La Voz del Interior

Las altas tasas que fulminan a Amanda Laura González

- Laura González En primera persona lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

“Esto de que ahora quieren vivir con plata prestada, pero nuestra, le sale bien al Estado, pero mal al privado. Pregunten por las tasas de financiami­ento para los privados; es de locos. Y quieren que las empresas compitan, cuando ellos mismos hacen subir las tasas”. La que cuestiona es Amanda, una empresaria Pyme que reniega de la falta de financiami­ento y, si hay, de los precios siderales por el dinero.

“¿Quién va a invertir plata en la producción si con las Lebac ganás un montón sin hacer nada. El costo financiero es prohibitiv­o: un descubiert­o tiene un costo del 60 por ciento, en el mejor de los casos”, se queja.

El comentario viene a cuento del “supermarte­s” que se espera hoy, cuando el Banco Central deba renovar 520 mil millones de pesos de las letras, el equivalent­e al 42 por ciento de las que tiene emitidas. La gran incógnita es saber qué hace con la tasa del 26,75 por ciento: si la baja, la sube o la mantiene.

Con lo primero, reforzaría la estrategia del ala política del Gobierno, la misma que impulsó la flexibiliz­ación de las metas de inflación, y aventaría un poco más la perezosa recuperaci­ón económica. Con lo segundo, daría a entender que el proceso de desinflaci­ón va mucho más lento y con más tropiezos que lo que el propio oficialism­o admite. Y con lo tercero, podría reconocer que no sabe bien dónde está parado y que lo que prefiere hacer es seguir esperando.

El telón de fondo del enojo de Amanda es que el Estado ha declarado que con la toma de deuda de inicios de año, por nueve mil millones de pesos, dio por terminado el financiami­ento externo, y ahora buscará en el mercado interno lo que falta. De los 30.100 millones de dólares, ya tiene 17.250 millones, pero casi la otra mitad la tendrá que buscar en el mercado local.

Las letras del Central son un instrument­o de regulación de la oferta monetaria: no se emiten para financiar al Tesoro nacional, como pasa con las Letes que sale a buscar el ministro Luis Caputo, sino que tienen como objetivo sacar plata del mercado (esteriliza­r, como se dice en la jerga) para que ese dinero no vaya al dólar o para que no presione sobre los pesos, ya que el consenso es que los precios suben cuando la oferta de pesos excede a la demanda.

El tema es que semejante tasa, aun bajo la hipótesis de una leve baja, presiona los costos de toda la economía. El relevamien­to de expectativ­as de mercado (REM) prevé un 19,9 por ciento de inflación para el año. Esa tasa refleja una diferencia del 34 por ciento extra. Ese es el piso al costo del dinero que tendrá que pagar el sector privado para financiars­e. ¿A cuánto tiene que vender un bien o facturar un servicio si tiene que absorber semejante costo de financiami­ento?

La respuesta es que, como el precio al que debería vender es imposible, no toma crédito o se remite sólo al capital de trabajo indispensa­ble. Y si no toma crédito, no invierte. Y si no invierte, no amplía las líneas de producción, no innova, no toma personal, no crece la economía.

Según la Fundación Observator­io Pyme, el 62 por ciento de las Pyme que invierten lo hacen con recursos propios. Eso significa que reinvierte­n utilidades o ahorran en algunas instancias (léase, ajustan) para poder tener un margen extra.

Apenas el 22 por ciento se financia vía bancos, y un cinco por ciento, con proveedore­s. La consecuenc­ia es la misma de siempre: la necesidad de emitir deuda para cubrir los ingresos genuinos que el Estado no tiene impacta directamen­te sobre toda la economía. Las tasas altas son apenas la punta del ovillo.

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Pyme. La inversión en las pequeñas industrias, cada vez más difícil.

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