“Era un hombre ganado por un fanatismo ideológico brutal”
El juez federal Jaime Díaz Gavier le comunicó a Menéndez ocho de las 13 condenas perpetuas que recibió. “Aun en su presencia casi silenciosa, podía notarse su autoridad sobre los otros imputados”.
“Condenarlo a la pena de prisión perpetua...”. Ocho veces en que el juez federal Jaime Díaz Gavier miró a los ojos a Luciano Benjamín Menéndez y le pronunció la peor de las sentencias posibles de nuestro universo penal.
“Él mantuvo siempre su expresión impávida, inalterable”, recuerda sobre el gesto en la devolución de la mirada del represor.
El magistrado, como presidente del Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba, fue quien le comunicó la primera máxima pena, al cabo del juicio por la causa Brandalisis, en 2008. También lo hizo en aquel memorable 25 de agosto e 2016, al final de la megacausa La Perla, como sucedió en otras condenas: dos en Tucumán, una en Catamarca, dos en La Rioja y la de la causa Videla en Córdoba.
“Era un hombre ganado por el fanatismo y el odio más tremendos, lo que lo llevó a cometer los gravísimos delitos por los que fue condenado. Si no fuera por ese fanatismo ideológico brutal y absoluto, no se podría explicar la magnitud de los crímenes que cometió”, afirma.
Pero, más allá de tenerlo sentado enfrente en el banquillo de los acusados, durante innumerables audiencias, no sostuvo otros contactos con el represor.
“No he tenido nunca una relación personal. Muchos otros imputados o condenados en los juicios por delitos de lesa humanidad han ido a verme a mi despacho por distintos motivos, pero él jamás pidió una entrevista, ni tratamiento preferencial, ni fue a plantear cuestiones personales”.
En cuanto a las palabras de Menéndez durante las audiencias, Díaz Gavier señaló: “Siempre dijo lo mismo: negó a los tribunales de la democracia y del Estado el derecho de juzgarlo. Pero no hizo manifestaciones de protestas ni reclamos; tampoco de desaprobación o de fastidio. Había asumido que ese era su destino. Hasta que, en el último juicio, dijo que ya no hablaría más, que ya no tenía sentido”.
Menéndez expuso esa decisión de no hablar más al comienzo del proceso por las causas Vergez y González Navarro, que se llevan a cabo en estos días.
El mismo TOF N° 1 fue el que restituyó su derecho a recibir una pensión por su retiro, luego de que se la quitaron las autoridades políticas tras la sentencia se 2008.
“Señalamos que era inconstitucional, que él había hecho sus aportes por años, y que, en caso de que no le pagara la pensión, el Estado incurriría en enriquecimiento ilícito. Es que en un Estado de derecho se puede condenar a quien cometió tan aberrantes delitos, y a la vez salvaguardar lo que le corresponde”, explica el juez.
En cuanto al influjo que ejercía la presencia de Menéndez frente al resto de los imputados con los que compartía el banquillo, para Díaz Gavier resultaba notorio. “Aun en su actitud y en su presencia casi silenciosa, podía percibirse que su autoridad hacia sus antiguos subordinados seguía vigente”.
MENÉNDEZ ES UNA EXPRESIÓN PALMARIA DE LA IMPUNIDAD. SORTEÓ 13 CONDENAS POR GENOCIDIO EN LA TRANQUILIDAD DESUCASA.
Eduardo Salas, legislador del FIT