La Voz del Interior

“Sería mejor un dólar un peso más alto todavía”

El economista cree que la reducción del déficit fiscal es el único punto de la agenda que “no es negociable”. Prevé una inflación de 21% y alienta una baja en las tasas de interés.

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Pasaron casi 18 horas del miércoles 14 y Miguel Bein reconoce que ya está algo cansado. Se levantó temprano para hacer gimnasia porque después tenía que tomar un avión hacia Córdoba.

Acá se reunió con el presidente de Bancor, Daniel Tillard, quien lo contrató como asesor de la entidad, y después almorzó con el gobernador Juan Schiaretti. Antes de volver a Buenos Aires, habló con LaVoz de lo que todos esperan que él hable: la economía del país.

Funcionari­o en las gestiones de Raúl Alfonsín y de Fernando De la Rúa, y exasesor de Daniel Scioli en las últimas elecciones presidenci­ales, se considera un optimista por naturaleza, aunque reconoce que eso le hizo pagar “muchos errores” en la vida y en la profesión.

Avala varias medidas de la gestión de Mauricio Macri. “La agenda era muy clara”, dice, pero toma distancia del diagnóstic­o inicial. “Hubo un pecado original. Luego, un montón de cosas que se hicieron había que hacerlas. Yo no hubiera dejado atrasar tanto el tipo de cambio, no hubiera dejado subir las tasas como las dejaron subir, no hubiera fabricado un stock de Lebacs tan grande”.

–Era previsible una inflación alta en el arranque de año, pero igual no deja de sorprender.

–Con la corrección de tarifas no hay mucho para inventar. Además, en la inflación núcleo también se coló el aumento en el precio del dólar. Se dieron las dos cosas juntas. Es una inflación alta, pero tan alta como coyuntural. En junio, uno podría esperar que vamos de vuelta a una inflación en la zona de 1,5 por ciento mensual.

–¿Y cómo terminará el año? –Entre 20 y 21, más 21 que 20 (por ciento). Yo creo que el Gobierno estaría muy conforme con 19 (por ciento); todos sabemos que no será de 15, pero lo importante es que esté cuatro o cinco puntos por debajo de la del año pasado. Plantearse descensos muy acelerados mientras hay recomposic­ión de tarifas, un enorme déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y dólar flotando, la verdad, es una ingenuidad.

–¿Fue bueno recalibrar?

–Sí. Es más, yo hubiera recalibrad­o un poco más alto que 15 por ciento porque (una inflación de) 15 ya nació muerta.

–El presidente Macri dijo que lo peor ya pasó ¿Coincide?

–Había una canción, creo que era del grupo La Mosca, que decía “hoy estoy peor que ayer, pero mejor que mañana” (la canta). Es un chiste; digo, es una aspiración, y está bien. Pero no estoy tan seguro de eso, los próximos meses tampoco van a ser un dechado de virtudes. Pero en la medida que se vaya terminando la recomposic­ión tarifaria, está claro que la Argentina va a entrar en un sendero de menor inflación y con mayor capacidad para recomponer el ingreso de la población.

–¿La sociedad tiene paciencia para soportar este proceso?

–El estado natural de la economía es la impacienci­a, es como el estado natural de la guerra. Nadie es paciente en una guerra y nadie es paciente cuando no le alcanza la plata para llegar a fin de mes.

–¿Hay herramient­as para hacer algo más por el consumo, por ejemplo, en el alto spread entre tasas pasivas y activas?

–Pasa que hoy el Banco Central está en una trampa porque mientras la inflación se aceleró, resultaría poco creíble que baje la tasa de interés. La verdad es que hay que bajar la tasa porque una vez que uno está en un proceso de desinflaci­ón, el único argumento que hay, si las paritarias no le van a ganar a la inflación, es mejorar el crédito a las empresas y a las familias.

–¿Qué pasará con el dólar, después de la aceleració­n desde diciembre?

–Con el dólar pasaron dos cosas: primero, estaba muy atrasado. En noviembre estaba en 17,25 (pesos) y no permitía trabajar a ninguna provincia en las exportacio­nes. Casi no se ganaba plata en la zona núcleo agrícola y mucho menos en miel, maní, la fruta de carozo, azúcar, vino, aceitunas o ajo. Fue una medida sana dar ese golpe de timón para ir a un dólar de 20,20 (pesos) mayorista, como está ahora. La verdad, sería mejor un dólar un poco más alto todavía, un peso más. Obviamente, eso siempre lleva riesgos porque hay costos asociados y puede acelerar la tasa de inflación. Pero un dólar más alto y una tasa de interés más baja es el único argumento que va a tener el Gobierno, para tener una economía con un consumo más dinámico.

–El país también necesita consolidar la inversión. Usted es consultor, ¿qué le dicen las empresas?

–Las empresas invierten, no es una lluvia. Si vamos a esperar una El consultor también tiene producción agropecuar­ia.

CRECIMIENT­O 2018. “Dos por ciento este año. La sequía pega. Pero es romper el maleficio de los años pares”.

DÓLAR Y TURISMO. “Diría que 40 por ciento de los llamados dólares del turismo al exterior es compra de ropa afuera. Figuran como gastos de turismo, pero en el fondo son importacio­nes textiles”.

CONSENSO FISCAL. “Hay que verlo caminar. He visto muchos pactos fiscales que no se cumplieron. Este, en principio, pareciera que todo el mundo se lo ha tomado bastante en serio”.

REFORMA LABORAL. “Esuna reforma homeopátic­a. Hay que buscar mecanismos de blanqueo blandos, que no impliquen erogacione­s muy altas para las empresas”. lluvia de inversione­s del exterior, no la vamos a tener. No hay país del mundo que suplante a la burguesía nacional como factor clave en el desarrollo económico. Después hay un conjunto de empresas internacio­nales que viene, y bienvenido que así sea, pero si la Argentina consiguier­a que 200 empresas loca- les tengan crédito en el mercado internacio­nal de capitales, allí usted tiene la llave del desarrollo económico.

–¿Qué lectura hace de los créditos hipotecari­os UVA?

–Creo que hay que ser cuidadosos. En países de alta inflación, los créditos indexados siempre hay que tomarlos con pinzas. Si la inflación se llega a acelerar, está claro que las familias pierden la capacidad de pagar las cuotas. Estuvo muy bien en el arranque, pero es crucial que la inflación se ubique en la zona del 12 por ciento anual. Si en dos años somos capaces de llevarla al uno por ciento mensual, la economía funciona.

–¿Le preocupa el ritmo al que se está tomando deuda?

–Es la consecuenc­ia de la necesidad de financiami­ento de un déficit fiscal muy alto y una vez que el mercado internacio­nal se puso más exigente, Argentina empezó a financiars­e hace más de un mes en el mercado doméstico.

–Por lo tanto, es clave seguir recortando el déficit.

–Yo diría que es el único punto de la agenda que no es negociable. Un país no puede estar con este déficit fiscal financiánd­ose ocho años en los mercados, puede estar tres o cuatro años. Me parece que hay conciencia. Estuve reunido con el gobernador (Juan Schiaretti) y él tiene plena conciencia de que fiscalment­e hay que ser muy ordenado. Ojalá la Nación fuera fiscalment­e tan ordenada como Córdoba. –Le tiró una flor.

–Yo no le tiro nada, son los números. Tiene superávit y hay muy pocas provincias así.

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(JAVIER FERREYRA)

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