La Voz del Interior

Un nuevo Cosquín de la Mona, a 30 años del escándalo

El jueves 22, Carlos Jiménez tendrá su primer show propio en la Próspero Molina. Será a tres décadas del gran episodio que se vivió en el festival folklórico, que dividió las aguas.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Cosquín. Miércoles 27 de enero de 1988, a las 23.40. Quinta luna del festival mayor del folklore. El cierre de una agobiante jornada con más de 41º grados sería considerad­o “la noche negra” del festival, que dividió aguas y que terminó en escándalo.

Carlitos Jiménez pudo cantar sólo cuatro canciones, en la cumbre de su popularida­d y con éxitos como Con una agujita de oro, Quién se ha tomado todo el vino, Mi gallo es bien gallito y Nuestro estilo cordobés.

Pasaron 30 años, y ahora la Mona se prepara para su plaza propia el jueves 22, en esa misma Próspero Molina que lució desbordada por una multitud de fanáticos “jimeneros”. “Será por primera vez como solista, porque estuve ya tres veces en Cosquín. Ahora voy solo y exclusivo”, anticipó el ídolo.

El final de aquella noche histórica llegó con el artista calmando a su público, que desbordó la plaza y la ciudad: “Ahora nos vamos todos tranquilos a Córdoba, porque tenemos que demostrar que no somos indios”, dijo; y agradeció también: “A los que se portaron mal... por quererme tanto”.

Lorena Jiménez, la menor de las hijas del cuartetero, recuerda que quedó marcada por aquellos hechos que vivió antes de cumplir los 11: “Había muchas cosas en un entorno que me costó tiempo entender. En los bailes, a veces, había algún problema, pero no de esa magnitud. Me asusté mucho, porque yo era chica y estaba ahí. Yo estaba acostumbra­da a que la gente le diera mucho cariño y mucho amor, y en ese momento que todo el mundo le daba duro, no entendía nada. En 2012 volví a Cosquín a cantar con él, y fue muy emotivo. En mi corazón quedaba esa sensación perturbado­ra de lo que habíamos vivido”.

El ídolo cuartetero se fue llorando, pidiendo perdón a sus fans, algo avergonzad­o también. Con el correr de los años, con un género de cuarteto más legitimado (en junio cumplirá 75 años), el recuerdo de aquella noche tuvo un efecto inesperado.

Más tarde, el propio Jiménez le reconoció a La Voz: “Desde luego que aquella noche no puede recordarse como una fiesta..., pero no puedo negar que luego de aquella experienci­a, los diarios de Buenos Aires y todos los porteños empezaron a considerar que el cuarteto es una realidad”.

El país entero habló de la caótica presentaci­ón. Y el fenómeno, por entonces regional, empezó a anunciar que estaba listo para el gran salto, capitaliza­do por la Mona con hitazos nacionales como Beso a beso o El bum bum, que llegarían apenas una década más tarde (1998), y Rodrigo Bueno con A 2000 (1999) y su rescate al cuarteto caracterís­tico.

Escenas de aquella luna

Cosquín era una locura, dentro y fuera de la plaza. Las crónicas de la época aseguran que unas 70 mil u 80 mil personas habían copado la ciudad. El público se mostró impaciente con los otros artistas programado­s en el escenario mayor: hasta la llegada de Jiménez, habían pasado los tradiciona­les Tucu Tucu, el humor de Luis Landriscin­a, un criticado fragmento de El casamiento de la papa (que la rompía en el verano teatral de Carlos Paz), presentado por Francisco Heredia con su himno Córdoba va, y la música litoraleña de Ramona Galarza. “Me parece verdaderam­ente lastimoso que una fiesta como esta se haya arruinado así. El festival le tendría que dedicar un día a los cuartetos, así estos inconvenie­ntes no se repiten”, dijo Galarza.

En cambio, Luis Landriscin­a, que actuó antes de Carlos Jiménez esa noche, anticipó con sabiduría la legitimaci­ón que el género tendría en un futuro no tan lejano: “Si esta música que se baila hoy en todos los pueblos de Córdoba no es folklore hoy, lo va a ser dentro de 20 años”.

No se equivocó por tanto: debieron pasar 24 años para que Jiménez pudiera volver al escenario, con Los 4 de Córdoba, para una noche reparadora de 2012, a las tres de la mañana. “Fuimos echados como perros de Cosquín, pero esta no es una revancha. Vinimos a terminar lo que quedó pendiente en el ’88”, dijo Jiménez al final de una hora y media de show.

El gusto popular

Landriscin­a también quiso quitar del centro de la polémica al ídolo cordobés: “Cuando en las canchas de fútbol hay incidentes, los culpables no son los jugadores. De la misma forma, no se puede responsabi­lizar a los músicos por los desbordes de la gente. Por otra parte, la popularida­d del cuarteto no es una maniobra publicitar­ia. Más allá de los manejos comerciale­s, está aceptado por el pueblo, y esta es una realidad insoslayab­le”, agregó.

La sucesión de artistas del cuarteto que en los últimos tiempos pasaron por Cosquín es una de las tantas señales de que el género ya no es mirado con malos ojos ni escuchado con peores oídos. Del mismo modo, las noches cuartetera­s de festivales como los de Jesús María o Villa María quedaron integradas a las grillas, no como la “extra” o la “popular”.

Aun cuando todavía existan prejuicios en torno al género, lejos quedaron aquellos recuerdos de grietas insalvable­s. Jiménez solía decir por qué el cuarteto era combatido: “No les gustaba la cara de la gente que iba a los bailes. No les gustaba ver a los negros divertirse. Los querían ver analfabeto­s. La sociedad no quiere darles una oportunida­d a todos”.

La plaza propia de Cosquín que Jiménez hará el jueves 22 volverá a tener un efecto sanador. Han cambiado las cosas, pero siempre hace falta renovar los símbolos.

YO ESTABA ACOSTUMBRA­DA A QUE LA GENTE LE DIERA MUCHO CARIÑO Y MUCHO AMOR... NO ENTENDÍA NADA.

Lorena Jiménez, hija de la Mona

TRAS AQUELLA EXPERIENCI­A, TODOS LOS PORTEÑOS EMPEZARON A CONSIDERAR QUE EL CUARTETO ES UNA REALIDAD.

La Mona Jiménez, en 1999

 ?? (LA VOZ / ARCHIVO) ?? Momento clave. Jiménez intenta calmar a sus fanáticos, que coparon la Próspero Molina.
(LA VOZ / ARCHIVO) Momento clave. Jiménez intenta calmar a sus fanáticos, que coparon la Próspero Molina.

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