La Voz del Interior

Hablame que me gusta

- Pablo Leites Nativo digital pleites@lavozdelin­terior.com.ar

Cuando en la segunda mitad del año pasado Google anunció entre sus novedades de hardware la llegada de dos modelos de parlantes inteligent­es, quedaba confirmado cuál sería el próximo campo de batalla de los pesos más pesados de la tecnología. Contra lo que podría indicar la lógica, la puja no sería por ver quién gana más plata vendiendo parlantito­s que contestan cualquier pregunta.

A un costo de fabricació­n y distribuci­ón de 26 dólares, según la estimación de The Verge, la salida del Google Home Mini con un precio al público “promociona­l” de 29 dólares daba para pensar. Antes que hablar de un margen de ganancias, la cuestión parecía ser cuánto estaba dispuesto a perder Google para disputarle parte del mercado a Amazon Echo, la marca que primero pegó en este segmento hace ya un par de años.

Con semejante ofertón, el producto claramente no es el parlante en sí, ni siquiera al ritmo actual de ventas en Estados Unidos, que según la compañía es de uno por segundo desde octubre de 2017. Otra vez, y como pasa con una decena de aplicacion­es, desde redes sociales hasta GPS y mensajería instantáne­a, el producto es el usuario y su actividad.

Que una empresa determine que un dispositiv­o de reconocimi­ento de voz inteligent­e, conectado como centro hogareño de internet de las cosas, de diseño rupturista y sumamente estético, cuesta menos de la mitad que un parlante convencion­al con bluetooth ,esla primera señal en ese sentido. La limosna es muy grande y se nota.

La segunda es que el asistente no sólo sirve para solicitar “poné mi lista de canciones favoritas”: se le puede pedir informació­n sobre lo que sea: ubicacione­s, productos y hasta el pronóstico del tiempo o el estado del tránsito. Todo con la voz como única interfaz.

Es como si Google, y Amazon antes, hubiesen decidido sacar del medio la tarea de teclear lo que nos interesa, sin desactivar el poder de procesar los datos que obtienen gratis cada vez que alguien hace una búsqueda, su verdadera mina de diamante.

La última y definitiva pista es que, con semejante perspectiv­a, todos quieren rapiñar la mayor porción de esa torta que antes de Amazon Echo no existía. Apple ya vende su propio parlante inteligent­e; Samsung y Facebook están preparando un producto similar, cada uno con objetivos y estrategia­s diferentes. Por caso, el de la marca de la manzana, que se llama HomePod, mantiene la idea de precio alto y exclusivid­ad que prima en todos sus dispositiv­os, mientras que Samsung espera crear una red social propia, tal vez en torno de su asistente por voz.

Esta semana, Spotify anunció la creación de una división de hardware que –con toda seguridad– tendrá a cargo crear su propio altavoz smart, aunque con miras a su superviven­cia: el HomePod de Apple es todavía menos friendly con Spotify que cualquier otro aparato de la marca de Cupertino, puesto que el servicio de streaming de música más usado en el mundo es competenci­a de Apple Music.

Por ahora, la pelea por el tiempo de uso de los parlantes inteligent­es se limita a los 125 millones de hogares que hay en Estados Unidos, sobre todo porque hablamos de chiches que hablan exclusivam­ente inglés. Pero cuando estos pequeños asistentes derriben las barreras idiomática­s, habrá terminado de aparecer un nuevo filón de miles de millones de dólares para explotar.

Al módico precio de nuestra privacidad.

LA PELEA POR EL TIEMPO Y LOS HÁBITOS DE LOS USUARIOS SE TRASLADA A UN NUEVO CAMPO DE BATALLA: EL DE LOS PARLANTES INTELIGENT­ES.

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(FOTOILUSTR­ACIÓN DE OSCAR ROLDÁN)
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