El resguardo, clave para facilitar la denuncia
Saberse a salvo debe ser una de las primeras garantías que necesita una mujer para afrontar el proceso de denunciar al hombre que la violenta.
Hacerle saber que el camino no la encontrará sola y desamparada es primordial para promover la ruptura de las espirales de violencia. Y ofrecer a esa persona (y a los hijos, si los hubiera) un lugar seguro en el cual pasar las noches que sean necesarias hasta que el peligro haya cesado aparece como una de las medidas inmediatas más elementales.
El alojamiento en refugios es una acción pensada en términos ideales como temporal: en situación de emergencia, se brinda un espacio protegido y reservado en el cual transitar los primeros días posteriores a la denuncia, de la que debería derivar –según el caso– una orden de restricción o de detención del agresor. Pasado el peligro, se promueve que la familia retorne a su centro de vida y referencia.
El pedido de crear refugios estatales para alojar a víctimas de violencia formó parte del primer listado de reclamos que embanderó el movimiento #NiUnaMenos en 2015. Por entonces, la Provincia no tenía aún espacios destinados a tal fin, y, cuando era necesario, disponía el albergue en hoteles o en pensiones. Tres años después, ya hay en Córdoba al menos cuatro albergues dependientes de la Secretaría de Lucha contra la Violencia a la Mujer, y una veintena de municipios y organizaciones no gubernamentales que trabajan en red, entre otras opciones.
Hemos avanzado, aunque falta. Además, la asistencia a las personas que son víctimas de violencia es sólo una de las patas de una problemática más aguda, que debe, en el fondo, promover la educación no sexista para formatear generaciones futuras que tengan naturalizada la igualdad.
CREAR REFUGIOS PARA VÍCTIMAS DE VIOLENCIA FORMÓ PARTE DEL PRIMER LISTADO DE RECLAMOS DEL #NIUNAMENOS, EN 2015.