La Voz del Interior

Con la energía renovada

Marcela Morelo dice que ser madre cambió todo en su vida.

- Juan Manuel Pairone jmpairone@lavozdelin­terior.com.ar

No voy a cambiarte es la canción nueva que Marcela Morelo incluyó en su álbum recopilato­rio Los 20 de Morelo. Con un toque de vallenato y otro poco de huayno, la cantante se le anima al espíritu urbano y suma la presencia latina del mejicano Carlos Rivera. Todo eso sin resignar su don (casi) natural para el estribillo amigable, ese que queda impregnado durante años en el inconscien­te colectivo.

“Viene la abuela, la hija de esa abuela y la nieta, tres generacion­es”, aprecia Morelo sentada del otro lado de una mesa, en una oficina que se ve transforma­da por la intimidad y la potencia del relato de la cantante. “Siento mucho respeto, mucho amor”, reflexiona. Cansada, habla con la claridad de alguien que surfea la madurez según su propio pulso.

“Se acercan muchos chicos de entre 25 y 35 años a decirme que yo les traigo recuerdos con sus madres, porque cuando eran chiquitos su mamá ponía el CD en el auto, o en la casa ponía un CD mío. Y entonces me saludan con un amor. Con un amor diferente, tipo ‘me traés recuerdos con mi mamá’. Eso es muy lindo”, agrega.

Dos décadas

“Yo me encuentro con las canciones cada vez que vamos a tocar. Pero otra cosa es decir ‘esto lo vamos a juntar con esto y lo vamos a dejar grabado en un disco’. Fue volverme más consciente de todo lo ya hecho”, analiza en relación a la idea de compilar sus mayores clásicos.

“Cuando me encontré con todo el repertorio y seleccioné las canciones fue ver todas estas dos décadas de trabajo. No fue compleja la selección porque elegi-

mos las que más me conectaron con la gente, las que se hicieron más conocidas”, explica la dueña de una lista de éxitos (Para toda la vida, Corazón salvaje) que cualquiera envidiaría.

“Este compilado resume el período de 20 años en mi vida a nivel popular, a nivel de laburo, de música, de subirme a micros, aviones, viajar, ir donde las canciones han llegado, grabar”, ampliá Morelo. “Es mucho trabajo, me doy cuenta que fueron muchas cosas que pasaron, y la verdad estoy muy contenta de celebrar 20 años y seguir tocando con ganas”, añade.

–¿Cómo sostenés el ritmo después de tanto tiempo? ¿Se van modificand­o esas ganas?

–A mí me gusta cantar. Yo tengo un amor por el canto en sí. Quizás no tengo un show, pero en mi casa canto todo el tiempo. Para mí además es físico, es un ejercicio. Yo trabajo mucho con la voz, me hace bien, me armoniza. Es el momento en el que todo se me equilibra, por los ejercicios, por la respiració­n y todo lo que implica cantar. Eso me mantiene siempre con el fuego, el amor no cansa. Y mi amor por el canto es verdadero –¿Tenés disciplina a la hora de cuidar tu instrument­o?

–Yo tomé más conciencia de la voz como instrument­o cuando empecé a grabar los discos. Yo canté toda mi vida, desde chiquita, me es natural. Pero cuando empecé el camino profesiona­l, donde canto mucho… bueno, para cantar mucho hay que mantener la voz. A mí me gusta estar relajada en el escenario, entonces yo estudio mucho. Tomo clases, voy a mi fonoaudiól­oga, hago ejercicios casi todos los días. Se me descoloca sino la voz, ya es parte de mi rutina”

Mamá

El semblante de Marcela Morelo sorprende por su aplomo. Mientras otros colegas apenas lo soportan, ella disfruta de ese estatus de estrella pop “que conocen todos”. A la hora de los pedidos, por ejemplo, se muestra accesible y entusiasma­da con la idea. “Mucha gente me pide canciones. A mí me encanta, me gusta desviarme de la estricta lista de temas”, asegura.

“Todo lo que surge en cada show para mí es el condimento. El público está ahí y participa, y eso es lo bueno. Me gusta mucho, se arman lindos momentos cuando salimos a tocar. Hay una interacció­n, y aparte se volvió un hábito, ¿viste? Yo ya al final me quedo esperando a que me pidan, porque me gusta también”, completa.

Quizás, esa actitud de relaje permanente tenga que ver con la mayor de sus novedades: los tres

hijos que adoptó junto a su esposo, y que conviven con ella desde hace un año. –¿Cómo influye este proceso familiar en tu oficio?

–Yo soy grande ya, ser mamá me cambió todo, pero para bien. Sobre todo a un año de estar con mis hijos ya. Todo se puso diferente. Renové mi energía, la familia cambió el ADN. Hubo una mezcla de gente en casa, de personalid­ades, armando una nueva familia. Creo que lo mejor que hicimos con mi marido no sé si son las canciones, es estar hoy con estos tres soles que nos cambiaron completame­nte. Y lejos de alejarnos de lo que hacemos, fue al revés: querer hacer más, querer tener más ganas, querer salir a trabajar, a tocar. Aparte uno se vuelve más grande y decís “no, esto no lo puedo postergar, lo hago”.

“SER MAMÁ ME CAMBIÓ TODO. TODO SE PUSO DIFERENTE. RENOVÉ MI ENERGÍA, LA FAMILIA CAMBIÓ EL ADN”.

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(NICOLÁS BRAVO)

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