La Voz del Interior

Fortalezas y debilidade­s de un subsidio

- ASIGNACIÓN POR HIJO

La asignación universal por hijo (AUH) mejora las condicione­s de vida de los sectores más vulnerable­s y favorece la permanenci­a de los adolescent­es en el sistema educativo, pero no alcanza para eliminar la pobreza o achicar la brecha de la desigualda­d.

A estas conclusion­es arribó la Administra­ción Nacional de la Seguridad Social (Anses), a partir de una investigac­ión que realizó entre 2016 y 2017 y en la que participar­on el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación (Unicef) y las facultades de Ciencias Económicas de las universida­des de Buenos Aires y de La Plata.

Vale destacar la decisión de desarrolla­r un estudio de tal envergadur­a, con la colaboraci­ón de varias institucio­nes. Toda política pública requiere de una evaluación crítica periódica, que permita detectar sus fortalezas y sus debilidade­s. Es un insumo indispensa­ble para medir su impacto social y decidir tanto su continuida­d como su reconfigur­ación.

En este caso, la investigac­ión confirmó que la AUH tiene un impacto focalizado en los estratos más vulnerable­s de la población: durante el segundo trimestre de 2016, el 84 por ciento de los destinatar­ios pertenecía a los dos quintiles de menores ingresos.

En otros términos, el 60 por ciento de la población de ingresos más bajos capta la mayor parte de sus beneficios. Esta es su fortaleza.

Pero si bien genera una mejora de casi un 30 por ciento en el ingreso promedio de los estratos sociales más bajos, no es suficiente para que la mayoría de los beneficiar­ios superen su estado de pobreza.

Ese solo dato alcanzaría para refutar cierto prejuicio social que asocia el cobro de un plan social con la automargin­ación del mercado laboral. Los beneficiar­ios de estos planes, suele decirse, no están interesado­s en trabajar; del mismo modo, se tiende a creer que las mujeres pobres se embarazan para recibir la AUH.

La realidad indica otra cosa. La AUH apenas si alcanza para cubrir un cuarto de la canasta básica que define la línea de la pobreza. Entonces, es apenas una ayuda o un complement­o económico que está lejos de ser el equivalent­e de un salario.

Con todo, hay un modo más directo de ver el nudo del problema: la AUH no resulta suficiente para que se reinserten en el sistema educativo los niños y jóvenes de los estratos más vulnerable­s que no asisten a clases, aunque contribuye a mejorar las trayectori­as educativas de quienes se mantienen escolariza­dos.

Sin educación, la desigualda­d se multiplica­rá más temprano que tarde. Esta es la gran debilidad de la AUH que interpela a toda la dirigencia política. Por supuesto, debiera ser corregida de inmediato.

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