La Voz del Interior

El talento incontenib­le de Luciana Jury.

- Crónica en penumbras Alejandro Mareco amareco@lavozdelin­terior.com.ar

Había un ardor en las horas de marzo que el remanso de la noche recién venida al vivificant­e patio del Centro Cultural España Córdoba no alcanzaba a refrescar.

“Esta cajita que toco tiene boca y sabe hablar; sólo le faltan los ojos para ayudarme a llorar”. Luciana Jury fue la primera de las tres mujeres con caja que irrumpiero­n con la copla en la penumbra que siguió al apagón, y avanzó entre el gentío apiñado aun entre las plantas buscando el encuentro con los ojos que la miraban. Hasta lo alto del patio, la seguían Viviana Pozzebón y Pampi Torres.

Las tres desanduvie­ron el sendero para llegar al escenario y entonces desplegars­e; la cordobesa Viviana a su bombo, parches y destellos percusivos; la pampeana Pampi, de pie con la guitarra que en muchos pasajes bordonearí­a a modo de bajo; y, en el centro, la mendocina Luciana, con los brazos y los gestos extendidos hacia el nacimiento de la luz.

Eran la sororidad de la sonoridad. Es decir, el nuevo concepto de fraternida­d – solidarida­d entre mujeres desplegada esta vez en la música y en una reunión de trío especial para la ocasión.

El ardor estaba impregnado de los estertores porfiados del verano; de la agitación del atardecer del día anterior, el jueves de la gran marcha de las mujeres, con sus vapores aún suspendido­s en las calles. Y de la entusiasma­da impacienci­a por ver a la Jury y a su canto en acción, porque ambas cosas son en sí misma una versión del ardor.

Sí, ella y su arte tienen el temperamen­to de la intensidad. La hija del escritor y guionista Zuhair Jury y sobrina del gigante de la creación argentina Leonardo Favio saluda días de un reconocimi­ento creciente justo cuando, a los 40 y chirolas, su propuesta se ha vuelto un estilo maduro.

Ella es acción, y comienza por la ansiedad de brazos, manos y una variedad de gestos en la cara. Y su voz tampoco se queda quieta, apoyada en una sola vibración de ánimo, sino que en una puesta cargada de matices dramáticos respira y palpita de distintos modos en una misma canción.

Suelta el aire con los dientes apretados, subraya la distancia de las notas, susurra, se demora en una vocal con una breve improvisac­ión, grita, baja y sube a los extremos de su registro y hasta a veces hace temblar su voz con reminiscen­cias de su tío.

Y entonces queda envuelta en una estela apasionada que conmueve a la gente que la escucha gustosa de dejarse llevar por esa intensidad.

Se afirma sobre una selección variopinta de temas del folklore popular de su región, como cuecas cuyanas y chilenas, chacareras, escondidos, algo de Colombia, de Venezuela y más aún, y en los pasajes incluye juego y humor.

Entretanto, en la constancia de su estilo también queda la sensación de que en la variedad se repite, y de que las canciones a veces quedan como contextos para el despliegue de su acción.

En el final, el temperamen­to se volvió más suelto y más rítmico, toda una oportunida­d para Vivi Pozzebón. Y mientras los fantasmas de los edificios del alrededor amurallaba­n el cielo del viernes sobre el patio, las horas de marzo guardaban el ardor como un tesoro.

Valbé: resuello urbano

En el camino a la medianoche del ardiente viernes, podría parecer curioso que al final el resuello pudiera beberse a orillas de un sonido urbano, de pulso firme pero de espíritu ancho.

Más allá, en barrio Güemes, el trío entrerrian­o (Gualeguayc­hú) Velbé sostenía una idea fresca pero bien saboreada, expuesta a lo largo de canciones de enriquecid­a llanura.

Rock, funky, folk, algo de vidala y chacarera conviven en una transparen­cia expresiva que parte de la voz precisa y cálidament­e narradora de Noelia Recalde, que compone y sostiene una guitarra al natural.

Luego, es impactante el modo de apuntalar el pulso del baterista Christian Faiad, y se suman los climas que apuntala Daniel Helmer con el bajo.

Por si faltara un toque a la noche, invitaron a compartir un tema a nuestro talentoso Juan Pablo Toch, que siempre sabe ser sensible y original con su guitarra.

Valbées la re unión delas primeras sílabas de las palabras valentía y belleza. Y acaso del nombre intentan tomar el destino de su música.

Ah, cuando faltaban tres temas, la cantante advirtió sobre el inminente final, pues han elegido evitar la simulación de abandonar el escenario, mirar la pared del camarín y esperar que pidan otra. Es como si en el mundo de los recitales alguien se hubiera animado a decir, por fin, que el emperador está desnudo.

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(JAVIER CORTÉZ) Grata compañía. Luciana Jury actuó junto a Pampi Torres y a Vivi Pozzebón.
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