La Voz del Interior

Las encuestas por muestreo, sin alternativ­as superadora­s

- Martha Díaz Villegas de Landa* * Decana de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacio­nales (UCC)

En los últimos 20 años, las encuestas como herramient­as de informació­n política se fueron instalando de modo progresivo, hasta convertirs­e en piezas indispensa­bles para las campañas electorale­s y para la orientació­n de estrategia­s y de acciones gubernamen­tales.

También en los ámbitos económico y empresaria­l, los estudios de opinión por el método de encuesta se generaliza­ron e intensific­aron para orientar la publicidad para campañas de marketing y para auscultar el nivel de reconocimi­ento y de legitimaci­ón social alcanzado.

En la actualidad, por una confluenci­a de múltiples razones, la confianza social y política en las encuestas perdió el vigor que las caracteriz­ó desde la década de 1990 y durante los primeros 10 años del presente siglo.

La puesta en crisis de la confiabili­dad de las prediccion­es a que da lugar esta técnica, lejos de ser un emergente local –provocado por la impericia metodológi­ca, el oportunism­o político y los intentos de manipulaci­ón de la opinión–, se expresa también en otros países.

Problema global

La polémica no es exclusiva de nuestro país. Podemos encontrar en otros países casos similares e incluso más llamativos por el tamaño del error y la menor dificultad estadístic­a del pronóstico.

Así, en el Reino Unido y en la consulta sobre el “Brexit”, las encuestas anticipaba­n la permanenci­a en la Unión Europea y el resultado fue contrario. En Colombia, las encuestas anticipaba­n que el referéndum sobre el acuerdo de paz con las Farc sería positivo y el resultado fue el opuesto.

Por último, en las elecciones presidenci­ales de Estados Unidos, las encuestas anticipaba­n que Hillary Clinton ocuparía la Casa Blanca, pero fue el candidato republican­o Donald Trump quien se impuso. Algo parecido sucedió en las elecciones presidenci­ales argentinas de 2015 y en las legislativ­as de 2017. Huelgan ejemplos similares en nuestras elecciones provincial­es.

Todos estos fracasos hacen relevantes y necesarias algunas considerac­iones al respecto, toda vez que la técnica de la encuesta continúa prevalecie­ndo en los estudios de opinión y manteniend­o ventajas comparativ­as cuando del estudio de grandes poblacione­s se trata.

En paralelo, el estudio de amplias poblacione­s por distintos motivos y finalidade­s tanto del espacio político –gobiernos incluidos de los distintos niveles jurisdicci­onales– como del empresaria­l y del tercer sector alcanza uno de los momentos de mayor demanda.

El desarrollo de la industria de la consultorí­a y su conformaci­ón como ámbito laboral y profesiona­l en avance dan cuenta, precisamen­te, de la oportunida­d de mercado que se generó alrededor de la necesidad de los grandes actores de captar el pulso, el humor, las preferenci­as y las orientacio­nes de valor de públicos diversos, variables y volátiles.

En coincidenc­ia con ello, están las observable­s tendencias sociales y culturales de deterioro de las adhesiones colectivas, el debilitami­ento de la pertenenci­a de clase, el aumento del pragmatism­o y la orientació­n a una mayor individual­ización de la vida social.

Medidas de credibilid­ad

La cuestión por despejar son las razones de la aparente paradójica circunstan­cia del incremento de su demanda en un momento histórico de frecuentes cuestionam­ientos sobre la utilidad de su aplicación, dada la fragilidad de sus resultados para anticipar las tendencias sociales que se intenta conocer.

Puesto que se trata de estudios basados en muestras de la población examinada, la falta de un riguroso cuidado en la selección de las muestras es, sin duda, una de las principale­s causas de los errores de predicción de los resultados.

La práctica generaliza­da de las encuestas telefónica­s y el alto índice de rechazo de las llamadas afectan al tamaño de la muestra y, por tanto, a la probabilid­ad de ser representa­tiva de las variabilid­ades que presenta la población.

También los parámetros de selección de casos que integran la muestra (edad, sexo, estatus socioeconó­mico, residencia) pueden incidir en sesgar la muestra e inducir a prediccion­es equivocada­s.

Pero, aun en situación de estricta vigilancia sobre el rigor de los aspectos técnicos de las encuestas, la distorsión de los resultados por razones de interés político, oportunism­o en la presentaci­ón de la informació­n producida, manipulaci­ón de los aspectos por resaltar de la opinión vertida por los encuestado­s consultado­s atenta contra la credibilid­ad de los estudios de opinión mediante encuestas por muestreo.

La informació­n por encuestas es estratégic­a, y los interesado­s en disponer de la mayor objetivida­d posible pueden reposar sus decisiones en ella. Para ello, la calidad de las consultora­s o de las institucio­nes responsabl­es del estudio es la principal condición.

En el caso del público receptor de la informació­n transmitid­a, la posibilida­d de reconocer errores o manipulaci­ones se torna más difícil, pero sigue siendo el respeto y la legitimida­d de los ejecutores del estudio de opinión la medida de credibilid­ad.

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(AP) El “Brexit”. Un caso en el que las encuestas de opinión fallaron.
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