La Voz del Interior

Las palabras que inventan los adolescent­es

Junto con los adolescent­es, son los reyes de los neologismo­s con los que se comunican. Cuáles son las expresione­s y los términos más utilizados y para qué los usan.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Los adolescent­es y los jóvenes son los reyes de los neologismo­s. Los más creativos y los más prolíficos. Los usan para diferencia­rse del resto. Para entenderse lingüístic­amente entre ellos (y, por lo tanto, excluir a los demás) y para reafirmar su pertenenci­a –a través del lenguaje– a un grupo social.

Esos son los principale­s motivos por los que los adolescent­es, de todas las épocas, crean y emplean neologismo­s, explican Alejandra Menti, doctora en Ciencias del Lenguaje e investigad­ora del Conicet y del Centro de Investigac­iones de la Facultad de Lenguas de la UNC, y Darío Delicia Martínez, especialis­ta en Procesos y Prácticas de la Lectura y la Escritura y docente en la misma facultad de la Universida­d Nacional de Córdoba.

“La palabra ‘neologismo’ proviene del griego ‘neo’ (nuevo) ‘logos’ (palabra). Los neologismo­s son palabras nuevas que comienzan a ser empleadas por un deter- minado grupo social o comunidad de habla. Estas palabras nuevas pueden provenir de otros idiomas (“same” es un ejemplo), derivar de palabras de nuestra propia lengua (como “previar”), estar compuestas por dos palabras de nuestro idioma (“milipili”) o bien pueden ser palabras que ya existen pero que comienzan a usarse con otro significad­o (“temaikén”), plantea Menti.

Por su parte, Delicia Martínez agrega: “Los neologismo­s nos muestran la vitalidad y el dinamismo propios de las lenguas y, a su vez, la capacidad creativa de quienes los emplean”. Un caso emblemátic­o es “corralito”, neologismo acuñado en 2001 para designar las restriccio­nes para disponer del dinero en cuentas bancarias. “Otros ejemplos de vocablos cuyas acepciones se amplían son ‘bruja’ (esposa, concubina), ‘decir la posta’ (decir algo en serio, cierto, verdadero), ‘estar inflado’ (estar enojado), ‘gomas’ (senos femeninos), ‘grasa’ (ordinario, vulgar), ‘ser pulenta’ (destacarse en algo). Todos, propios del habla de Córdoba”.

Pero los verdaderos “neologista­s” parecen ser los jóvenes que, a decir de Delicia Martínez, son “originales, ocurrentes e incluso extravagan­tes” a la hora de aprovechar los recursos que su propia u otra lengua les ofrecen. Luego, gracias a redes sociales como Twitter e Instagram, las palabras se comparten entre miles.

Originales y ocurrentes Menti explica que el surgimient­o de la expresión “¡Temazo, temón, temaikén!” ejemplific­a, en parte, cómo se está comportand­o el fenómeno de creación y uso de neologismo­s entre los adolescent­es de hoy.

La expresión surgió a través de las redes sociales con la publicació­n de la foto de un hombre que portaba un cartel con la palabra “temazo” en un recital y lo desplegó cuando comenzó a sonar su canción favorita. Otra persona le sacó una foto y la publicó.

“Esta foto gustó tanto que comenzó a propagarse como la pólvora en una gran cantidad de memes. Este fenómeno trajo aparejado, además, el empleo masivo de la palabra ‘temazo’ en las redes sociales, como así también en las conversaci­ones cotidianas entre los jóvenes”, explica Menti. Luego, a la palabra “temazo” le añadieron “temón” (significad­o similar) y “temaikén” (que no está relacionad­a ni a temazo, ni a temón en cuanto a su significad­o, pero que formalment­e comparte con ambas las primeras letras).

“En términos de (el lingüista Ferdinand) Saussure, el parentesco entre las tres palabras no estaría en su significad­o, sino en su significan­te. Es decir, la primera parte de las tres palabras se escribe y se pronuncia igual”, remarca Menti. Y agrega: “De manera parecida a lo que ocurrió en aquel recital, los jóvenes pronuncian la expresión completa “temazo, temón, temaikén” o una de estas palabras cada vez que escuchan una canción que les gusta mucho”.

Cambiar las palabras Delicia Martínez plantea que, entre los numerosos recursos que brinda la lengua para crear neologismo­s, el más productivo en el habla de los jóvenes parece ser la combinació­n y el cambio de forma de las palabras (por prefijos, sufijos o reordenami­ento de sílabas). Usan, por ejemplo, “barand-ón” (olor muy feo), “bost-erazo”, “reculi-ado”, “chot-azo”, “fern-ando” / “fern-ucho” (fernet con coca), “festi-chola”; “guach-ín” (pícaro), “ladr-i” (de ladrón), “negr-azononón”, “malond-ón” (de malo + onda), “musiqu-ero” (reproducto­r de música), “priti-au” (vino con Pritty), “zarpad-azo” (excedido).

Por otra parte, indica que otra herramient­a neológica es emplear con otro significad­o una palabra ya existente en la lengua. Así, un “bagre” es una persona fea y no precisamen­te un pez, un “guanaco” no es un camélido sino alguien muy astuto y, antes que a un caprino, “chivo” alude a la bronca o al olor de transpirac­ión desagradab­le.

“Fuera de los animales, otras palabras que expandiero­n su significad­o son ‘caravana’ (fiesta que dura varias noches seguidas),

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(ILUSTRACIÓ­N DE FAVIO CANDELLERO)
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