La Voz del Interior

Denuncia que policías lo torturaron por no pagar coimas

El dueño de un boliche de Córdoba asegura que uniformado­s lo detuvieron, lo golpearon y lo quemaron con un cigarrillo. Ya actúa un fiscal y se esperan imputacion­es. Desde la fuerza no responden por este caso.

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

El hombre relata su historia y deja en silencio a cualquiera que la escuche. “Llegó un momento en que les dije: ‘¡Basta, basta, hijos de puta! Si quieren matarme, mátenme. Pero no me torturen más. ¡Basta!’”.

Luego, se pone de pie y muestra golpes en el abdomen, lesiones en sus brazos, moretones, cortes, lastimadur­as en las muñecas donde estuvieron puestas las esposas. Entre tanta herida, sobresale una quemadura de cigarrillo en un antebrazo. Se lo escucha cansado. Su rostro refleja horas sin dormir.

Fabián Acosta (50), dueño de un boliche ubicado cerca del límite entre la ciudad de Córdoba y Villa Allende, asegura que esas heridas fueron efectuadas por policías de uniforme.

El comerciant­e jura que esos tormentos fueron producidos, tanto en una comisaría como en la calle y hasta en un descampado, como consecuenc­ia de no haber querido pagar una coima de 10 mil pesos exigida supuestame­nte por un comisario.

La causa ya es investigad­a por el fiscal de instrucció­n de Distrito 3, Turno 7, Raúl Garzón.

Fuentes judiciales confiaron a La Voz que hay “evidentes signos de verosimili­tud” en lo denunciado por el comerciant­e, tanto en la supuesta extorsión como en las golpizas posteriore­s.

Se esperan imputacion­es y no se descarta que puedan registrars­e detencione­s de policías.

Desde la Policía de Córdoba hay silencio absoluto. Tampoco quisieron hablar desde la comisaría 14 Bis. Fuentes oficiales, consultada­s por este diario, indicaron de manera extraofici­al que “hay que esperar que la Justicia resuelva”.

“Queremos 10 lucas”

Todo se inició, según Acosta, el pasado sábado 3 de este mes a la mañana, cuando dos policías en un móvil se presentaro­n en su boliche de avenida Donato Álvarez, en Villa Cornú.

“Cuando se fueron los músicos y desarmábam­os los equipos, apareciero­n dos oficiales que me dijeron: ‘Vamos a hacerla corta. Vos estás ‘entongado’ con la ‘Muni’, sabemos que pagás, queremos 10 lucas nosotros’. Yo no le pago coimas a nadie”, indica Acosta.

El comerciant­e fingió que iba a hablar con su socio y, por celular, llamó en realidad al 101 de la Policía. “Tengo a unos policías que me están extorsiona­ndo en el negocio”, habría sido el mensaje que quedó grabado en la central de comunicaci­ones de la Jefatura.

Ese sábado, varios móviles, con comisarios, llegaron al negocio de Acosta. Según el bolichero, hubo un diálogo tenso, pedidos de disculpas y todos se fueron. Fue entonces, siempre de acuerdo con sus dichos, cuando los dos subalterno­s que lo habían amenazado le dijeron: “Vamos a volver”. Dice que uno lo señalaba con un dedo.

Detención y golpizas

El sábado siguiente, varios patrullero­s llegaron otra vez al boliche de Acosta. Buscaban a su hijo. Cuando Acosta padre salió a hablar, mantuvo una discusión.

“Quise tomar el celular y llamar al 101. Ahí, uno de los policías me pegó un trompadón en la cara y voló el teléfono. Entonces, otros me redujeron y empezaron a darme... Me esposaron y me pegaban en la calle a la vista de todos”, dice el comerciant­e.

Y asegura que uno de los uniformado­s le habría dicho: “¿Viste que íbamos a volver?”.

Acosta cuenta que casi se desmaya, que se defecó encima y que los policías le pisaban las manos, mientras lo golpeaban.

Supuestame­nte fue detenido por “daño” y llevado a la comisaría 14 Bis, en barrio Argüello.

“Me metieron en un cuarto, esposado hacia atrás, y me volvieron a pegar. Eran tres y me daban. Yo no paraba de gritar y me seguían dando”, denuncia.

“El comisario estaba en la dependenci­a, no se presentó en la pieza, pero él sabía que me pegaban. No podía ignorarlo”, expone Acosta.

En la comisaría también funciona una unidad judicial, con funcionari­os del Ministerio Público Fiscal. Al parecer, nadie tampoco escuchó nada.

Acosta indica que un policía, de apellido Bustamante, se apiadó y lo asistió dándole agua para tomar y limpiarse en el calabozo.

Cigarrillo encendido

El hombre fue llevado al hospital Misericord­ia, ese sábado. En el traslado, según denuncia, el móvil pasó por los boliches cerca del estadio Kempes. En un momento, el patrullero se desvió en un callejón. “Pararon y frenaron. Me dijeron: ‘¿Así que te aprietan las esposas? Vení que te las aflojamos’. Y ahí nomás volvieron a pegarme. Uno de ellos me quemó con el cigarrillo,

EL CASO RECAYÓ EN LA FISCALÍA DE RAÚL GARZÓN, QUIEN POR ESTAS HORAS TOMARÍA MEDIDAS EN TORNO A LA DENUNCIA. LOS POLICÍAS APUNTADOS CONTINÚAN EN SUS PUESTOS.

QUISE TOMAR EL CELULAR Y LLAMAR AL 101. AHÍ UNO DE LOS POLICÍAS ME PEGÓ UN TROMPA DÓN Y VOLÓ EL TELÉFONO.

mientras se burlaba. ‘¿Dónde te duele?’, me decía. Fue tremendo”, comenta. Y añade: “Les dije: mátenme, pero no me torturen más”.

Según el comerciant­e, un efectivo lo amenazó con “plantarle” drogas y un arma de fuego en el auto.

Acosta pasó por el hospital Misericord­ia, luego por el hospital Córdoba (donde vomitó sangre), luego por medicina forense de Policía Judicial, fue enviado a la Unidad de Contención del Aprehendid­o (UCA) y, de allí, a la Cárcel de Bouwer. “Los médicos saben cómo fui golpeado. Vieron cómo me habían dado”, dice.

Durante todo un fin de semana, Acosta permaneció en el pabellón C3 del módulo MX2. Al recuperar la libertad, llamó a su abogado y fue a Tribunales a denunciar.

“Estos policías responden órdenes de un comisario que los manda a extorsiona­r a comerciant­es. Cómo yo no quise pagar, me pegaron y me inventaron una causa”, cierra Acosta.

EL COMISARIO ESTABA EN LA DEPENDENCI­A, NO SE PRESENTÓ EN LA PIEZA, PERO ÉL SABÍA QUE ME PEGABAN. NO PODÍA IGNORARLO.

 ?? (MARTÍN BÁEZ) ?? Presentaci­ón. Acosta fue a Tribunales 2 y ante una fiscalía denunció lo ocurrido. Mostró las marcas.
(MARTÍN BÁEZ) Presentaci­ón. Acosta fue a Tribunales 2 y ante una fiscalía denunció lo ocurrido. Mostró las marcas.

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