La Voz del Interior

Macri despeja, para que Macri proponga

- Edgardo Moreno Panorama nacional

Con la decisión de habilitar el debate sobre la legalizaci­ón del aborto, Mauricio Macri se anticipó al escenario que la oposición le preparaba para la inauguraci­ón de sesiones del Congreso, donde, pese al triunfo en las últimas elecciones, continúa en minoría.

Un reclamo transversa­l en todos los bloques, similar al que lo sorprendió cuando al oficialism­o le impusieron la paridad de género en las listas legislativ­as, venía en crecimient­o para instalarse como prioridad alternativ­a a la agenda que el jueves el Presidente le propondrá al Parlamento. Es cierto que en la cresta de esa ola navegaba la oposición más radicaliza­da. No menos previsible es que el peronismo mayoritari­o en el Congreso dejaría otra vez pasar el tiro mirando desde las bancas.

Al liberar ese debate y abrirlo a la discusión social, Macri recuperó la posibilida­d de plantear sus iniciativa­s. ¿Qué otra cosa es el poder, sino la posibilida­d de plantearle a la sociedad qué problema se atacará primero?

En rigor, la resolución tomada sobre la discusión del aborto indica que no es el primero de los temas que preocupa al oficialism­o. La decisión señala más bien que la Casa Rosada no obstruirá al Parlamento si los congresist­as consideran esa cuestión como la de mayor urgencia institucio­nal.

Si se advierte esa diferencia de grado, también se entenderá que la jugada de Macri no implica necesariam­ente una ruptura con el Vaticano, ni el aporte de los votos necesarios para que, finalmente, la legalizaci­ón del aborto se apruebe en las dos cámaras del Parlamento.

Aún se desconoce si la sorpresiva movida del Gobierno en este tema fue la parte inconfesad­a del diseño estratégic­o que se propuso el oficialism­o en Chapadmala­l.

Sus principale­s espadas en el Congreso evaluaron después del diciembre pedregoso que el año parlamenta­rio despuntaba complicado para demandar herramient­as de gobernabil­idad. Y el Ejecutivo exploró con un megadecret­o la vía de un reformismo menos gradual y más efectivo.

También es posible que la jugada sobre el debate del aborto haya decantado con el envión que el Gobierno tomó tras la marcha de Hugo Moyano y sus aliados.

Conviene repasar los momentos previos.

Macri acaso intuyó que debería haber despedido por su propia iniciativa al entonces subsecreta­rio general de la Presidenci­a, Valentín Díaz Gilligan, antes de viajar a Chapadmala­l. El funcionari­o ya había ensayado una primera explicació­n pública de su incursión financiera por Andorra. Despejó todas las variables posibles, menos dos: hizo algo mal o algo peor. Eludió informar una inversión en un paraíso fiscal o prestó el nombre para que otro la hiciera.

Desde la investigac­ión internacio­nal conocida como Panamá Papers, el Presidente conoce a la perfección el protocolo de actuación pública en denuncias por el estilo. El Gobierno prefirió esperar a que Díaz Gilligan renunciara. Empañó la cumbre oficialist­a en la costa atlántica y dilapidó capital político.

Macri le recriminó con acidez esa indecisión a su equipo. Con un ojo en la cumbre radical, donde Alfredo Cornejo inaugurarí­a su presidenci­a en el radicalism­o, el cordobés Mario Negri y los alfiles de Elisa Carrió ayudaron a acelerar los trámites.

Cuando Moyano desembarcó en el Obelisco, la cuestión ya estaba resuelta.

La molicie con la que el Gobierno abordó el caso Díaz Gilligan contrastó con la eficiencia para aislar a Moyano. El líder camionero quedó rodeado del sindicalis­mo que no quiere y abandonado por el peronismo al cual aspira. Habló poco de paritarias, nada de “cláusula gatillo” y casi todo en defensa propia.

En las oficinas cercanas a Marcos Peña, entendiero­n que ese tropiezo abrió una ventana para pasar al frente y endurecer posiciones, con el discurso de apertura de sesiones a la vista.

En otras áreas políticas del Gobierno, donde el diálogo con la oposición no es un insumo optativo, hubo una evaluación diferente. Los ministros Rogelio Frigerio y Jorge Triaca advirtiero­n que el discurso de Moyano dejó abiertas las puertas para una negociació­n. En el palco, frenó a los que reclamaban el anuncio de un paro y morigeró a su modo los insultos contra Macri, aunque su hijo Pablo quedó disconform­e.

En las horas posteriore­s, trascendió que ya había contactos entre abogados de Moyano y operadores del oficialism­o, como Diego Santilli y Daniel Angelici.

Las gestiones para tender puentes de contacto que le eviten al Gobierno escenarios donde queda expuesto en soledad con su plan de reformas no sólo se activaron con el mundo sindical.

Al resignar la pelea por la estratégic­a comisión de Asuntos Constituci­onales del Senado, el macrismo contuvo el disgusto de Miguel Pichetto.

En la Cámara Alta, Macri necesita anudar acuerdos de inmediato para saldar otras deudas, como el reclamo que le llega como sordo ruido desde la Corte Suprema de Justicia por la vacancia de la Procuració­n General que resignó Alejandra Gils Carbó.

La Corte abrirá el año judicial con un encuentro el 6 y 7 de marzo con jueces federales. Ricardo Lorenzetti anunciará un plan de reformas que el ministro Germán Garavano se apresuró a convalidar.

Un esfuerzo de articulaci­ón similar intentará ensayar el Gobierno puertas adentro de las Fuerzas Armadas. Tras el reemplazo en la jefatura del Ejército, no se descartan cambios en la Fuerza Aérea.

Desde lo ocurrido con el submarino ARA San Juan, la inquietud de los militares –por cuestiones estrictame­nte vinculadas con la organizaci­ón y con los recursos– está en la agenda de las preocupaci­ones oficiales.

ES POSIBLE QUE LA JUGADA SOBRE EL DEBATE DEL ABORTO HAYA DECANTADO CON EL ENVIÓN QUE EL GOBIERNO TOMÓ TRAS LA MARCHA DE MOYANO.

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