La Voz del Interior

La “B”, con asignatura­s pendientes

Por primera vez en mucho tiempo, está fuera de zona de clasificac­ión a copas. Debe mejorar varios aspectos.

- Pablo Giletta pgiletta@lavozdelin­terior.com.ar

La derrota ante el renacido River en el Monumental no estaba fuera de los planes. Aparecía como una posibilida­d, pero se lamentó más por las formas: Belgrano regaló un gol y un tiempo (el primero), y no tuvo la efectivida­d requerida cuando el partido dio un giro y se le presentó favorable.

Los 30 puntos obtenidos sobre 60 posibles, con 21 por disputar, dejan un panorama abierto, aunque la “B” debe trabajar en el receso para evitar errores que fueron explícitos en las últimas fechas.

Salir jugando no puede ser obligación. Belgrano es uno de los (tantos) equipos que intenta salir jugando desde el fondo. Con matices, lo viene haciendo desde la gestión de Esteban González. Pero la decisión no puede darse contra el sentido común. Debe servir para abrir espacios y generar confianza, pero con frecuencia termina siendo un factor de incertidum­bre. Contra River, además, se tradujo en un gol evitable en el arco propio. Y es válido para todo el fondo, incluido el arquero.

La presión, en bloque. Es un concepto básico, pero no siempre bien entendido. Si la decisión es salir a presionar la salida del rival, los delanteros no pueden hacerlo aislados. Tampoco alcanza con el adelantami­ento de algunos volantes. Es un trabajo que debe ser coordinado y en bloque. De lo contrario, un par de toques precisos del rival dejan jugadores fuera de acción, con la consiguien­te inferiorid­ad numérica para recuperar la pelota. De esos enormes espacios entre líneas se valió River para contragolp­ear y ganar.

Necesita cambio de ritmo. Por lo general, Belgrano es un equipo que intenta respetar la pelota, pero lo hace a un ritmo cansino y previsible. Muchas veces, con espacios para atacar, elige tocar hacia atrás y volver a empezar. Sólo Matías Suárez, cuando está bien, parece ser un revulsivo. En River, fue Jonás Aguirre el que imprimió su capacidad de aceleració­n. Pero, más que una acción individual, lo que se necesita es un equipo capacitado para saber cuándo tocar de primera y cómo fabricar espacios.

En las áreas, concentrac­ión. En Primera División, cada error se paga, sobre todo ante rivales jerarquiza­dos. En esta etapa, pareciera que, por cada falla en la definición, el combo celeste incluye un yerro defensivo. Los jugadores deben entender que, en un fútbol que se define por detalles, fallar un mano a mano con el arquero rival tiene el mismo efecto nocivo que desentende­rse de la marca o dejar que un centro llovido pique en el área propia sin que nadie se haga cargo. Una cosa es jugar sin presiones y otra, desconcent­rado. Debe bajar un mensaje firme del cuerpo técnico sobre la importanci­a de lo que se juega el equipo.

Saber que se puede. Es un tema de diván, pero la sensación que dejó el paso de la “B” por Núñez, al menos en el primer tiempo, fue la de un equipo falto de confianza. Algo similar había sucedido cuando le tocó pisar la Bombonera y fue goleado por Boca. Esa versión tímida, de un conjunto superado por el marco, es la peor de Belgrano. Sobre todo porque no hay motivos para sentirse inferior en un torneo que ha dado sobradas muestras de ser parejo y competitiv­o.

Con todos esos deberes, la “B” volverá mañana al trabajo de cara al amistoso del viernes (21) con Unión La Calera de Chile. El viernes 30 (21.15) recibirá a Racing.

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(LA VOZ) Matías Suárez. El capitán celeste aparece como el único capacitado para cambiarle el ritmo al equipo.

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