Aprender del infortunio
Al país que pertenezco no le sirve el “monocultivo de mentes”. En vez de llorar sobre la leche derramada e ir abriendo el paraguas solicitando exenciones o seguros al omnipresente Estado, ¿por qué en cambio los señores productores dejan de lado el cómodo sillón de su oficina y agudizan el ingenio junto a sus asesores técnicos para tener planes alternativos ante contingencias climáticas como las que se presentan en la corriente campaña agrícola?
Si no fuese por los precios alentadores para las commodities estivales, las “pérdidas” serían aún mayores. Alguna veces nos toca ganar y otras perder.
Los entes (públicos y privados) encargados de investigar y desarrollar caminos alternativos sobre la temática agrícola deberían prever ensayos en los que la “muerte” no es una desgracia, sino una instancia de aprendizaje.
Siempre es bueno continuar con ensayos por así decirlo de rutina (materiales, fechas y densidades de siembra) que por su permanencia en el tiempo son atravesados por situaciones de diversa índole. Es aquí cuando surge alguna que otra pregunta a la que sigue una respuesta y por qué no una estrategia que nos permita atenuar el impacto de los estreses abióticos y bióticos que enfrentan nuestros cultivos extensivos.