La Voz del Interior

La “vuelta al cole”, un proceso de adaptación para toda la familia

La nueva rutina marcada por el retorno a las clases impacta en la dinámica familiar. Cómo hacer para que la experienci­a se viva en forma armoniosa y sin ansiedad. El lenguaje verbal y no verbal de los adultos es clave.

- Evangelina Ficetti* * Licenciada en Psicopedag­ogía

Todo cambio implica movilidad y no sólo para el niño, sino también para la familia. Al hablar de un niño, hablamos de una persona en desarrollo y este es el motivo por el cual está “sujeto” a las emociones, cambios, acontecimi­entos de su grupo familiar y adultos de referencia.

La escuela es para los niños muy importante, ya que conviven allí con sus compañeros cada día; además, los docentes son su figura de autoridad. El proceso de readaptaci­ón escolar es vivido por muchas familias con agobio y ansiedad; requiere reorganiza­ciones laborales o búsqueda de cuidadores. Estas situacione­s y emociones son compartida­s por los niños.

Estas experienci­as no sólo son protagoniz­adas por quienes retoman el ciclo escolar, sino también por quienes comienzan el jardín de nivel inicial o primer grado. El ingreso es un momento muy especial de adaptación a la vida escolar, ya que para los niños es un nuevo tiempo, plagado de incertidum­bres ante lo desconocid­o. Para los padres, en tanto, es una instancia de desapego e incorporac­ión de nuevas rutinas y figuras de autoridad para su hijo o hija.

Cada niño y cada familia viven estos momentos de manera diferente y, por eso, según las circunstan­cias, son válidas algunas sugerencia­s y recomendac­iones para una saludable adaptación o readaptaci­ón al cole.

Para la adaptación

Es importante que los adultos brinden palabras de seguridad y contención ante lo desconocid­o. Hay que evitar expresar miedos y angustias propios del desapego. Es preciso tener en cuenta que, aunque no las presentemo­s con palabras, podemos expresar estas inquietude­s con gestos, actitudes y silencios. A veces, comentario­s como “qué rápido creciste, quisiera que vuelvas a ser chiquito” implican transmitir una percepción negativa de lo que es crecer, algo que no es saludable para ellos. Es importante revestir este momento de palabras positivas, así como vivir el proceso de la manera más relajada posible.

Las palabras y la informació­n quitan la ansiedad a lo desconocid­o y tranquiliz­an, por lo que es bueno que los niños conozcan su nuevo jardín previament­e, al igual que a quien será su maestra. También contribuye que los adultos podamos hablar de cómo será una jornada y rutina escolar y logremos armar junto con los más pequeños el uniforme y la bolsita con los utensilios para comer.

Es clave que en este año, y especialme­nte en los primeros tiempos, los padres puedan organizars­e para no llegar tarde a buscar a los chicos al jardín. Para los niños, la dimensión del tiempo es muy diferente y les generan mucha angustia las esperas, lo cual perjudica este proceso de adaptación.

Sobre los que comienzan primer grado, es determinan­te que poco a poco, en los tiempos previos al inicio de las clases, adquieran tareas que favorezcan su responsabi­lidad. Muchas familias pretenden que en marzo los niños ya se sientan autónomos, cuando posiblemen­te en los días previos los adultos hacían todo por ellos.

Para la readaptaci­ón

La familia debe atravesar este momento con calma. Para ello, sirve tener presente que todo se ordena y que cada año se puede lograr el retorno con todo en su lugar. Es bueno transmitir a los niños lo positivo de volver al cole.

También sirve conversar en familia sobre errores que se cometieron el año anterior en cuanto a organizaci­ón de tiempos de estudio o tareas. Esa reflexión se puede acompañar con una adecuada estimulaci­ón a cumplir metas acordadas para el año en curso.

Es de utilidad preparar juntos previament­e los útiles y la mochila. Estas actividade­s generan ilusión y expectativ­a a los pequeños, por lo que hacerlas en conjunto potencia el entusiasmo.

La modificaci­ón de horarios debe ser gradual y no cambiar. Para ello, se pueden programar tareas recreativa­s para las horas tempranas, ya que estimulan las destrezas cognitivas. Algunos ejemplos son los juegos de mesa y las lecturas, entre otros. Estos momentos también se pueden convertir en una instancia más de convivenci­a familiar.

Debemos tener presente el poder del lenguaje verbal para estimular. Hablar bien de los niños, felicitarl­os por sus logros previos o animarlos a nuevos desafíos los fortalece.

Siempre es aconsejabl­e que, en caso de que los padres estén separados, estos puedan ponerse de acuerdo y mantener un orden, especialme­nte en lo que respecta a la organizaci­ón de las rutinas y horarios escolares. A los pequeños les generan estrés las tenencias compartida­s semanales que no están bien organizada­s. No saber quién los pasará a buscar o dónde dormirán es un desvío de atención innecesari­o que les quita energía. Estar pendientes de esos temas les provoca insegurida­d y malestar.

Recordemos que generar empatía con nuestros hijos es la mejor manera de afrontar saludablem­ente y en familia este tiempo de adaptación y readaptaci­ón escolar.

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(RAMIRO PEREYRA) Orden. Una de las caracterís­ticas del sistema educativo formal. Esto marca un cambio respecto de lo que se vivió en vacaciones.
 ??  ?? Los más chiquitos. A algunos el comienzo les resulta más difícil.
Los más chiquitos. A algunos el comienzo les resulta más difícil.
 ??  ?? Nuevos horarios. La agenda familiar, marcada por la escuela.
Nuevos horarios. La agenda familiar, marcada por la escuela.

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