Discos que traducen antojos sin límites
Diego El Cigala es un artista que no se abstrae de las manifestaciones del entorno ni de las circunstancias históricas. Por el contrario, se deja atravesar.
Sucedió en 2003, cuando junto a Bebo Valdés publicaron Lágrimas negras, una obra de boleros plasmados desde el sufriente cante del flamenco, que contó con la curaduría y producción de cineasta Fernando Trueba.
Otra aproximación a una música foránea aunque cercana a su vibración se dio siete años después con Cigala & Tango (2010), disco grabado en vivo en el porteño Teatro Gran Rex junto a invitados de la talla de Andrés Calamaro, Néstor Marconi y Juanjo Domínguez.
Arropado por su grupo habitual en España (el guitarrista Diego El Morao, el contrabajista Yelsy Heredia, el pianista Jaime Calabuig “Jumitus” y el percusionista Sabú Porrina), el cantaor madrileño interpretó en clave flamenca clásicos como Tus ojos se cerraron y El día que me quieras, además de otras composiciones contemporáneas como Garganta con arena.
Romance de la luna tucumana (2013) es el antecedente más inmediato a Indestructible en eso de ir por afuera del flamenco puro.
Aquí, El Cigala se permite expresarse sobre la guitarra eléctrica de Diego García para ofrecer su corazón y una amalgama de milonga, chacarera y canción popular argentina popularizada por Mercedes Sosa. Es en este álbum que está la versión de Canción para un niño en la calle, cantada junto a Residente y publicada en Cantora, el disco de colaboraciones de la genial Mecha.