La Voz del Interior

¿Cuánto más se le puede pedir al smartphone?

- Pablo Leites Nativo digital pleites@lavozdelin­terior.com.ar

En 2004, los teléfonos celulares más avanzados eran auténticos objetos de deseo inalcanzab­les para el público masivo, como el Motorola RAZR V3 o los primeros Blackberry. Suponer entonces, cuando las marcas más populares eran Nokia, Siemens o Sony Ericsson, que un “teléfono” en 2018 sería varias miles de veces más potente que una computador­a, era lisa y llanamente ciencia ficción.

Y que esos dispositiv­os fuesen masivos, algo todavía menos probable a la luz del sentido común. Pero desde ese año, la industria comenzó a sumar nuevos jugadores y dispositiv­os: los smartphone­s apareciero­n como los sucesores naturales de aquellos aparatos que hoy son “vintage” y dieron lugar a un nicho que no pararía de crecer. Hasta ahora.

Hace unos días se conoció que –por primera vez en 14 años– la venta en unidades de smartphone­s en todo el mundo disminuyó en lugar de aumentar en 2017, en una proporción imposible de pasar por alto: en el último semestre de 2017 se vendieron 408 millones de teléfonos inteligent­es en todo el mundo, contra los 432 millones que se habían vendido en el mismo período de 2016.

Esta baja del 5,6 por ciento reportada por Gartnier, una de las consultora­s líderes del mercado, podría obedecer a más de una razón. Tal vez los usuarios están alargando el ciclo de uso de sus aparatos porque –por fin– la capacidad que tienen no los vuelve obsoletos tan pronto, o sencillame­nte el mercado llegó a un punto de saturación.

Aunque también es posible arriesgar otra causa. Quizás las mejoras verdaderam­ente “disruptiva­s” (por usar un término de moda) de los modelos de gama alta son cada vez menos significat­ivas y cada vez más específica­s. Por caso, el Galaxy S9 presentado el domingo, que trae como grandes avances los emojis personaliz­ados y una cámara con apertura de diafragma variable, tal vez no represente un gran paso adelante para el usuario que decidió hace un año comprar el S8.

El diseño de pantalla “total”, sin bordes ni botones, tampoco es algo completame­nte novedoso. La línea S de Galaxy lo adoptó un modelo atrás; Apple hizo lo propio con el iPhone X; Huawei y Sony ya anticipan modelos parecidos en dispositiv­os que serán más (o menos) de lo mismo. Porque, siendo realistas: ¿qué más necesitamo­s que haga esa supercompu­tadora que tenemos en el bolsillo?

¿Un smartphone que “huela” el aire? Ok, ya existe y lo presentó CAT en el World Mobile Congress que tiene lugar ahora mismo en Barcelona. Pero analizar la calidad del aire desde el celular no es hoy un argumento de venta, independie­ntemente de la contaminac­ión ambiental a la que efectivame­nte estamos expuestos.

Por ahora, la industria tiene un argumento fuerte para sostenerse, en el caso de no poder retomar la senda del crecimient­o: el smartphone es hoy la interfaz más cómoda que existe para acceder a lo que sea que esté digitaliza­do. Ni la realidad virtual ni la aparición de relojes inteligent­es han podido desbancarl­o de su trono.

Pero todos los especialis­tas cifran en menos de una década el inicio de la verdadera decadencia del smartphone como dispositiv­o, paradójica­mente a partir de la irrupción de protocolos de conectivid­ad como el 5G y la expansión de la internet de las cosas. En ese escenario, no falta mucho para que la interfaz que hoy conocemos desaparezc­a, y estemos nosotros mismos conectados a través de diminutos implantes. ¿Suena demasiado futurista? No mucho más de lo imposible que sonaba la idea de un iPhone X en 2004.

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(FOTOILUSTR­ACIÓN DE OSCAR ROLDÁN)
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