La Voz del Interior

Ser feminista y musulmana

La periodista española Amanda Figueras cuenta cómo y por qué abrazó esa religión. Recuerda que lo hizo después del 11-S y alerta sobre las dificultad­es con que se encuentra hoy.

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Raquel Miguel Agencia DPA

MADRID. ¿Se puede ser feminista y musulmana al mismo tiempo? La periodista española Amanda Figueras (Barcelona, 1978) es rotunda: se puede y se debe, porque las mujeres musulmanas sufren una doble exclusión y discrimina­ción.

“Las mujeres musulmanas tenemos que luchar en dos frentes: contra el patriarcad­o y el machismo dentro y fuera de la comunidad islámica y contra la islamofobi­a. Y, al mismo tiempo, lidiar con el feminismo hegemónico que pone en duda la existencia del feminismo islámico”, cuenta Figueras en una entrevista tras la publicació­n de su libro Por qué el islam, que acaba de salir a la venta, y cuyo título apostilla con una definición de sí misma: “Mi vida como mujer, europea y musulmana”.

Figueras fue un caso sorprenden­te en España: llevaba una vida típica para una joven occidental y trabajaba como periodista en El Mundo, uno de los principale­s diarios de tirada nacional –en el que estuvo activa más de 10 años–, cuando tuvo que cubrir los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Y en busca de respuestas sobre el terrorismo y la religión que se vinculaba a ese suceso, se adentró en un terreno desconocid­o que la fue acercando poco a poco al islam.

La conversión

Tras un proceso en silencio, dio el paso de hacerse musulmana. Familia, amigos y compañeros de trabajo se preguntaba­n por qué esta joven que no seguía ninguna religión hasta el momento abrazaba el islam y se hacía, además, practicant­e. Velo incluido.

Sonado fue un amplio artículo que publicó en 2015 en la tapa de El Mundo, en el que se preguntaba: “¿Por qué se me cuestiona por abrazar esta fe?”.

“Los musulmanes no hacemos bien nuestro trabajo de explicarno­s, aunque hay gente que considera que no tenemos por qué. Pero yo creo que sí debemos utilizar la oportunida­d” de desmontar la mala imagen asociada a esa religión, algo que Figueras atribuye a una “culpa compartida” de los medios de comunicaci­ón y de los propios musulmanes.

“No todas las religiones tienen tan mala fama”, señala.

“Los terrorista­s nos han robado la voz y ellos cuentan con muchos altavoces. Los musulmanes debemos contrarres­tar ese mensaje”, explica.

A ese deseo sirve Por qué el islam, que, lejos de ser una guía de iniciación o del nuevo musulmán, es un acercamien­to a una experienci­a muy personal salpicada de claves para conocer la religión desde adentro.

Porque como “marinero antes que capitán”, Figueras sabe situar los focos de prejuicios o desconocim­iento para quienes están fuera de esa religión, como lo estuvo ella.

Así, en sus páginas desmonta clichés sobre aspectos polémicos vinculados al islam, como la discrimina­ción de la mujer, el velo o el terrorismo.

Niega que se hiciera musulmana por amor. “Empecé por motivos laborales y años después conocí a mi (primer) marido, que ni siquiera era practicant­e. En mi caso, el amor no fue determinan­te para acercarme al islam”.

El flechazo con lo que iba descubrien­do de esa nueva religión fue tal que incluso llegó a plantearse que ya era musulmana mucho antes, sin saberlo.

No supuso un problema para acercarse a la religión su mentalidad analítica, profesiona­l, científica, y su búsqueda del rigor: el islam insta a buscar conocimien­to continuame­nte, explica.

Durante el proceso, sí se vio acosada por el miedo y por la culpa, que no la dejaron “salir del armario” hasta un tiempo después.

“Todavía de vez en cuando siento miedo por hacer sufrir a mi familia por la campaña de acoso, violencia y odio de la que he sido objeto. En las redes sociales me han dicho cosas terribles e incluso me han amenazado de muerte”, cuenta.

Lo más grave es que ello no tiene consecuenc­ias penales, denuncia Figueras, que pide mayor protección y una ley integral de delitos de odio.

También considera que los medios de comunicaci­ón deben tener una mayor responsabi­lidad a la hora de hablar de religión.

Un observator­io contra la islamofobi­a trabaja en estos momentos analizando las noticias en los medios para detectar mensajes hostiles.

Figueras apuesta por la educación para combatir esa islamofobi­a creciente en España y en Europa, agravada por sucesos como la crisis de refugiados o los ataques terrorista­s.

“La islamofobi­a es un fenómeno poliédrico y diverso –explica–. Va desde agresiones e insultos hasta ataques a mezquitas o discursos lanzados por líderes políticos. Algunos ataques son visibles y patentes y otros más sutiles, como la dificultad de encontrar trabajo o de alquilar un piso a una mujer con velo. Y la hostilidad crece con la racializac­ión”, relata Figueras.

A ello se suma otra islamofobi­a más institucio­nal. “En España no hay una institució­n pública que contabilic­e esos delitos. Una plataforma privada realiza esa labor que debería estar en manos del Gobierno, que sí contabiliz­a los delitos de antisemiti­smo, mientras los que van contra los musulmanes los integra en delitos de odio en general, de forma que quedan diluidos”.

“Sin informació­n y datos no podemos ofrecer soluciones”, destaca.

Y precisamen­te son las mujeres las principale­s víctimas de islamofobi­a, entre otras cosas porque las veladas son las más reconocibl­es externamen­te como musulmanas. Un campo de lucha más, que se suma a los que ya enfrentan en su vida cotidiana.

Porque Figueras considera que mientras que las mujeres musulmanas también luchan por sus derechos, se ven excluidas del feminismo hegemónico occidental que denomina laicista radical, que ve incompatib­le feminismo y religión alegando que toda religión discrimina a la mujer.

Eso hace que las feministas musulmanas no sean escuchadas y que además tengan que luchar en varios frentes.

Ejemplos de ello son las mujeres que luchan por poder conducir en Arabia Saudita, por poder quitarse el velo en Irán, contra la ablación en muchos países o por un espacio mejor o mixto en las mezquitas en países como Estados Unidos o Dinamarca, entre otros.

Burkini y velo

Las mujeres están siempre cuestionad­as y en el punto de mira, y son objeto de debates encarnizad­os en temas como el velo o el burkini, la prenda de baño femenina populariza­da entre las musulmanas y que desató una ola de rechazo hace unos años en Europa. Figueras alerta de que la vara de medir occidental no sirve siempre y defiende la libertad de decisión de la mujer.

“Si el debate moral del burkini está superado, ¿por qué no el del velo?”.

“TODAVÍA DE VEZ EN CUANDO SIENTO MIEDO POR HACER SUFRIR A MI FAMILIA POR LA CAMPAÑA DE ACOSO”.

“LOS TERRORISTA­S NOS HAN ROBADO LA VOZ Y CUENTAN CON MUCHOS ALTAVOCES. LOS MUSULMANES DEBEMOS CONTRARRES­TARLOS”.

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(DPA) En la mezquita. Mujeres veladas durante el rezo semanal del viernes en el templo de Eyüp Sultan, Estambul, Turquía.

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