Ironía, crueldad, fantasía, ambición y poder
El mundo de la moda ejerce un atractivo formal cuya singularidad radica, en un primer momento, en el esplendor y en la suntuosidad con la que disfraza su presentación. Pero, en una lectura posterior, la atracción radica en la incontable cantidad de lazos que teje con diferentes aspectos de la cultura: el arte, la industria, el cuerpo, la economía, la naturaleza. Prácticamente no hay actividad o quehacer humano que permanezca fuera del ambiente de la moda. Es un monstruo omnívoro que todo lo devora para su propia supervivencia.
Por eso no es casual que la cultura del momento esté de pronto saturada de productos visuales que tienen a la moda como tema: El hilo fantasma, Edha, Velvet y La muerte de Versace. Si bien cada una adopta diferentes temáticas y puntos de vista, la moda en alguna de sus formas es el ambiente de la trama.
Esta operatividad está vinculada con el entramado que el vestir tiene con la cultura. Desde el refinamiento obsesivo y deslumbrante del creador que personifica Daniel Day Lewis en la película de Paul Thomas Anderson hasta el universo poco encantador de los talleres clandestinos y el mundillo de envidias y sediciones del modelaje, pasando por el complot policial desencadenado en torno a la muerte Gianni Versace, el mundo de la moda permite infinidad de variaciones en virtud de las características caleidoscópicas que posee.
El poder mágico que transforma un trozo de tela no sólo en la cobertura del cuerpo, sino también en algo parecido a una obra de arte, esconde un entramado singular de obsolescencia obligada de las prendas en las que se conjugan todas las operaciones de la vida humana, desde los diversos aspectos económicos de la fabricación y circulación, hasta la creatividad prodigiosa e inacabable que cada temporada debe inundar vidrieras y revistas.
En la moda hay fiesta, hay ironía, crueldad, fantasía, ambición, poder, obsesiones, lujos y decadencia, malicia y brillo. Todo el abanico de las pasiones humanas, desde las más nobles de la creación hasta las más viles de la traición.
Al poner en consideración todos los aspectos culturales de su época, la moda es un fino entramado de motivos para expresar una cultura específica. Y esa misma virtud de representar una época es lo que permite explotar sus diferentes aspectos y configurar un archivo sustancioso de motivos narrativos.