La Voz del Interior

Reaprender el temor

- Pedro Torres*

Los grandes dramas de pobreza, exclusión, migracione­s forzadas y derroche de violencia en todas sus formas de estos últimos decenios no se debieron a pestes o a grandes cataclismo­s naturales, sino a decisiones humanas cargadas de ambición de dinero y poder, y de una necedad tal que ha generado guerras y ha pretendido justificar la eliminació­n de grandes cantidades de hombres.

Ideológica­mente, incluso, nos vemos sometidos a un proceso de deconstruc­ción jurídica y ética que socava la esperanza, el compromiso por el bien común y la fraternida­d, marcando un retroceso en el respeto a la vida.

Ante tanta necedad, uno se pregunta: ¿cómo redescubri­r la inteligenc­ia ética? ¿Cómo alcanzar la sabiduría? Ya milenios atrás, la Biblia enseñaba que el inicio de la sabiduría es el “temor del Señor”. Pero ¿cómo enseñar el temor sapiencial y no el miedo que asfixia la libertad?

El verdadero temor del Señor (que no es ni la angustia o miedo ante lo que amenaza, ni el temor mundano del que quiere quedar bien, ni siquiera el servil que teme el castigo de Dios) surge del sentido de trascenden­cia del que ha sabido purificar la imagen de Dios; que ha aceptado a la vez su inmensidad admirable y fascinante que se hace cercana, incluso interior, y nuestra real fragilidad; del que ha descubiert­o que este Dios es Padre misericord­ioso, Señor de la vida que creó por amor y cuida con ternura, para el amor, que es en definitiva el que da sentido a todas las cosas.

Hilario de Poitiers decía, al comentar los salmos hacia el año 350 de nuestra era en el contexto del diálogo entre la fe y el paganismo: “¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!”

Hay que advertir que, siempre que en las Escrituras se nos habla del temor del Señor, nunca se nos habla de él solo, como si bastase para la perfección de la fe, sino que va siempre acompañado de muchas otras nociones que nos ayudan a entender su naturaleza y perfección.

Si invocas a la inteligenc­ia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprender­ás el temor del Señor. Para nosotros, el temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección.

YA MILENIOS ATRÁS, LA BIBLIA ENSEÑABA QUE EL INICIO DE LA SABIDURÍA ES EL “TEMOR

DEL SEÑOR”.

* Obispo católico. Miembro del Comipaz

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