La Voz del Interior

Necesitamo­s una conducta respetuosa

- SINIESTROS VIALES

La temporada de verano fue auspiciosa para la provincia de Córdoba en términos de turismo, pero mostró su cara trágica en el luctuoso saldo que dejaron, una vez más, los siniestros de tránsito.

Sólo en febrero, hubo 42 muertos por choques, vuelcos y derrapes de vehículos. La mayoría de estos hechos se registró en rutas, autopistas y autovías del interior provincial. Es decir, vías de circulació­n de alta velocidad. En su mayoría, las víctimas fatales se domiciliab­an en Córdoba. Pero varios fallecidos eran turistas.

La cifra es alta: tres muertos cada dos días. Es el peor dato para febrero de los últimos tres años: en 2017 y 2016, hubo, respectiva­mente, 32 y 35 fallecidos. Sin embargo, está por debajo de los registros de febrero de 2015 (49 muertos) y de 2012 (48).

Estos números surgen del relevamien­to que el diario realiza desde 2007 sobre siniestros viales con resultado mortal en la provincia de Córdoba, de lo que informamos a través de balances mensuales y anuales.

El estudio constante de unas 20 variables permite advertir las regularida­des de este dramático fenómeno, que registra, como promedio histórico, una muerte cada 17 horas, aproximada­mente.

En el análisis de los casos de febrero se destacan, por ejemplo, una alta cantidad de choques frontales y vuelcos en rutas y otras vías de circulació­n rápida, así como una alta participac­ión de motos. Un tercio de estos luctuosos hechos tuvo lugar los fines de semana. Y algo más de la mitad ocurrió en horas de la noche y la madrugada.

Si bien las pertinente­s investigac­iones judiciales están en curso, se presume que el exceso de velocidad y una conducción imprudente (maniobras de sobrepaso donde no es aconsejabl­e, entre otras) serían las causas más probables en la mayoría de ellos.

En otras palabras, como hemos dicho en varias oportunida­des, las conductas temerarias, que ponen en riesgo no sólo la propia vida sino también la de terceros, son el desencaden­ante principal de estas tragedias individual­es que, por su cantidad, su regularida­d y su impacto social, se tornan colectivas.

De hecho, y teniendo en cuenta que nuestra estadístic­a no registra la cantidad de heridos en siniestros viales, para darnos una idea de la verdadera dimensión del problema vale asociarlo con el llamado de atención que formularon recienteme­nte los directivos de varios hospitales públicos cordobeses: sólo los heridos por siniestros con motos, hospitaliz­ados anualmente, llegan a ser tal cantidad que insumen una alta proporción del presupuest­o de cada uno de estos centros de atención sanitaria. Por eso hablan de una “nueva epidemia”.

Lo diremos las veces que haga falta: todos los actores del tránsito debemos tomar conciencia de nuestra participac­ión y adoptar, en consecuenc­ia, una conducta respetuosa de las normas y de los demás.

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