Todavía se está pagando la era Grondona
En un país dividido entre unitarios y federales, porteños y del interior, radicales y peronistas, macristas y kirchneristas, de derecha y de izquierda, poderosos y desprotegidos, el fútbol no podía quedar fuera de una grieta que se profundiza cada día más.
La rivalidad Boca-River viene desde hace más de un siglo. Por eso es el superclásico del fútbol argentino. Que tantas pasiones arrastra.
En el último tiempo, más precisamente desde que falleció Julio Grondona, el fútbol argentino cambió. Y no fue para mejor. El cimbronazo que provocó la caída del presidente de la AFA, que estuvo por 35 años en el poder y siempre dijo que su sucesor no podía ser ni de Boca ni de River, todavía tiene réplicas que se sienten cada fin de semana.
El mamarracho del 38-38, la votación que iba a proclamar a Marcelo Tinelli o a Luis Segura como el sucesor de Grondona en el sillón de la casa de la calle Viamonte, todavía duele. Ahí se mostró un poder oculto para rosquear un deporte que mueve millones de pasiones y dólares.
Después de ese mal recuerdo, surgió el nombre de Claudio Tapia. “El Chiqui”, confeso hincha de Boca (en el frente de su casa tiene pintado el escudo del Xeneize), llegó al máximo cargo del fútbol argentino como presidente del humilde club Barracas Central. Además de ser el yerno de Hugo Moyano y vicepresidente del Ceamse (empresa encargada de residuos en Buenos Aires), fue ungido por Daniel Angelici para que sea el “1” de la AFA.
Tapia, Angelici, Moyano... Ahora Mauricio Macri invitando a Guillermo Barros Schelotto luego de que River fue perjudicado por fallos arbitrales hace que todo esté bajo sospecha. Porque ya no“todopasa”,comodecía Grondona. Porque, además de ser, hay que parecer ser imparcial en todos los sentidos de la palabra.