de toma de conciencia, y de que el problema se está abordando. Eso se logra cambiando y acreditand­o ese cambio. Las institucio­nes deben medir su desempeño y compartirl­o con la población, deben existir organismos que exijan dichos cambios, los evalúen y los informen. Pero los pacientes tienen un rol también. Parte de la desconfian­za se apoya en una excesiva y no tan fundada confianza de la población en el sistema, que proviene también de una cultura paternalis­ta, y de cierta negación para evitar preocupaci­ones. Cuando se da cuenta de que las cosas pueden salir mal, la reacción es más de culpa; propia (por “confiar”) y proyectada al sistema. En la nueva perspectiv­a que nos proponemos para todos (pacientes y trabajador­es de la salud), se intenta que los esfuerzos se encaminen a buscar mejoría en los procesos para que respondan mejor en futuro. Las institucio­nes trabajamos para dejar la culpa a un lado ante los eventos negativos, y poner el esfuerzo en prevención de eventos similares; los pacientes pueden participar en este cambio, de manera proactiva y determinan­te, sea exigiendo, sea preguntand­o, sea colaborand­o en forma directa, participan­do de la realidad del sistema en toda su dimensión. Los pacientes deben comenzar a hacer oír su voz.

LAS INSTITUCIO­NES DE SALUD DEBEN MEDIR SU DESEMPEÑO Y TAMBIÉN TIENEN QUE COMPARTIRL­O CON TODA LA POBLACIÓN.

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Matías Milberg. Especialis­ta en Seguridad del Paciente del Centro de Educación Médica e Investigac­iones Clínicas Norberto Quirno (Cemic).

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