La Voz del Interior

Polo y Luciano, un par de antónimos

- Marcelo Polakoff *

Ayer fue enterrado el destacado jurista Leopoldo Schiffrin, “Polo” para sus amigos. Y ayer moría Luciano Benjamín Menéndez. No sé cómo lo llamaban sus amigos, si es que los tenía.

Polo vivió 81 años; Luciano 90. De todos modos, el término “vivió” adquiere aquí connotacio­nes completame­nte dispares.

Luciano violó sistemátic­amente cada uno de los mismos derechos humanos que Polo sistemátic­amente defendió.

Luciano asesinó, secuestró y torturó. Polo persiguió, enjuició y apresó a asesinos, secuestrad­ores y torturador­es. Polo incluyó su nombre en centenas de textos magistrale­s, mientras Luciano quemaba centenas de libros en piras brutales.

Luciano no pudo cumplir las 13 cadenas perpetuas que lo convirtier­on en el militar argentino más condenado de la historia.

Polo pidió en la misma Justicia que lo dejaran seguir impartiénd­ola más allá de sus 75 años. Dejó el cargo de secretario de la Corte Suprema cuando se avaló la infame obediencia debida de la que Luciano hizo gala, uso y abuso.

Polo fue el primer juez argentino en extraditar a un criminal de guerra nazi apresado en Córdoba, la misma provincia en la que Luciano fungió como un gran aprendiz. Esas piruetas misteriosa­s de la vida me pusieron frente a frente con ambos. Con Polo estudiábam­os juntos en Buenos Aires arcaicos textos judaicos mientras entrábamos en contacto con algunas chispas de eternidad. Parte de mi vocación rabínica quedó sellada indudablem­ente en esos encuentros. Ya en Córdoba en 2012 me tocó refundar y copresidir la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y en ese rol estuve presente en la misma sala que el represor en la famosa megacausa de La Perla.

Sus paranoicas falacias y su orgullo de “haber combatido al comunismo” –por ejemplo torturando mujeres embarazada­s y robando sus criaturas...– me ponían la piel de gallina mientras a mi lado algunos familiares de desapareci­dos no podían contener las lágrimas o los gritos de bronca.

Parte de mi vocación por la defensa de los derechos humanos también quedó indudablem­ente sellada en esa sala.

La memoria de Polo –como decimos en la tradición hebrea– es “librajá”, “para bendición”.

En cuanto a Luciano, que Dios también lo juzgue.

LUCIANO ASESINÓ, SECUESTRÓ Y TORTURÓ. POLO PERSIGUIÓ, ENJUICIÓ Y APRESÓ A ASESINOS.

* Rabino. Integrante del Comipaz

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